PULSO INDEPENDENTISTA

La resaca de Perpinyà

De izquierda a derecha, Toni Comín, Clara Ponsatí y Carles Puigdemont, este sábado en el acto del Consell per la República en Perpinyà

De izquierda a derecha, Toni Comín, Clara Ponsatí y Carles Puigdemont, este sábado en el acto del Consell per la República en Perpinyà / periodico

Fidel Masreal

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Las sospechas de algunos se vieron confirmadas, con creces. El masivo mítin independentista del ‘expresident’ Carles Puigdemont en Perpinyà fue un ataque directo a la estrategia de ERC en favor del diálogo y la negociación. Y la resaca de lo sucedido este sábado llevó a Esquerra y a los ‘comuns’ a contrarrestar la idea de que la negociación no lleva a ninguna parte.

Minutos antes del inicio de los discursos en el Parque de las Exposiciones de la ciudad francesa (Catalunya Nord, según el soberanismo), uno de los participantes en las conversaciones previas a la celebración del mítin admitía que no había logrado su objetivo: una celebración del acta de eurodiputado de Puigdemont y de los ‘exconsellers’ Toni Comín y Clara Ponsatí, sí, pero con un contenido más transversal políticamente. No fue posible. Esta fuente también lamentaba que el líder de ERC, Oriol Junqueras, tenga también reticencias a la generación de puntos de encuetro plurales.

¿Transversalidad?

El caso es que el diseño del acto ya hacía entender que no se trataba de una reivindicación coral de los logros del independentismo, sino de una exaltación individual de la estrategia que lidera Puigdemont, contraria a la vía del diálogo y partidaria de volver a genera un pulso conflictivo con el Estado.

En el mítin en favor de la «lucha final» y contra (en palabras de Ponsatí) el «engaño» de hablar con <strong>Pedro Sánchez</strong> estuvieron presentes casi todos los que precisamente sí se sentaron a la mesa el pasado miércoles con el Gobierno español (el ‘president’ Quim Torra y los dirigentes de JxCat <strong>Elsa Artadi</strong>, Josep Rius y Jordi Puigneró).

Críticas de los 'comuns'

Por ello este domingo, el portavoz de los ‘comuns’, <strong>Joan Mena </strong>reprochó a JxCat que «un día diga que el Govern no se levantará de la mesa y al día siguiente digua que la mesa es un engaño». Mena concluyó que la posconvergencia quiere tener un pie en la mesa negociadora y otra dispuesta a poner una «zancadilla» a lo que definió como la «única oportunidad histórica de solucionar el conflicto político» catalán.

También ERC respondio a Puigdemont y a Ponsatí, pero evitó el choque directo, como ya viene siendo habitual en la estrategia de los republicanos. Dirigentes como Ernest Maragall o el integrante del Consell per la República Isaac Peraire, estuvieron en Perpinyà y escucharon directamente los silbidos cuando Junqueras se refirió (en su mensaje grabado) a la mesa de diálogo. Ello llevó a ERC a concluir que su de cisión de no implicarse a fondo en el mítin había sido acertada. La portavoz republicana, Marta Vialta, aseguró que su partido no renunciará a la «oportunidad» de dialogar con el Gobierno. Diálogo y al mismo tiempo movilización, propuso en declaraciones a TV-3.

Aviso a Sánchez

La portavoz republicana también avisó al PSOE: «Si la mesa de negociación encalla, la legislatura habrá terminado». Un mensaje de firmeza vinculado al escepticismo con el que, dijo Vilalta, e encara este inicio de diálogo desde el independentismo.

La CUP vio un acto electoral

También la CUP, poco sospechosa de discrepar de la vía radical (sobre los altercados de Urquinaona o sobre el diálogo falso) también concluyó que visto lo visto, el acto de Puigdemont fue «un acto electoral, que inicialmente no estaba pensado para que fuera así pero que finalmente  sí», afirmó María Rovira, portavoz cupaire.

De hecho la CUP no quiso participar en el mítin, convocado por el <strong>Consell per la República</strong>, pese a que una de las formaciones que integran la CUP, Poble Lliure, sí forma parte del Consell. Un Consell que ayer celebró, con Puigdemont y Comín, reunión con sus «consells locales» en Catalunya. De este modo, como en el caso de la Crida, Puigdemont sigue desplegando un contrapoder respecto a los partidos independentistas.