DESDE MADRID

Colau, Iglesias y la victoria de los perdedores

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, el 8 de noviembre, en Madrid, en el cierre de la campaña electoral del 10-N.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, el 8 de noviembre, en Madrid, en el cierre de la campaña electoral del 10-N. / periodico

José Antonio Zarzalejos

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Pedro Sánchez perdió las elecciones ganándolas y Pablo Iglesias las ganó perdiéndolas. Tal ocurre en la política porque la victoria y la derrota suelen ser relativas. No debe extrañar que la victoria del socialista haya sido tan pírrica como para transformar en "ilusionante" el, para él, horrendo panorama anterior de albergar en el Consejo de Ministros a militantes de Unidas Podemos, ni tampoco que la derrota de los morados les haya resultado, en combinación con los resultados del PSOE, tan rentable. La cooperación de las debilidades genera una fuerte energía.

Porque las listas socialistas se han dejado el pasado 10-N más de 760.000 votos, tres escaños en el Congreso y 31 senadores, y las de Unidas Podemos, más de 600.000 y media docena de escaños. Débiles ambos contendientes por la pelea insomne entre abril y noviembre y más frágiles por la merma de electores y de escaños han decidido tomar ejemplo de las prácticas boxísticas y abrazarse en el ring para sostenerse mutuamente.

Iglesias ha tenido, no obstante, un poderoso contrafuerte en la segunda comunidad autónoma que reparte más escaños: Catalunya, que aporta al Congreso 48 diputados. Aquí, en el epicentro de la política española, en la zona cero de la crisis constitucional, el partido de Ada Colau ha aguantado posiciones. El 28-A los 'comunes' obtuvieron 614.000 votos  (14,89% y 7 escaños) y este 10-N han bajado a 546.000 (14,18% e iguales escaños). Descienden pero con más discreción.

No solo. El partido de la alcaldesa ha reducido hasta la insignificancia a Más País, de Íñigo Errejón, que ha obtenido en Catalunya el menguado resultado de 41.703 votos correspondientes al 1,8% de los sufragios emitidos, convirtiendo la plataforma del otrora estrecho colaborador de Iglesias en una meramente regional (Madrid) con una extensión valenciana que dispone de sustantividad propia (Compromís). Ni Manuela Carmena, con tan buen cartel, ha logrado comprometer en momento alguno la fortaleza de los 'comuns'. Colau y su partido han evitado que el cofundador de Podemos toque la cara a su actual secretario general, abofeteado el 26-M en la comunidad matritense. 

De tal manera que el bastón de mando en el grupo confederal que preside Iglesias en el Congreso se lo ha proporcionado Colau, que muy seguramente será la candidata a la presidencia de la Generalitat en unas próximas elecciones catalanas y, mientras estas se convocan, aumentará su influencia en la política española. La incisión de los siete diputados de los 'comuns' -uno de ellos asumirá, sin duda, una cartera ministerial si prospera la investidura de Sánchez y otro estará en la Mesa de la Cámara baja- va a ser decisiva en relación con Catalunya. Y de cómo administren este poder que les ha sobrevenido dependerá la solidez y continuidad del eventual Gobierno que forme Sánchez tras una investidura que todavía se balancea en la incertidumbre

Asens, hombre puente

El secretario general del PSOE tendrá que probar la dieta 'churchilliana' de digerir sus propias palabras y pechar con la presencia -notoria el martes en la Moncloa- de Jaume Asens, cabeza de lista de los 'comuns' por Barcelona, que en unas detonantes declaraciones afirmó que "el discurso de Sánchez tras la sentencia [del 'procés]"  le recordó "al del Rey del 3 de octubre" ('Eldiario.es' del pasado día 7 de noviembre). Ahora, Asens es el hombre puente con ERC. Aliados difíciles para el líder del PSOE estos 'comuns' que ya han superado la ambigüedad con unas reivindicaciones para Catalunya que resultan tan fronterizas con las independentistas que llegan a mimetizarse.

Cómo manejará Sánchez, si llega a gobernar, semejantes pretensiones es la principal incógnita, la que más desasosiega en Madrid y la que -como el propio líder socialista explicitó antes del abrazo monclovita- ofrece el flanco más débil de un posible Ejecutivo de coalición que ha de conciliar tantos intereses contradictorios y que, de alcanzarse un acuerdo, exigirá permanentes equilibrios. Según un sondeo exprés de Metroscopia, el 43% de la muestra de militantes socialistas consultados prefieren que el Gobierno no dependa de ERC frente a solo el 14% al que "no le importa" tal vinculación. 

En rigor, se tratará de un Gobierno, si se constituye, de breve recorrido temporal y advertido por la prudencia de que la(s) derecha(s) manejan bien el contrapié en las jugadas políticas que afectan a la política económica y disponen de tantos recursos emocionales como sus adversarios en las que atañen a la cohesión territorial del España. Además, el hecho de que la contienda interna en el independentismo no haya dirimido aún la hegemonía partidaria en ese movimiento complica mucho más la verosimilitud de la operación que intentan Sánchez e Iglesias. Porque la imprescindible ERC está en esa pelea independentista que, al parecer, y según el CEO dispone de menor apoyo popular: desciende al 41,9%. Los que no desean la segregación alcanzan el 48,8%, cifras que hay que tomar con la prevención de que no detectan el efecto de la sentencia del Tribunal Supremo ni de los incidentes vandálicos posteriores.

La inmunidad de Junqueras

El calendario, como ocurrió con la campaña electoral del 10-N, no favorece los afanes constructivos. Aparecen hitos inmediatos que van desde la determinación del tercer grado a los presos por sedición malversación (¿recurrirá la fiscalía si lo obtienen?), hasta el buen o mal fin de las órdenes de detención y entrega de los dirigentes fugados de la justicia española, pasando por la resolución del Tribunal de Justicia de Luxemburgo sobre la inmunidad de Oriol Junqueras que el abogado general de esa Corte respalda. Si es positiva para el presidente de ERC, Carles Puigdemont podría acceder a la condición de parlamentario en Bruselas y Estrasburgo. Muchas incertidumbres para tiempos confusos y convulsos que se enfrentan a una posible investidura traumática y a una legislatura que podría rozar lo imposible. Con Vox al fondo.