INVESTIDURA EN EL AIRE

Negociar en precampaña

El clima electoral agita la bronca política y lastra las reuniones de Sánchez con sus 'aliados'

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en el pleno del Congreso de este jueves.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en el pleno del Congreso de este jueves. / periodico

Iolanda Mármol

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Cuentan los socialistas que negociaron en el 2016 el infructuoso pacto con Podemos que, tiempo después, comprendieron que el acuerdo nunca fue posible, porque Pablo Iglesias había decidido ir a elecciones, atrapado en su obsesión por sobrepasar al PSOE en una repetición electoral. Y explican, casi desde el rencor, que lo mejor que hizo para confundirles fue aparentar un enorme interés en el diálogo cuando, en realidad, esa predisposición solo era un arma para volver a las urnas acusando a los socialistas de ser los responsables.

Creen ahora en Unidas Podemos que Pedro Sánchez aprendió la estrategia. Están convencidos de que esta vez es él quien no quiere negociar, aupado por encuestas que le auguran grandes éxitos, y que todo cuanto haga el presidente en estas semanas será para conseguir una mayor ventaja en las legislativas del 10 de noviembre.

Aunque Iglesias se aferra a una estrecha posibilidad de conseguir a última hora la coalición de gobierno; aunque Sánchez alberga la remota esperanza de que el líder morado le apoye sin colarse en la Moncloa, ambos encaran la última ronda negociadora, inevitablemente, como el arranque de una más que posible campaña electoral. En estas circunstancias, lo previsible es ver en los próximos días un enorme empeño de acercamiento por ambas partes aunque no conduzca más que a un desencuentro.

Nerviosismo

El acalorado debate acalorado debatedel pasado jueves en el Congreso evidenció esa contradicción, la de desear un acuerdo con la munición cargada para el ataque. En los pasillos, Podemos pedía acelerar la negociación y Sánchez llamaba a la responsabilidad. Pero los portavoces de ambos grupos, dentro del hemiciclo, sacudieron las críticas como si estuviesen ya en el escenario de un mitin electoral.

En este clima de confrontación, Sánchez retoma esta semana unas negociaciones que estaban anunciadas para quince días atrás, un diálogo que quiere basar en el programa con 300 medidas que presentará el martes. Al día siguiente, el presidente en funciones tiene previsto viajar a Bilbao para reunirse con el líder del PNV, Andoni Ortuzar y posteriormente con responsables del Partido Regionalista Cántabro (PRC). No hay agenda cerrada para los encuentros con Pablo Casado, Albert Rivera e Iglesias ni certeza absoluta de que vayan a producirse.

En la Moncloa perciben “mucho nerviosismo” en la dirección de Podemos. No solo por el cambio de posición de Iglesias, que ahora se muestra dispuesto a negociar la oferta del PSOE que en julio despreció, sino también por “el tono” de los morados en el Congreso, en sus "intervenciones en los medios de comunicación y en las redes sociales", indican fuentes gubernamentales.

Las mismas fuentes apuntan que, en este tiempo negociador que se abre hasta el 23 de septiembre, día en que las Cortes quedarían disueltas y se convocarían elecciones si no hay investidura, esperan algún golpe de efecto de Iglesias, movido ya sea por su voluntad de alcanzar un acuerdo ‘in extremis’ o por la convicción de que hay repetición electoral y necesita poner la responsabilidad sobre los hombros de Sánchez ante la opinión pública.

También el resto de partidos afronta esta recta final hasta el 23-S con la vista puesta en la repetición electoral. De hecho, la sensación de que Sánchez está dejando consumir el tiempo fue uno de los reproches más compartidos por la oposición en en último pleno del Congreso, que fue, también, el primero después de la investidura fallida del 25 de julio y el que claramente indicó que nada sustancial se ha movido desde entonces. De momento.