DE DOÑANA A LA MONCLOA

Sánchez vuelve para el 'examen' de septiembre

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en la Moncloa.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en la Moncloa. / periodico

Iolanda Mármol

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Suele contar Pedro Sánchez que los referentes políticos de su juventud fueron Manuel Azaña y Willy Brandt. Del presidente de la II República aprendió que la política es un "continuo tejer y destejer", porque cuando crees haber resuelto un problema hay otros veinte sobre la mesa. Del canciller alemán, conoce su máxima. "Una situación se convierte en desesperada cuando empiezas a pensar que es desesperada". En esa frontera que va del tejer y destejer a la desesperación, Sánchez vuelve de sus breves vacaciones (una semana en Doñana) para afrontar una nueva ronda de negociaciones que encara desde la máxima prudencia. Es la última oportunidad, real o escenificada, de alcanzar un acuerdo de investidura antes del 23 de septiembre para evitar una repetición electoral el 10 de noviembre que nadie dice querer pero que, ante el atrincheramiento de posiciones, cada día resulta más probable.

Es cierto que Sánchez parece haber tomado nota de una crítica transversal que sus potenciales aliados esgrimieron durante el debate de la investidura fallida, el 25 de julio: el desprecio, la displicencia, la altanería con la sintieron que el PSOE había manejado las negociaciones. El presidente en funciones ha decidido ahora prescindir de emisarios a los que confió parte de las conversaciones en junio (el ministro de Fomento José Luis Ábalos y la portavoz parlamentaria Adriana Lastra) y prevé sentarse él a atar los votos que necesita partido a partido. Si no lo logra, podrá decir en campaña que lo intentó a fondo.

Aislar a Podemos

El primer encuentro tras las vacaciones será con el líder del PNV, Andoni Ortuzar, en Bilbao. No se verán este lunes, como algunas fuentes apuntaban, aunque el PSOE dice querer fijarlo "pronto", para los próximos días con la expectativa puesta en que el grupo vasco transite de la abstención al apoyo. 

La ronda continuará con ERC y JxCat. Sánchez trata de amarrar primero los votos de las formaciones nacionalistas y deja para el final a Unidas Podemos para aislar a Pablo Iglesias. ¿Acudirá el presidente en funciones a Barcelona como visitó a Compromís en València? La idea de volver a Catalunya parece muy arriesgada para un escenario en que Sánchez está determinado a avanzar con todas las cautelas. 

Los republicanos ya adelantaron en julio que no garantizan una nueva abstención en septiembre, pero fuentes de ERC confirman a este diario que han mantenido contacto fluido con el Gobierno tras la investidura fallida. JxCat votó en contra y no hay nada que permita deducir un cambio de posición. El contexto no ayuda. Aunque las elecciones son evitables hasta el  23 de septiembre, el clima político en Catalunya volverá a enrarecerse antes, con la celebración del 11 de septiembre, amén de la respuesta que pueda haber a la sentencia del juicio del ‘procés’.

El calendario juega en contra de Sánchez, pero también de Iglesias, que, de no haber acuerdo, se expone a una repetición electoral con todo en contra: el líder podemista asume que perdería diputados y, además, él no podría estar al frente, porque la campaña le coincidiría con la baja de paternidad.

Desde el Ejecutivo insisten en que Sánchez ha descartado ya el Gobierno de coalición bajo el argumento de la "desconfianza recíproca".desconfianza recíproca A partir de ahí, hay varias aproximaciones. Una parte de los socialistas da por hecho que el presidente ya ha asumido que debe volver a las urnas y que esta última ronda solo busca evidenciar que Iglesias es el culpable. Otras voces apelan al pragmatismo: opinan que Sánchez puede volver a ofrecer la vicepresidencia y los tres ministerios (Vivienda, Igualdad y Sanidad) que Unidas Podemos dejó escapar en julio. ¿Es esto descabellado? Los menos acarician la idea de que IU, en desacuerdo con Iglesias, haga implosionar Unidas Podemos. 

Desánimo morado

Fuentes del círculo más próximo a Iglesias relatan que el fiasco en julio le dejó desanimadoadmitió a personas de confianza que había cometido un error al pensar que Sánchez aceptaría su última contraoferta (conseguir las políticas activas de empleo), que se equivocó aunque lo hizo lo mejor que supo.

Podemos defiende que sigue siendo posible la coalición que acariciaron, un puente de plata para el futuro político de Irene Montero y la dura asunción del declive del liderazgo de su alma mater. Otras fuentes moradas, sin embargo, auguran que si Sánchez se enroca en gobernar en solitario, Iglesias preferirá ir a las urnas, aunque pierda escaños, y encerrarse en la melancolía de la izquierda derrotada, replegado en la confortable nostalgia de lo que pudo haber sido.