semana anterior al pleno de investidura

Sánchez reta a Iglesias: coalición ahora o nunca

Pedro Sánchez

Pedro Sánchez / periodico

Juan Ruiz Sierra

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Pedro Sánchez pidió este jueves a Pablo Iglesias que acepte su última oferta porque ya no iba a haber más. Ni ahora, cuando faltan pocos días para el debate de investidura de la semana que viene, ni mucho menos en septiembre, si es que hay una segunda oportunidad. Con las negociaciones "rotas" a raíz de la controvertida consulta interna en Podemos, el candidato socialista reactivó su propuesta de que miembros del partido morado se incorporen al Gobierno en carteras sociales, siempre que sean especialistas en su área y no se trate del propio Iglesias.

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Porque Iglesias, subrayó Sánchez en La Sexta, es el problema. Con su insistencia en entrar en el Consejo de Ministros como vicepresidente, el líder de Podemos supone "el principal escollo para poder formar un Gobierno de coalición". Y lo único que le interesa, según concluye el líder socialista tras "horas y horas de conversación" con él sobre la investidura, es tener un cargo. Pero eso está fuera de discusión, debido a las "profundas discrepancias" que separan a Iglesias de Sánchez, en especial sobre Catalunya, así que el dirigente morado tiene que decidir en los próximos días, con el jueves de la semana que viene como fecha límite, si está dispuesto a "dar un paso atrás" y proponer a compañeros de su fuerza política para una coalición blanda.

Podemos lleva tiempo argumentado que el acuerdo no ha sido esta vez posible, pero sí lo será después del verano, cuando Sánchez, según sus cálculos, aceptará un Gobierno conjunto con Iglesias. El presidente cerró esa puerta de un solo golpe. "Cualquier formulación que haya después del verano no pasará por un Gobierno de coalición", dijo en la entrevista.

La previsión electoral

Sánchez había presidido poco antes la reunión de la ejecutiva del PSOE, y durante su discurso a puerta cerrada, según fuentes presentes en el encuentro, vino a decir lo mismo que diría después delante de las cámaras. Con dos matices importantes: detalló que Iglesias le había pedido una vicepresidencia y las carteras de Hacienda y Trabajo, y puso el foco en una hipotética repetición electoral, cada día más cercana, que tendría lugar el 10 de noviembre. El presidente dijo no desear otros comicios (serían los cuartas generales en cuatro años), pero también defendió que en esa convocatoria, aunque habría menos participación, los socialistas sacarían "mejores resultados". A costa, sobre todo, de Podemos, a quien dijo que habría que culpar de esa vuelta a las urnas.

Sánchez se volcó en público en ese reparto de responsabilidades, atacando a Iglesias con frases muy duras, que hacen difícil que el choque pueda reconducirse a corto plazo. La consigna es intentar acorralar al líder morado, bien para que ceda y acepte que no estará en el Ejecutivo, bien para desgastarle antes de las elecciones. "El 99,9% de las conversaciones que yo he tenido con Iglesias no han sido sobre contenidos. Han sido sobre cargos. En particular, sobre su presencia en el Gobierno", señaló el líder socialista, que se centró en resaltar los problemas que traería consigo su entrada en la Moncloa.

Aquí ocupa una posición central Catalunya, donde el presidente anticipa que al calor de la inminente sentencia sobre el 'procés', se puede producir "una de las mayores crisis de Estado". Podemos ha dejado claro que está dispuesto a aceptar la postura del PSOE ante la crisis territorial, pero para Sánchez no es suficiente. Cree que Iglesias, como mucho, callaría, cuando lo que él necesita ante una situación de este tipo es que defienda la acción del Ejecutivo. Aún más si hay que activar de nuevo el 155.

Tras recordar que el líder morado habla de "presos políticos" y defiende el "derecho de autodeterminación", el líder socialista dijo: "No me puedo permitir el lujo de tener a un vicepresidente que por lealtad lo único que haga sea mirar para otro lado. Necesito que defienda lo mismo. Necesito un vicepresidente que defienda la democracia española". La frase sentó muy mal en Podemos.