LA ENCRUCIJADA CATALANA

El independentismo admite que solo salvó la Diada más compleja

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Fidel Masreal

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"¿La Diada? Afortunadamente ya ha pasado", así resume un dirigente político del independentismo el estado de ánimo y la valoración tras el Onze de Setembre de de este año. La coincidencia entre todos es que se trataba de la conmemoración más complicada de los últimos años debido al clima de división previo entre los distintos líderes y partidos soberanistas.

Lo más llamativo de las valoraciones en privado es que se subraya que no se pueda decir que el independentismo está muerto en la calle, por la masiva asistencia a la convocatoria de Barcelona pese al descenso de participantes respecto a años anteriores. En este sentido, el presidente del ParlamentRoger Torrent, de ERC, ha hecho hincapié en la persistencia del movimiento independentista: "No son tan interesantes las cifras como el movimiento de fondo y la resiliencia del movimiento. Las cifras son relativas, si se trata de contarnos, contémonos a las urnas", ha defendido en una entrevista a Radio 4 y ha destacado que "no hay otro movimiento civil y político en Europa que se haya manifestado de forma tan masiva, cívica y de forma persistente" como lo hace el independentismo catalán.

Menos alegría

"Es obvio que la alegría no era la misma", admite un dirigente.  "La gente está más cansada", añade otra representante política. La sensación entre los políticos es que deben "ponerse las pilas" en relación a la cuestión clave, tejer la estrategia común. "Se está haciendo", aseguran en JxCat, y recuerdan la cumbre de partidos y entidades hace quince días en Ginebra, Suiza.

El conflicto entre ERC y Puigdemont sigue vigente, pese a las apelaciones de la ANC y Òmnium a la unidad. Los partidarios del 'expresident' se pregunta si el discurso republicano de sumar más apoyos al independentismo y de recuperar el 80% de apoyos al derecho a decidir logra o lograría llenar más las calles en jornadas como la de ayer.

"Estamos en transición", se reconoce, y se pone el foco en la necesidad de las bases independentistas perciban que la vocación de unidad es cierta.

El silencio español

Otra de las resacas de la Diada en el seno del soberanismo tiene que ver con la reacción, o la no reacción, del resto del Estado y sus instituciones. En JxCat se insiste en el mensaje al Estado de que "el independentismo no desaparecerá" y se preguntan qué impide a Pedro Sánchez tomar la iniciativa. Torrent ha acusado el presidente del gobierno español en funciones y líder del PSOE de tener la voluntad de "cronificar" el conflicto con Catalunya y le ha advertido de que "no se puede retener por la fuerza toda la población" que desea la autodeterminación y la independencia.

Mientras, las estrategias de fondo siguen igual de divergentes que el martes, antes de la tregua de la Diada. El 'preisdent' Torra insiste en la desobediencia para acceder a la independencia. La CUP plantea un escenario parecido, mientras que en el PDECat existe división de opiniones entre Puigdemontistas y moderados, mientras ERC mantiene su estrategia basada en ampliar la base social del independentismo y optar a un nuevo referèndum o convocar elecciones anticipadas. Los republicanos -objeto implícito de las críticas de la ANC en la manifestación, por haber negado validez definitiva al 1-O o desvincularse de la unilateralidad- no dan tampoco muestras de apearse de su estrategia.