La tristeza del mayor Trapero

Trapero en la Audiencia Nacional

Trapero en la Audiencia Nacional / periodico

Ángeles Vázquez

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Sin perder la compostura, pero con muestras de cansancio por dos días de exhaustivo interrogatorio, el mayor de los Mossos Josep Lluís Trapero optó este martes por mostrar su lado más humano y hablar "desde la tristeza no, lo siguiente". Justificó el correo que envió a sus hombres en el que expresaba su inquietud por la posibilidad de que el cuerpo desapareciera, diciendo: "Fui imputado por sedición por hacer mi trabajo lo mejor que pude. Me sentía injustamente tratado, yo y el cuerpo".

"Me provoca una tristeza enorme que un mando de policía tenga que escuchar las cosas que dicen que he hecho y no he hecho", dijo para reafirmarse, porque sus compañeros más próximos "piensan lo mismo". Sin darle tregua alguna, el teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Miguel Ángel Carballo, le repreguntó si no estaba confundiéndose y mezclándole a él con el propio cuerpo de Mossos y Trapero, sincero, admitió que era posible, pero insistió: su sentimiento es compartido.

Para no dejar un resquicio a la duda contestó al fiscal con un "claramente" la intención de los Mossos fue siempre la de "evitar el referéndum" ilegal, aunque no pudieran. Precisó que hablaba en su nombre y en el de los mandos, aunque, como en cualquier colectivo, "haya personas que no estaban a la altura". "Que no se pueda no quiere decir que no se quiera", repitió.

Su llamamiento a los mossos tras el 20-S a cuidar el uso de la fuerza en sus actuaciones lo justificó con la delicada situación que se vivía en Catalunya en el otoño de 2017, en la que cualquier cerilla "podía encender una hoguera importante" en Catalunya y no querer que los mandos policiales descargaran su responsabilidad en los agentes. [Juicio a Trapero y la cúpula de los Mossos | Últimas noticias en directo].

Mirada perversa

Durante todo el interrogatorio, Carballo, que dio muestras de conocer al dedillo la causa, intentó acreditar que los mossos tenían orden de no interferir en el referéndum ilegal y solo aparentaron cumplir las órdenes judiciales de impedirlo. Lo hizo con las actas de los binomios enviados a los colegios. 

Trapero se enrocaba en que como demostró el propio 1-O con los mossos disponibles, "ni con todos los cuerpos policiales", se podría haber evitar la votación, y el fiscal se vio obligado a precisar que él no imputaba delito alguno a los agentes; solo quería destacar la difícil situación en la que sus mandos les colocaron al fijar un dispositivo insuficiente. "No tenemos esa mirada perversa. Hacemos nuestro trabajo lo mejor que podemos", volvió a insistir el exjefe policial. 

El colofón a esa desconfianza fue también el del interrogatorio: Carballo puso en duda el plan para detener al expresidente de la Generalitat<strong> Carles Puigdemont, porque ni lo mencionó</strong> hasta declarar en el Supremo. Su abogada, Olga Tubau, interrumpió para decir que en la Audiencia Nacional había dicho que se puso a disposición del fiscal superior y del presidente del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya para lo que ordenaran. Con la pausa, Trapero se recompuso y respondió que no lo verbalizó porque "como mucha gente", entendía que no se llegaría a una declaración unilateral de independencia.

No leía todo

El acusado había dejado las bases del interrogatorio claras desde el primer minuto: “Partir de la premisa de que todos los informes que me enviaban me los leía, es mucho suponer. Uno no tiene capacidad de leer absolutamente todo lo que recibe en el correo”, aseguró. También para defender a unos compañeros de banquillo y a otros no tanto.

Aseguró que el Govern nunca le informó de sus planes  y que se "quedó a cuadros" cuando fue informado de que en una reunión con Hacienda, a la que el entonces secretario de Interior, César Puig, le pidió acudir, se había planteado la gestión de las aduanas en una Catalunya independiente.

Puig, que también se enfrenta a 11 años de prisión por rebelión, se disculpó con él, y Trapero se cuidó de asegurar que los mossos no tenían información previa, ni la facilitaron, como tampoco hacían con datos hoteleros que Hacienda les solicitaba tradicionalmente con fines fiscales y sobre causas judiciales.

Extravagante

En cambio tachó de "extravagante" un correo de quien era su director general, Pere Soler, en el que daba a entender que las órdenes políticas prevalecerían sobre las judiciales. "El problema es que nosotros no lo tuviésemos claro, ni me lo leí". "Tanto el señor Soler como (el 'conseller' Joaquim) Forn nos decían que la policía cumpliría siempre la ley. Si nos engañaron, no lo sé", añadió.

Su tono había sido muy didáctico para explicar cuáles eran las competencias del responsable de Interior, de las que sin duda quedaban fuera el cumplimiento de órdenes judiciales. Incluso, precisó que su advertencia ante el riesgo de desórdenes públicos el 1-O se incluyera la utilización de artefactos por colectivos anarquistas. Hasta entonces, dijo, ni había oído mencionar a los CDR.