LA ENCRUCIJADA CATALANA

1-O, aniversario en tregua

Con Catalunya convertida en eje de la campaña, el soberanismo recuerda el 1-O perfilando la respuesta a la sentencia del 'procés' y con movilizaciones menos concurridas que las de sus días grandes

Acto en recuerdo del 1-O.

Acto en recuerdo del 1-O. / periodico

Daniel G. Sastre

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Con Catalunya convertida en epicentro de la batalla preelectoral para las generales, el segundo aniversario del referéndum del 1-O transcurrió con una apacibilidad solo rota por los discursos de algunos líderes políticos. Todavía azorado por la detención, hace una semana, de nueve miembros de los CDR acusados de preparar actos "terroristas", el soberanismo se dio margen hasta la inminente sentencia del juicio del ‘procés’ para dar una respuesta contundente al Estado. Hubo tregua en la calle, donde las grandes manifestaciones transcurrieron sin incidentes, y tregua entre los partidos independentistas, que intentan superar sus diferencias estratégicas.

El soberanismo aprovechó la jornada para tratar de poner en orden sus ideas cara a la reacción a la sentencia. Quim Torra ya ha avisado de que el día que se pronuncie el Supremo se abrirá una "nueva etapa", pero aún no están claras cuáles serán sus líneas maestras. De momento, solo la ANC ha expuesto un plan definido: el de «colapsar» la red viaria –que ayer apenas se vio alterada por las movilizaciones– cuando se conozca el fallo.

La réplica de Puigdemont

Otro esbozo de réplica a la sentencia llegó desde Bruselas. El ‘expresident’ Carles Puigdemont reapareció en escena para anunciar que tras el fallo se reunirá la Assemblea de Càrrecs Electes, una plataforma paralela a las instituciones legislativas que se quiso impulsar cuando Quim Torra llegó al poder pero que apenas ha tenido actividad. Se trata de responder al Supremo con una única partitura, pero de momento no se ha escrito en ella ninguna nota.

En otro esfuerzo por exhibir unidad, Torra y el 'vicepresident' Pere Aragonès empezaron el día leyendo un manifiesto en el que se comprometían a avanzar «sin excusas» –pero también sin concreciones– hacia la «república catalana». Ese acto institucional marcó la pauta de los que se produjeron después: solemne, simbólico, muy centrado en recordar a quienes, hace dos años, fueron «golpeados por las fuerzas policiales enviadas por el Estado español».

El rechazo a las imágenes de las violentas cargas del 1-O, que se fueron repitiendo durante todo el día en TV-3, seguramente constituye a día de hoy el vínculo más potente entre los partidos independentistas. Sin embargo, conscientes de que una parte importante de sus votantes está esperando indicaciones de sus líderes, representantes de JxCat, ERC y la CUP acompañaron a la ANC y Òmnium en otro acto para llamar a la ciudadanía a responder a la sentencia "desde la lucha no violenta y la desobediencia civil pacífica".

El factor violencia

Las peticiones de sosiego menudearon durante toda la jornada. Para el independentismo, los poderes del Estado tratan de construir un «falso relato» que busca vincular el movimiento con la violencia, y por eso la Audiencia Nacional acusa a los detenidos la semana pasada de preparar actos "terroristas". Para los grandes partidos españoles –excepto Podemos–, sin embargo, el soberanismo, y en particular el presidente de la Generalitat, actúa de manera irresponsable al no desmarcarse de los arrestados pese a los autos judiciales que describen planes como asaltar el Parlament, elaborar explosivos o sabotear infraestructuras clave.

La inminencia de la sentencia, cuya publicación se prevé para antes del 15 de octubre, y de las elecciones hizo que los principales candidatos explicaran sus planes para Catalunya. El aspirante socialista, Pedro Sánchez, avisó por ejemplo de que el artículo 155 de la Constitución se puede aplicar con un Gobierno en funciones. «Espero no llegar a ese extremo, no tiene que llover sobre mojado», dijo el líder del PSOE, cuya campaña, encabezada por el lema Ahora, España, busca dejar claro a los indecisos que no le temblará el pulso si crecen las tensiones territoriales.

Le respondió enseguida el líder del PP, cuyo partido sí tiene experiencia en suspender la autonomía catalana. Según Pablo Casado, «no es muy creíble que alguien que es investido por Torra y Junqueras, a los que debe el cargo, vaya a poner orden contra los independentistas».

Tampoco Ciudadanos quiso dejar de explotar la veta catalana. El partido, que el lunes defenderá en el Parlament una moción de censura contra Torra condenada al fracaso, abandera la firmeza contra el independentismo. Su líder, Albert Rivera, pidió desde Barcelona a Sánchez una «reunión de Estado» para hablar sobre Catalunya.

Las manifestaciones que se celebraron por la tarde en varios puntos de Catalunya –la de Barcelona reunió a 18.000 personas, según la Guàrdia Urbana– no hicieron sino confirmar la impresión de que la situación es de compás de espera. Hasta que se conozca qué condenas caen sobre los líderes del ‘procés’, y la reacción del independentismo, no podrá calibrarse si estamos efectivamente ante una nueva fase del enfrentamiento entre bloques o se abre algún camino hacia el entendimiento