PLENO EN EL PARLAMENT

"Esto no se aguanta"

Los diputados de JxCat  se levantan y aplauden a Torra mientras Pere Aragonès permanece a su lado sin aplaudir

Los diputados de JxCat se levantan y aplauden a Torra mientras Pere Aragonès permanece a su lado sin aplaudir / periodico

Xabi Barrena

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Quim Torra bajó del atril, cabizbajo y con mirada seria. Acababa de retar al presidente del Parlament (algo inaudito) a que le devolviera la condición de diputado de pleno derecho que Roger Torrent, decisión del secretario general del Parlament en mano, había revocado, según Junts per Catalunya, y meramente trasladado, según ERC. La bancada posconvergente rompió en aplausos al ‘president’ que se intensificaron cuando este tomó asiento. Entre  los republicanos, nadie movió una mano.

Y entonces, los ‘consellers’ de JxCat se levantaron para enfatizar el homenaje, arrastrando así a los diputados de su fuerza. Los miembros del Govern de ERC, entre ellos y el más expuesto a los focos por aquello de sentarse al lado de Torra, Pere Aragonès, se mantuvieron sentados y en el caso de este último, con cara de circunstancias. Esa imagen pasará a la historia como la del final de la alianza entre republicanos y posconvergentes, se produzca cuando se produzca el hecho administrativo, es decir, la convocatoria de elecciones.

Fue el líder del PSC el que puso título a esta imagen, un resumen para el que Miquel Iceta pidió la dispensa del hemiciclo dada su coloquialidad (lengua versallesco al lado de Lorena Roldán): «Esto no se aguanta».

Luego vino la decisión de JxCat, a modo de chantaje, que más podía doler a ERC. Si el motivo de Esquerra para acatar la retirada del escaño a Torra era evitar la parálisis del Parlament, Albert Batet anunció que su grupo no participaría en ninguna votación. Para muestra, la de los presupuestos del Parlament que fueron tumbados con ningún voto a favor, 16 en contra y con un censo de 101 diputados, todos menos los posconvergentes. Y en el horizonte, <strong>los propios presupuestos de la Generalitat.</strong>

Porque si una constante ha habido desde que ambos espacios políticos iniciaron su colaboración es que las relaciones entre ellos han sido pésimas. Sí han fluctuado, siempre bajo la teoría de los vasos comunicantes, los intereses de unos y otros. Así, por ejemplo, en otoño los posconvergentes aventaban que Aragonès poco iba a hacer para aprobar unos presupuestos con los ‘comuns’ porque ERC quería ir ya a las elecciones bajo el calor de las encuestas favorables.

Figura hostigada

Ahora, la sospecha viene del otro lado. Con el hostigamiento a la figura de Roger Torrent, --nacido el 30 de enero del 2018, cuando vetó la investidura imposible, por ineficaz y proscrita por el Tribunal Constitucional, de Carles Puigdemont—y el pacto entre ERC y el PSOE, los posconvergentes han construido un relato exitoso en la redes que tilda a los republicanos de poco menos que de traidores.

Además, el plante cauteriza la herida creada por unos presupuestos que, paradójicamente, tan ajenos son al ‘president’. Solo cabe recordar como Torra no acertó ni un solo dato de las cuentas cuando trató de apropiárselos en un pleno.

A todo esto hay que sumar que un eventual anticipo electoral (que llegará a muy tardar cuando el Supremo confirme la sentencia a Torra) dejaría en barbecho la mesa de diálogo entre gobiernos, el otro gran éxito de ERC. Un acuerdo en el que Torra quedó al margen . Y que, además, el 29 de febrero, el Consell per la República organizará un acto en Perpinyà, que se prevé multitudinario, a mayor gloria de Carles Puigdemont y su inmunidad europarlamentaria.

Todo ello dibuja una envolvente casi perfecta o, como mínimo, la mejor posible en las últimas semanas para una fuerza sobre la que las encuestas arrojan más sombras que luces.