Aniversario del 1-O

Una jornada de perfil bajo en la calle

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Júlia Regué

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La conmemoración del segundo aniversario del 1-O se reconvirtió en una jornada de movilizaciones de perfil bajo que quedó diluida por la proximidad de la sentencia del Tribunal Supremo. Partidos y entidades soberanistas trataron de ofrecer una imagen de unidad para insinuar sus intenciones ante el fallo de los magistrados (sin detallar si quiera cuáles son sus planes); los Comités de Defensa de la República (CDR) salieron las calles, se manifestaron y cortaron alguna carretera, pero no lograron exhibir el músculo de anteriores jornadas a lo largo y ancho de Catalunya; y la ANC entregó a sus territoriales el poder de convocatoria y se echó a la calle en unos 20 municipios.

En Barcelona, el grupo de la Assemblea en la Esquerra del Eixample lideró una marcha que recorrió el centro de la ciudad, desde la plaça de Catalunya hasta el instituto Jaume Balmes (donde hubo cargas policiales el 1-O), haciendo una parada ante la sede de la Comisión Europea en el paseo de Gràcia. La marcha congregó a unas 18.000 personas, según la Guàrdia Urbana, que lucieron ‘estelades’ y lazos amarillos al grito de "1 de octubre, ni olvido ni perdón".

"No olvidar" el objetivo

Una manifestación que no encabezaron los partidos políticos ni tampoco las primeras espadas de las entidades bajo el lema "Lo hicimos y ganamos", sino los simpatizantes de la ANC. En los aldeaños de la delegación del Gobierno, leyeron un manifiesto en el que denunciaron el intento de "vaciar de legitimidad" el referéndum y reclamaron "no olvidar" el objetivo de la independencia por la "represión": "No nos podemos permitir más declaraciones de independencia simbólicas", zanjaron. Un grupo de asistentes empañó la pacífica marcha increpando y lanzando líquidos a una periodista de Telecinco que cubría el acto.

Otro epicentro de la jornada fue la cárcel de Lledoners, lugar hasta el que confluyeron distintas marchas de antorchas que salieron de pueblos cercanos convocados por la ANC y a las que sí acudieron diputados independentistas. ERC marcó perfil propio con un acto en Fonollosa, localidad en la que también se registraron cargas de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.

Como suele ser habitual, los que más madrugaron fueron los CDR. Lanzaron un comunicado que acusaba al Estado de actuar "como una bestia malherida dispuesta a atacar ferozmente" y avisaron de que serán ellos quienes harán "temblar al enemigo".

Unas 150 personas se juntaron en las calles de Girona y se manifestaron ante el cuartel de la Guardia Civil y la subdelegación del Gobierno. Hubo un menor identificado por arrojar pintura al cordón policial y fue denunciado por desórdenes públicos. Los Mossos d’Esquadra blindaron edificios e infraestructuras para evitar altercados.

El guion se repitió en Tarragona: los CDR se dirigieron por la mañana a la delegación del Govern y entregaron un manifiesto exigiendo la implementación de la república. Otro colectivo protestó en silencio frente a la Audiencia Provincial, la comisaría de Policía y la comandancia de la Guardia Civil. Por la tarde, unas 200 personas cortaron la autovía A-7.

En Lleida, unos 300 estudiantes recorrieron el centro de la ciudad y leyeron un manifiesto ante la subdelegación del Gobierno.

En Sant Julià de Ramis, localidad de Carles Puigdemont, organizaron una consulta en la que acordaron cambiar la festividad local al 1 de octubre.