CAMINO AL 10-N

Sánchez ajusta su campaña por el miedo al parón económico

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Iolanda Mármol

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Catalunya hace ruido pero no está nada claro que el conflicto por la sentencia del ‘procés’ determine el voto del 10-N más que la economía. Los análisis demoscópicos que los partidos vienen haciendo en los últimos días tratan de medir el grado de preocupación que el electorado siente ante el frenazo mundial y si empieza a arraigar entre los ciudadanos miedo a que este contexto les afecte pronto al bolsillo.

El PP ya ha apostado por esa hipótesis y la Moncloa parece sumarse también a ella. Desde hace semanas Pedro Sánchez subraya la necesidad de formar Gobierno lo antes posible para garantizar la estabilidad y dar una respuesta progresista al enfriamiento de la economía. Dos nuevos acontecimientos han servido en bandeja argumentos para reforzar esta táctica. Tanto en la crisis de Thomas Cook como en la de los aranceles que Estados Unidos quiere imponer a las exportaciones agroalimentarias españolas el Gobierno ha respondido con contundencia, consciente de que en plena campaña necesita exhibir eficacia frente a estos reveses económicos y los que están por llegar. En el primer caso, ha preparado un paquete de 300 millones de euros para rescatar a los afectados. En el segundo, España confía en amortiguar un revés que puede costarle a la economía 1.000 millones de euros y no descarta <strong>represalias</strong> contra al administración de Donald <strong>Trump</strong>. 

El Ejecutivo mira con lupa no solo cómo la preocupación económica aumenta entre los españoles sino también qué nuevos impactos pueden producirse hasta el 10-N que afecten a la percepción de los ciudadanos. “Estamos muy atentos a que se pueda producir un cambio sustancial”, reconocen fuentes gubernamentales. Por el momento, la ministra de Economía, Nadia Calviño, no descartó este viernes que el Gobierno se vea forzado a reducir las proyecciones de crecimiento después de que el Banco de España rebajase sus previsiones y de que la revisión metodológica del Instituto Nacional de Estadística (INE) apunte en la misma dirección.

Aunque los datos macros son trascendentales, los partidos saben bien que el impacto económico sobre el voto viene determinado por la percepción en las economías domésticas, y ahí tiene un peso específico el dato del paro.

Sánchez afrontará el 10-N con una previsible mala evolución de de la Encuesta de Población Activa (EPA) que se dará a conocer el 24 de octubre y el dato del paro de este mes, que se publicará el 5 de noviembre.

En este contexto, el PSOE ha propuesto que el debate electoral de campaña se celebre el lunes 4 de octubre. El PP presiona para que sea el día siguiente, ya con el paro publicado. “No debería decir lo que opino de un posible uso electoral de los datos de empleo”, se frenó Calviño al ser preguntada por ello, "hablamos de la vida de las personas, y todos queremos que los datos sean lo más favorables posible para la vida de las personas".