Movilización independentista

Bocadillo de Tsunami

Desalojo de manifestantes en La Jonquera

Desalojo de manifestantes en La Jonquera / periodico

Carlos Márquez

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Colocaron barricadas de todo tipo. Quizás con el recuerdo de Barcelona, esas noches en las que los Mossos usaban las furgonetas de la brigada móvil para dispersar a los manifestantes. Pero no, la policía francesa ha avanzado a pie, sin prisa, usando el gas pimienta para obligar a retroceder, levantando a los sentados, con algún que otro golpe de porra. Hasta alcanzar prácticamente la línea del lado español, donde recibía la policía catalana. Así, encapsulando y convirtiendo el tsunami en el jamón de un bocadillo, se ha ido extinguiendo la ocupación de la frontera. Algo más de 24 horas sin conexión rápida entre ambos países que ha derivado en cortes intermitentes de la paralela N-2, y en la demostración de que bastan unos pocos cientos para detener cualquier arteria, cualquier infraestructura. 

La noche ha sido fría, con una tramuntana que helaba el sueño. El campamento amanecía con una novedad: un par de grúas en el lado francés. Pocos minutos antes de las ocho de la mañana, un centenar de gendarmes se unían a los 30 que ya formaban el muro que defendía la primera pisada gala. A partir de ese momento, y tras advertir por megafonía en francés y en un atropellado catalán, los agentes se han puesto a andar y no se han detenido, superando todas las barricadas instaladas por los convocados por el denominado ‘tsunami democràtic’. Los jóvenes iban abandonando la primera línea conforme iban siendo víctimas del gas pimienta, que anega ojos y garganta. Los sanitarios voluntarios se han hartado de dispensar agua y gotas para aliviar el intenso dolor de esta arma de dispersión. 

Adiós campamento

A pesar de que el campamento exhibía un nivel de organización importante, ha bastado hora y media para desmantelarlo de arriba abajo. El escenario, el lavabo, las tiendas de campaña, las hogueras… Los independentistas se han apresurado a recoger los bártulos para que no les pillara la lenta ola de gendarmes, que han terminado la jornada con 18 detenidos, a lo que hay que añadir otros dos por parte de la policía catalana.  

Tras el desalojo, realizado a través de un par de pistas forestales que van a parar a El Pertús, cuya calle principal y bares se han llenado de catalanes como si esto fuera un sábado de Navidad en Andorra, todos los manifestantes, menos de mil, se han esparcido por la N-2, donde ha dado comienzo un goteo de cortes, de manera que La Jonquera, sin autopista, que ha recuperado la normalidad cinco horas más tarde tras varias horas de chapa y pintura, y sin la carretera de toda la vida, ha dejado de ser puente vial entre ambos estados. Los independentistas han ido de aquí para allá, sin un rumbo claro, hasta que han sido convocados en una de las rotondas de la entrada del municipio.

Planes de verano

Antes de ensañarse con la carretera de La Jonquera, en un enorme bar de la calle principal de El Pertús, decenas de catalanes desayunaban tras ser desalojados de la AP-7. Lo más comentado, con mucha diferencia, eran los efectos del gas pimienta lanzado por la policía francesa. “Tanta ‘liberté’ y ‘fraternité’ y mira cómo nos han dado”, decía una mujer de Vic. “A mí me han pegado con la porra en la cabeza”, exhibía un hombre, con un trozo de cráneo calvo cubierto por una enorme tirita. Todos pendientes del teléfono para ver si los ‘comendatores’ del tsunami había dicho algo en el canal de Telegram. Otro de los comentarios más repetidos era el éxito del corte de la frontera, perpetrado por menos de mil personas y soportado durante un día entero. “Imagina que lo hacemos en verano y con 10.000 personas”, invitaba un vecino del Vallès.

El mayor susto de la jornada lo ha dado un camionero que ha perdido los nervios y ha estado a punto de llevarse por delante a un montón de manifestantes en La Jonquera. Ha sido detenido por los Mossos, pero lo peor es que ha encendido unos ánimos que por aquel entonces estaban bastante calmados. A las 16.30 horas todos han mirado sus móviles: manifestación en Girona contra "las cargas policiales en El Pertús". Se temía por el AVE, pero han terminado ocupando la AP-7 a la altura de Sant Gregori. Ni que sea por aquello de intentar cumplir lo prometido: ocupar tres días la autopista, aunque sea en distintos puntos.