Catalunya, eje de campaña

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Juan Ruiz Sierra / Pilar Santos

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Catalunya amenaza con convertirse en el eje principal de la campaña para las elecciones del 10 de noviembre. Ni los motivos de la repetición de las generales, ni los malos datos económicos, ni los posibles pactos tras el paso por las urnas. Catalunya. La sentencia del Tribunal Supremo sobre el 1-O, que se espera para mediados de octubre, y la reciente detención por terrorismo de varios miembros del Equip de Resposta Tàctica (ERT) pueden acabar copando todo el debate. Los partidos hacen cálculos sobre cómo puede afectar en el resultado final, con los dos principales candidatos, Pedro Sánchez y Pablo Casado, centrando buena parte de sus discursos en la situación actual y la que está por venir. 

Los socialistas temen que la crisis territorial se agrave al calor de la sentencia. El previsible aumento de la tensión eclipsaría el discurso que Sánchez quiere trasladar en todos sus actos, en los que él aparece como el único que puede salvar a España de la "parálisis" , y al mismo tiempo tambalearía la tesis del Gobierno de que su "política de diálogo" ha funcionado pese a todo. En opinión del Ejecutivo, el independentismo "radical" tiene ahora menos fuerza que hace un año y medio, cuando el líder del PSOE llegó a la Moncloa a través de la moción de censura. Habrá que verlo en las próximas semanas.

Sánchez ha entrado de lleno en el modo campaña. El sábado protagonizó el comité federal de su partido, el domingo la Festa de la Rosa del PSCFesta de la Rosa, en Gavà, y este lunes presentó su campaña, que tendrá como lema ‘Ahora Gobierno, Ahora España’Tendrá actos por toda España cada día de esta semana. Los socialistas creen que una parte de su electorado tradicional puede tener la tentación de quedarse esta vez en casa, así que se vuelcan en la movilización.  

Las llamadas al voto útil son constantes en los discursos del presidente en funciones, pero también las advertencias al independentismo, sobre todo después de que republicanos y neoconvergentes mostraran su apoyo a los detenidos. "Los independentistas han cometido errores gigantescos. Les reclamo que no cometan el peor de todos, que no jueguen con fuego, que condenen la violencia", señaló este lunes. 

Pablo Iglesias no ocupa ningún espacio en los discursos del presidente. Pero sí Íñigo Errejón, que aspira a atraer a simpatizantes socialistas descontentos con la repetición electoral. "Somos la izquierda que no se avergüenza jamás de esa palabra que es España", dijo Sánchez, jugando al contraste con el antiguo número dos de Podemos, cuya formación se llama Más País, en lugar de Más España. "Hablamos en nombre de Catalunya porque somos la esencia de Catalunya", zanjó el líder socialista.

Ley de seguridad nacional

El PP, como escenificó este lunes en Barcelona, donde Casado quiso celebrar el comité de dirección, ya se ha olvidado del 155 y prefiere apoyarse en otras leyes "básicas", como la ley de seguridad nacional, con la que la Moncloa podría intervenir a los Mossos en caso necesario. Los conservadores consideran que ante los presuntos contactos de Quim Torra con los detenidos del ERT hay que aplicar esa norma para que la policía autonómica deje de "recibir órdenes ilegales", informa Júlia Regué. 

Fuentes del núcleo duro de Casado sostienen que su líder debe tener "altura de miras" no dejarse arrastrar (al contrario de lo que hizo hasta mediados de año) por Ciudadanos y Vox. Los naranjas, vistos sus primeros pasos, seguirán con Catalunya en el centro de sus políticas. Después de más de un año de justificar por qué no presentaban una moción de censura contra Torra, ahora, cuando las encuestas le dan la espalda y tras el desafío del Parlament, Rivera ha dado luz verde. De hecho, este martes, segundo aniversario del  1-O, el político catalán presidirá la reunión del grupo en el Parlament para sacar pecho de la iniciativa. No llegará a nada, porque los números no dan, pero Ciudadanos intentará retratar al PSC, que no apoyará la moción, en un intento de cerrar la fuga de votos que temen que acabe en los socialistas. 

Vox, que ejerce la acusación popular en el juicio del 1-O, no ha querido apoyarse en esa posición privilegiada en el juicio para sacar provecho, aunque confían en que, tras el fallo del Supremo, los votantes les premien y recuerden su labor contra los dirigentes soberanistas, sostiene un alto cargo del partido ultra.