MUJERES EN CAMPAÑA

Inés Arrimadas, la 'lideresa' sin disputa

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Júlia Regué

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Atrae a sus seguidores y repele a sus adversarios; pero unos y otros reconocen su obcecación, meticulosidad y talento. Inés Arrimadas (Jerez de la Frontera, 1981) dinamitó los códigos de la política catalana y entró como un torbellino para revolverlo todo. Fue la primera mujer en ganar unas elecciones autonómicas en <strong>Catalunya</strong>, pero la falta de apoyos le obligó a conformarse con el encargo de ser líder de la oposición y no intentó ni su investidura ni una moción de censura.

Arrimadas jugó al límite de lo socialmente aceptado hasta entonces en un hemiciclo con discursos cargados de gesticulación y decoración. Pero el Parlament se le quedó corto. El salto al Congreso de los Diputados que muchos auguraban al poco de darse a conocer sucedió hace apenas seis meses. "Rompe techos de cristal. No le teme a ninguno", apuntan personas de su entorno, que le reconocen una capacidad de gestión y trabajo en equipo "inaudito". Su meteórica carrera política hace que lo que fuera una joven promesa se haya convertido en tan solo ocho años en una 'lideresa' sin disputa interna.

Amante de los retos, llegó a la política por casualidad. No había mostrado afán por abalanzarse en el atril, aunque su padre, Rufino Arrimadas, había sido concejal por la UCD entre el 1979 y el 1983; pero convencida por una amiga, se acomodó entre el público del Teatre Romea y quedó prendada por el proyecto de Albert Rivera. En el 2011 se sumó a las juventudes de la formación y empezó, sin saberlo, una maratón trepidante. Rivera le ofreció peso en la dirección y en el 2012 entró en las listas a las elecciones en la Cámara catalana como número cuatro. Consiguió su escaño.

A partir del 2015 se ocupó de la portavocía del grupo parlamentario, multiplicando así su presencia ante micrófonos y cámaras. El lanzamiento de Ciudadanos a nivel nacional la alumbró cabeza de lista entre un sentimiento de orfandad tremendo por la marcha de Rivera, pero acalló a los discordantes con la victoria electoral del 21-D. Antes de las elecciones generales del 10 de noviembre, ya había quien la ungía como el relevo natural al frente del partido. Y este domingo, tras la marcha de Rivera por el descalabro del 10-N, ha arrasado frente a Francisco Igea en las primarias por el liderazgo del partido, por lo que se ha erigido como nueva presidenta de Cs.

Con una mochila de trotamundos (nació en Jerez de la Frontera, estudió derecho y empresariales en Sevilla, hizo un Erasmus en Niza, se mudó a Barcelona y ahora trabaja en Madrid), aprendió catalán entonando el himno del Barça y combatió su timidez convirtiéndose en un azote del independentismo. Un perfil que el partido quiso rentabilizar en el Congreso como portavoz del grupo parlamentario. 

El feminismo "liberal"

Su círculo comenta que lo que más enfado y frustración le genera es ser menospreciada por el hecho de ser mujer. Y es que Arrimadas ha sido una diana elegida por aquellos que han cruzado la discrepancia política con el machismo. "Sufre cuando la tildan de títere de Albert Rivera porque no lo es", sostenía a principios de noviembre un estrecho colaborador, "pero también es cierto que se hace fuerte con los ataques y no acepta lecciones de nadie". Basta recordar los comentarios del teóricamente humorista Toni Albà, quien le llamó "mala puta" y reincidió en los insultos meses después, cuando fue a oficiar un acto a las puertas de la Casa de la República donde reside el expresidente Carles Puigdemont, en Waterloo (Bélgica).

Para marcar distancias con los improperios de Vox y reivindicarse como "feminista", le cosió al concepto el apellido "liberal". Presentó un decálogo para tratar de despojar a la izquierda de una lucha que considera "monopolizada" y la revistió para llevársela a tu terreno. Sin embargo, su propuesta generó un fuerte revuelo en la opinión pública y publicada, y las comitivas naranjas fueron abucheadas y expulsadas de algunas manifestaciones, la más sonada, la del Orgullo LGTBI en Madrid.  

Casada con el exdiputado de CiU Xavier Cima, con quien coincidió en el Parlament durante su primera legislatura, asume otro desafío: la maternidad. Sus compañeros de partido celebraron su embarazo colgando una gran lona en la fachada de la sede y ya vaticinan que será una "gran madre". "Manda un mensaje a la sociedad: que ser madre no es un impedimento para ocupar puestos de relevancia política", espeta una diputada naranja, que añade que, "de paso, sirve para reivindicar que la conciliación es una asignatura pendiente".