EL TABLERO CATALÁN

ERC se atreve ya a atacar a JxCat

Pere Aragonès y Qum Torra, en la reunión de la ejecutiva del Govern

Pere Aragonès y Qum Torra, en la reunión de la ejecutiva del Govern / periodico

Xabi Barrena

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Se podría decir que para ser cargo de ERC se requiere tener grandes dotes comunicativas para todo excepto para arremeter contra el espacio político que un día fue de CDC y de CiU. Para, no ya golpear, sino rozar el alma hoy posconvergente pareciera que los rectores republicanos exigían tener un máster en insinuaciones y afirmaciones entre dientes. Llámese complejos, llámese temor, pero ERC nunca, bajo Junqueras, ha enfilado las baterías contra sus socios y, sin embargo, enemigos. Hasta ahora.

¿Y qué tiene la situación actual que no tenga, por ejemplo, cualquiera de las campañas de #PressingERC lanzadas en su día para obligar a los republicanos a ir en lista conjunta con la post-CDC? Para explicar esto cabe recurrir al contexto y a la oportunidad.

El contexto es, obviamente, esta extraña situación que solo puede darse en la Catalunya del 'procés' en la que un jefe del Govern da por amortizada la legislatura por las disensiones internas (enormes) en su Ejecutivo, pero lo mantiene con vida a la espera de que se aprueben unos presupuestos que él no ha pilotado.

La táctica de Quim Torra de tratar de apropiarse de uno de los éxitos de ERC, el pacto con los 'comuns' sobre las cuentas catalanas, se extendió al otro ítem que muestran los republicanos en su haber: la mesa de negociación entre gobiernos.

Oportunidad y contexto

Y ahí es donde, gracias a la 'exconsellera' Clara Ponsatí, nace la oportunidad de soltarse el pelo. El 26 de febrero, la delegación catalana paseaba con la alineación gubernamental española por los jardines del Palacio de la Moncloa. Tres días después, Ponsatí, ante el silencio otorgador de Carles Puigdemontcalificaba la mesa de "engañifa". El lunes pasado, la portavoz y número dos extramuros de ERC, Marta Vilalta, usó términos como "error" e "irresponsabilidad" para calificar la andanada posconvergente a la mesa de diálogo.

El miércoles, tras pedir Torra al presidente del Parlament, Roger Torrent, que le restituyera su acta de diputado, el líder de ERC en la Cámara catalana, Sergi Sabrià (tras incidir de nuevo en lo de la mesa negociadora), acusó al 'president' de "manipular" al tratar de hacer creer que era Torrent, y no la JEC, quien retiraba el escaño del jefe del Executiu. Poco antes, fuentes republicanas calificaron ese mismo intento de Torra de "irresponsabilidad". Una acritud republicana sobre los posconvergentes nunca vista en los últimos años.

A la pregunta de si ERC estaba más combativa y menos acomplejada con la posconvergencia, una voz clave del partido respondió que "sí", porque estaban "hartos de las mentiras" de JxCat. Otra fuente con galones de mando señaló, a la misma pregunta, que "ambas cosas", combativa y desacomplejada, aunque "simplemente" se dedicaban a "profundizar en sus contradicciones".

Ataques 'bumerán'

Y esa es la clave. Sabedores de que los ataques a los posconvergentes les retornaban en forma de bumerán demoscópico y electoral a ellos, por entender el electorado que rompían el frente independentista, los republicanos se sentían a veces como si lucharan con una mano atada a la espalda. Ahora es distinto. "Ellos patinaron en Perpinyà", en referencia a la calificación de "engañifa" de la mesa de diálogo a cargo de Ponsatí.

"Puigdemont trató de rectificar, pero por omisión el 'expresident' lo que hizo fue avalar a la 'exconsellera' de Cultura y a Toni Comín", apunta un analista republicano antes de sentenciar: "Y todo ello nos proporciona un flanco de ataque amplio y seguro, porque la mayoría del electorado de JxCat también está por el diálogo".

Dicho de otro modo, los ataques de ERC se suceden porque los hacen con red. Una situación diferente a la eclosión de los casos de corrupción de CDC, singularmente del 'caso Palau' o las confesiones de Jordi Pujol, en la que ataques furibundos de ERC hubieran sido entendidos, por gran parte del electorado independentista, como un alineamiento de los republicanos a la presunta ofensiva mediática de la llamada, por el peneuvista Iñaki Anasagasti en su día, "Brunete mediática".

Y, por último, un aspecto no menor. Tras la doble derrota del 21-D, ante Cs y ante JxCat, no son pocos los republicanos que piensan que ahora sí ha llegado el momento de vencer a la posconvergencia en unas elecciones al Parlament.