MITIN DE PUIGDEMONT EN PERPINYÀ

'Estelades' y coronavirus en el "centro del mundo"

Miles de personas participan en el acto del Consell per a la República en Perpinyà

Miles de personas participan en el acto del Consell per a la República en Perpinyà. / periodico

Laura Puig / Fidel Masreal

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Estos días en Perpinyà solo habían dos temas de conversación: el mitin de Carles Puigdemont y el coronavirus. La expectación en la capital de los Pirineos Orientales, el "centro del mundo" según proclamó Dalí (en realidad se refería a la estación de tren) era máxima, en especial entre comerciantes y restauradores, pues ha doblado la población habitual de la población francesa.

El acto convocado por el Consell per la República Catalana ha coincidido con el arranque de la campaña electoral de las elecciones municipales francesas del 15 y 22 de marzo (es a dos vueltas). "Puigdemont es eurodiputado, por lo que tiene inmunidad y puede ir por toda Europa. Que haga lo que quiera. Yo lo que veo raro es que el mitin tenga lugar aquí y ahora. El sábado no habrá campaña por culpa de aquellos que apoyan a Puigdemont o le han hecho venir", explica molesto a EL PERIÓDICO Louis Aliot, el candidato de Reagrupamiento Nacional (ex-Frente Nacional) y que va primero en las encuestas, en referencia a su principal rival, el alcalde Jean-Marc Pujol, y el aspirante macronista, Romain Grau.

Aliot también cuestiona que tenga lugar un acto tan multitudinario en Perpinyà, con gente venida de Barcelona, donde ya se han detectado casos de coronavirus. Céline Pons, de una de las "grandes familias" de la ciudad, según afirma ella misma, es de la misma opinión. "Es una mala idea", afirma antes de hacer hincapié en que a pesar de que en esta ciudad existe cierta simpatía con el movimiento independentista, en especial desde que encarcelaron a los líderes políticos y otros se marcharon al extranjero, "esto en Francia, no Catalunya".­­­­

"Yo soy un alcalde libre", se defiende Pujol, amigo de Puigdemont desde la época en que el expresident era alcalde de Girona, pero evita posicionarse sobre el "debate" independentista y sostiene que lo que debería haberse hecho es un "referéndum en la totalidad de España y observar el voto en Catalunya".

Marea amarilla

El impacto en la ciudad ha sido evidente. 'Estelades' 'partout', la principal carretera de acceso a Perpinyà cortada al tráfico para servir de estacionamiento a los autobuses, calles bloqueadas por la policía municipal… El puente junto al recinto -bautizado con el nombre de Arnaud Beltrame, un teniente coronel de 44 años asesinado por un terrorista islamista el 23 de marzo del 2018 en Trèbes- ha sido tomado por una marea humana de color preeminentemente amarillo. 'Comme il faut'.

Apoyadas en la barandilla del puente tienen sus bicis Albert y David, de Portbou. Ya llevan 80 kilómetros sobre sus piernas y cuando acabe el acto tienen previsto volver pedaleando a su pueblo. "Elsa, Elsa, ¿te haces una foto con nosotros?", le preguntan a la concejala de JxCat en el Ayuntamiento de Barcelona Elsa Artadi, que en ese momento pasa por su lado.

Enric Olivella, un jubilado de 72 años de El Vendrell, llegó ayer a Perpinyà con su mujer y han pasado la noche en un hotel por miedo a que la policía española les "bloqueara" el paso. Roseline Pons lo ha tenido más fácil. Vive en Cabestany, al ladito de Perpinyà. "Hemos venido porque estamos por la libertad de todo el mundo. Siempre hemos dado apoyo al movimiento del 1 de octubre", explica.

Churros incómodos

Justo al pie del puente, en la recta de acceso al recinto, hay una parada de churros que hace removerse incómodos a muchos de los asistentes al mitin que pasan por su lado. "Churros. Especialidad española", reza en un cartel con un dibujo de un toro y la bandera española que su dueño se afana inútilmente en camuflar con una 'senyera'. "Tapa eso, por favor", le pide Xavi Serinyà, un joven de Girona. A pesar de la incomodidad, no pocos han comprado una ración para coger fuerzas.

Mientras esperan que empiece el acto, Mireia, de Vilassar de Dalt; Maria, de Manresa, y Maria, de Tarragona, charlan animadamente. Las dos Marias se conocieron en Estrasburgo en la marcha independentista celebrada el pasado 2 de julio y Mireia se ha añadido hoy al grupo. Las tres llegaron ayer por "miedo a la frontera". La conversación transcurre plácidamente hasta que esta periodista les pregunta qué opinan de la falta de unidad política en el independentismo. "Es terrible. Pero es que no tenemos buenos políticos", afirma Mireia. Maria de Manresa discrepa: "Desde el primer día, Puigdemont ha querido que fueran todos juntos y los de ERC no han querido". "Para predicar unión se debe de hacer unión", le replica Maria de Tarragona. "Si los del pueblo sabemos unirnos, los políticos tienen la obligación de hacerlo", intenta terciar Mireia.

Finalmente empieza el acto con una hora de retraso. "A ver si adivináis cuántos somos", pregunta la presentadora del acto, Lloll Beltran, a la multitud. "¡150.000 personas!", clama, antes de anunciar que debido al gran número de asistentes la organización ha decidido cerrar los accesos porque "ya no cabe nadie más". Y ante previsibles lipotimias o mareos bajo un sol abrasador, Beltran pide solidaridad entre el público. "Si tenéis una botella de agua, compartidla con quien tengáis al lado". Aquí no hay miedo al coronavirus.