A los 73 años

Muere el fiscal de la Audiencia Nacional Eduardo Fungairiño

Eduardo Fungairiño, a su llegada a la comisión de investigación sobre los atentados del 11-M en el Congreso, en el 2004.

Eduardo Fungairiño, a su llegada a la comisión de investigación sobre los atentados del 11-M en el Congreso, en el 2004. / periodico

Juan José Fernández

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando, a la hora de la comida de este domingo, a la víctima del 11M Ángeles Pedraza le ha llegado la noticia del fallecimiento del fiscal Eduardo Fungairiño, le ha venido a la mente el recuerdo de su anual y temprana felicitación de Navidad, y de la frase manuscrita del último christmas que recibió de él: "Las víctimas siempre estaréis en mi corazón".

"Mandaba su felicitación muy temprano, a primeros de diciembre. Era siempre la primera que recibía, su habitual imagen de un templo románico...", rememora la expresidenta de la Asociación Víctimas del Terrorismo a EL PERIÓDICO. En Madrid, en Catalunya y en Euskadi, la muerte a los 73 años de edad del que fuera fiscal jefe de la Audiencia Nacional, nacido en Santander en 1946, figura clave en la pelea contra ETA de los años 90, ha reabierto una repentina y triste cascada de recuerdos a veteranos policías, políticos, juristas, periodistas y activistas sociales de aquellos negros años.

Desde Guipúzcoa, la eurodiputada de Ciudadanos Maite Pagazaurtundúa, referencia contra ETA y hermana ella misma de Joseba, uno de los 900 asesinados por la banda, le describe para este diario como "un gran servidor público", y añade: "Fue especialmente tenaz y valiente frente a los terroristas. Jamás se sometió a otra cosa que la ley". Y con ello viene a resumir lo que resaltan de Fungairiño muchos que alguna vez le trataron. 

ETA en la cabeza

Para los anales del Derecho Penal en España, la figura de Fungairiño quedará como la del fiscal de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo que tenía el mapa de ETA en la cabeza, el hombre que, en estrecho contacto con las fuerzas de seguridad, investigó a matarifes tan destacados como Santiago Arróspide Sarasola, Santi Potros; Idoia Lopez Riaño, Santi PotrosTigresaHenri ParotJosé Javier Arizcuren RuízKantauri, o KantauriFrancisco Múgica GarmendiaPakito.

Tanto sabía de ETA, que, en 1990, la banda planeó para él el mismo destino mortal que un año antes le había dado a su compañera adscrita al Juzgado Central de Instrucción 5, Carmen Tagle, o diez años después le daría a su colega Luis Portero. Le envió un paquete bomba que podía haberle matado si no lo detecta antes la Policía.

"Carmen Tagle era su amiga. Su asesinato le marcó, como marcó a toda una generación de personas que trabajaban en la Audiencia Nacional", recuerda el abogado de vícimas del terrorismo José María Fuster-Fabra. Para este letrado barcelonés, que trabajó mucho con Fungairiño, la palabra que mejor define al fiscal es "compromiso". "Ahora, que se alaba a supuestos hombres de paz, conviene recordar que con ETA acabaron jueces, policías y fiscales como Fungairiño", dice.

Del perfil personal de Fungairiño, Fuster Fabra recuerda "su trato exquisito, su educación, su inteligencia y cordialidad... y que era un erudito de la historia".

La Fiscalía General ha lamentado su pérdida, víctima de una insuficiencia respiratoria, y ha trasladado su pésame a la familia, amigos y compañeros de aquel fiscal siempre reconocible por la silla de ruedas en la que le sentó un accidente de coche en 1965, cuando estudiaba Derecho.

Licenciado en Derecho, en noviembre de 1972 ingresó en la Escuela Judicial y en 1980 fue nombrado fiscal en la Audiencia Nacional.

Servidor público

Una llamada de una amiga de Madrid ha alertado del óbito al veterano jurista Carlos Jiménez Villarejo en su casa de Barcelona. El que fuera jefe de la Fiscalía Anticorrupción coincidió con Fungairiño en un primer destino barcelonés en los 70, cuando era un joven brillante y animoso en su silla de ruedas.

No eran de la misma generación, ni de la misma especialidad, pero Villarejo siempre supo de él y siempre le llamó la atención "su fuerza, su entrega en favor del servicio público y su esfuerzo por superarse", explica. 

En la profesión periodística, Fungairiño será recordado por su generosidad, sin discriminaciones ideológicas, con un comportamiento al margen de las corrientes sectarias que ya en los 90 estropearon el ambiente en la Audiencia Nacional.

Fiscales rebeldes

En diciembre de 1996 fue expedientado junto a los fiscales Pedro Rubira, Ignacio Gordillo y María Dolores de Prado, con los que formó un grupo al que la prensa bautizó como los "fiscales rebeldes". Se habían insubordinado a su jefe, José Aranda.

Tras aquella crisis, Aranda fue destituido, y al año siguiente Fungariño accedió al cargo de fiscal jefe de la Audiencia Nacional, no sin críticas de numerosos fiscales que no formaban parte del ala conservadora del ministerio público. Algunos, incluso, se negaron a acudir a la ceremonia de su toma de posesión de la plaza.

Aquello es el pasado, muy pasado. No estuvo en el bando de Fungairiño la fiscal y ministra de Justicia en funciones, Dolores Delgado, que ha publicado un tuit en el que le recuerda por su lucha contra ETA y "por iniciar la coorperación judicial con Francia". 

Al Supremo

En julio de 2004, con el país convulsionado por el golpazo del 11M, el fiscal fallecido protagonizó una polémica comparecencia ante la comisión de investigación del atentado, diciendo desconocer la existencia de la furgoneta que usaron los terorristas y sosteniendo que hasta la tarde del 13 de marzo atribuyó a ETA la matanza. Fue, seguramente, el momento más desafortunado de su carrera. Cuatro días después se disculpó públicamente.

Dos años más tarde presentó su renuncia al cargo ante el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, por "razones estrictamente personales". Entonces se interpretó que no había querido tragar la supuesta anuencia gubernamental con la celebración de un congreso de Batasuna en Barakaldo. Fungairiño fue adscrito entonces a la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo.

ETA siempre cruzándose en su biografía. Fue también el fiscal del caso del envenenamiento con aceite de colza, cuya instrucción duró nueve años, y acusó en asuntos de blanqueo y delincuencia internacional, pero es por su lucha contra el terrorismo por lo que se le recuerda cuando se instala la capilla para su velatorio, en el tanatorio de La Paz de Madrid.

Calle Fungariño

"Cuando cesó en la Audiencia, durante un tiempo su ánimo se vino abajo –cuenta Ángeles Pedraza-. A mí me dijo que se sentía apartado". Y Maite Pagazaurtundua comenta que "el tiempo engrandece su figura por cómo se resistió a la presión de políticos chapuceros. Será siempre un ejemplo para la carrera fiscal".

Pedraza va a proponer al Ayuntamiento de Madrid que se le dedique una calle a Fungairiño, y a la AVT, la asociación que presididió, que el próximo mes de noviembre, en el Senado, le den a título póstumo la Medalla de la Dignidad que otorga la entidad.

Pero, por debajo de los títulos y honores, no faltan recuerdos de su perfil personal, de hombre culto e irónico. "Detrás de la fachada seria, tenía un fino sentido del humor", rememora Pagaza, y le viene a la mente lo orgulloso que estaba Fungariño de su sobrina, Ana Torroja, la cantante de Mecano: "Se sabía los temas del grupo, y a algún concierto me consta que fue".