ENDIABLADA INVESTIDURA

Sánchez solo verá a Iglesias si las negociaciones avanzan

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, antes de su reunión del pasado 9 de julio.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, antes de su reunión del pasado 9 de julio. / periodico

Iolanda Mármol

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Pedro Sánchez retoma las negociaciones políticas dos semanas más tarde de lo anunciado inicialmente y con todos los partidos tan atrincherados en sus posiciones que el optimismo se ha convertido casi un lujo. Tras el fiasco de la investidura en julio, el PSOE desconfía y avanza con cautela. Quiere cerrar esta semana un encuentro exploratorio con el equipo técnico de Unidas Podemos para tantear si hay avances que aconsejen una reunión entre el presidente en funciones y Pablo Iglesias o si, por el contrario, se constata que no hay nada que pueda enmendar una cita personal entre los líderes. 

El PSOE confirmó este lunes que la maniobra de aproximación la harán los equipos negociadores, como adelantó por este diario el pasado miércoles, para confirmar si hay señales de acercamiento o si las posiciones son irreconciliables. De momento, no hay indicios de entendimiento y ni siquiera se ponen de acuerdo en qué deben discutir. Los socialistas quieren sentarse a analizar con el equipo designado por Iglesias las 300 medidas  (documento adjunto) que Sánchez presenta este martes en Madrid como programa de Gobierno, pero se niegan en volver de nuevo sobre una coalición que consideran inviable. Los podemistas, que insisten en el cogobierno, piden negociar los contenidos pero también el reparto de ministerios.

Tomar las riendas

“Si nos sentamos es para hablar de un gobierno integral que incluya el programa  y la estructura de gobierno”, advertía este lunes la portavoz podemista, Noelia Vera. “No vamos a investir al presidente a costa de cualquier cosa”, respondía la vicepresidenta, Carmen Calvo.

Con estos mimbres, a la hora del cierre de esta información no se había fijado ni la fecha para la reunión de los equipos negociadores de PSOE y Unidas Podemos, que los socialistas enmarcan en esta semana.

Si se llegarán a ver Sánchez e Iglesias es una incógnita. El líder podemista no esconde que la negociación hubiese ido mejor en julio si él hubiese tomado las riendas llegado a un determinado momento. Con esa reflexión de fondo y una creciente presión interna, se avino la semana pasada a negociar la oferta que entonces planteó el PSOE y que él rechazó. Ahora, aunque percibe a Sánchez en rumbo a elecciones, cree que todavía tiene una oportunidad de conseguir la coalición, quizá en el último momento.

El entorno de Sánchez asegura que el presidente en funciones no mira atrás y no volverá a poner sobre la mesa un cogobierno que, en realidad, nunca le encantó.

Sánchez reactiva la iniciativa con la presentación de su programa de Gobierno, una batería con 300 medidas que incluyen, dicen los socialistas, medidas fundamentales para Podemos. Tras darlas a conocer, el presidente viajará el miércoles a Bilbao para reunirse con el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, que será la primera cita entre ambos.

También el miércoles, a las diez de la mañana en el Congreso, el secretario de Organización del PSOE y la portavoz parlamentaria, José Luis Ábalos y Adriana Lastra, se sentarán con el portavoz y la diputada de ERC Gabriel Rufián y Carolina Telechea. Los republicanos han mentenido durante todo el verano las vías de comunicación abiertas con el Gobierno.

Fuentes socialistas indican que en esta ronda no está previsto encuentro alguno con los posconvergentes de JxCat.

Nuevo contexto

El PSOE pondrá sobre la mesa un factor que en julio pesaba menos: la necesidad de un Gobierno estable para pilotar al país en un contexto internacional adverso. La previsible salida sin acuerdo del Reino Unido, el enfriamiento de la economía en la UE, la caída de la producción del sector industrial y la guerra comercial entre Estados Unidos y China no solo afectarán a España, sino que es necesario un Ejecutivo que tome medidas para paliar esos impactos.

Esta reflexión empieza a colarse en los argumentarios esgrimidos por la Moncloa para reclamar estabilidad y la formación de un gobierno “solvente”.