NEGOCIACIONES DE INVESTIDURA

Sánchez hace guiños a ERC para lograr su aval la investidura

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Juan Ruiz Sierra / Iolanda Mármol

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Desde que convocó las elecciones, el pasado febrero, Pedro Sánchez situó como objetivo prioritario no ceder a una coalición con Pablo Iglesias y no volver a depender de los partidos independentistas. Nueve meses después, sin embargo, en pos de deshacer un bloqueo que ha enervado a la opinión pública, ha asumido ambas realidades. Y muy rápido. Solo dos días después de las generales cerró el preacuerdo con Unidas Podemos. Ahora, su equipo pone todo el empeño en allanar la abstención de ERC, indispensable para salvar la investidura. Después de varios meses con mensajes especialmente duros hacia el mundo soberanista, Sánchez dulcifica su discurso, en un guiño para conseguir el imprescindible aval de los republicanos. Admite que en Catalunya existe una "crisis política", promete "diálogo", y aparca la reforma para tipificar penalmente los referéndums ilegales. ERC sigue en el 'no', porque quiere garantías de que el diálogo va a ser efectivo, pero deja la puerta abierta para seguir negociando.

Los puentes entre PSOE y ERC no se han llegado a quemar nunca, a pesar del clima de incendio en Catalunya tras la reacción independentista a la sentencia del 'procés'. Los mensajes de Sánchez, sumergido en la campaña del 10-N, tampoco ayudaban. Esa interlocución parece remar a favor de la posibilidad de que se alcance un acuerdo para salvar la investidura, un camino que ambas formaciones quieren transitar con cautela y discreción. Este jueves, el portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, se reunió con su homóloga en el PSOE, Adriana Lastra, para transmitirle que, si bien en julio pudieron abstenerse en un ejercicio de generosidad, ahora el contexto es más complicado. Los republicanos reclaman garantías de que habrá un diálogo real para poder avalar a Sánchez en la investidura que los socialistas quieren celebrar antes de Navidad. En un comunicado tras el encuentro, alegaron que siguen en el 'no' porque no ven indicio alguno de que el Estado abandone la "vía de la represión". Ambas partes se comprometieron a seguir hablando. 

Guante de seda

A la misma hora que se producía la reunión en el Congreso, Sánchez mantenía un encuentro en la Moncloa con el presidente electo del Consejo Europeo, Charles Michel. Inmediatamente después, abordó una comparecencia de prensa sin demasiados detalles de cómo había ido la conversación entre Lastra y Rufián. El líder socialista utilizó guante de seda. En un intento de allanar la negociación con ERC, abandonó el tono duro.

El presidente se refirió al problema catalán como una "crisis política", un concepto que había desterrado durante la campaña, cuando solo hablaba de una "un problema de convivencia". Además, aparcó la propuesta, lanzada hace solo semana y media, para reformar el Código Penal y recuperar el delito de referéndum, que el PSOE derogó en el 2015. Pidió "generosidad" y trató de colocar a ERC en una encrucijada. "El PSOE y Podemos somos las dos únicas organizaciones a nivel nacional que apuestan por el diálogo dentro de la Constitución para resolver la crisis política en Catalunya. Aquellos que se oponen a este gobierno progresista, que es el único posible, nos tendrán que explicar qué alternativa proponen, qué gobierno quieren", señaló.

El 'vicepresident', Pere Aragonès, le había reclamado poco antes una mesa de partidos estatales para el diálogo y volver al espíritu de la declaración de Pedralbes, que el Gobierno y la Generalitat firmaron el pasado diciembre, en la que suscriben que existe un "conflicto" que hay que encauzar mediante el "diálogo político efectivo". Aunque señaló que primero había que "activar" una mesa de ese tipo ya creada en el Parlament, Sánchez no cerró la puerta a las dos peticiones. Y, aviso a navegantes, la presidenta de la Diputación de Barcelona, Nuria Marín, del PSC, apuntó que aquel texto puede ser un buen "punto de partida".

Pero en el PSOE también comienzan a aparecer voces distantes con las negociaciones de su líder. Felipe González criticó que Sánchez e Iglesias se hayan repartido primero los "cargos", relegando las políticas, y el presidente de Castilla-la Mancha, Emiliano García-Page, cargó contra la posibilidad de "depender" de ERC. En la dirección socialista no dan importancia a estos mensajes y aseguran que el partido está "unido".