La Crida, en el diván

Carles Puigdemont recibe el aplauso de los asistentes al congreso de la Crida tras su discurso en la clausura del congreso constituyente.

Carles Puigdemont recibe el aplauso de los asistentes al congreso de la Crida tras su discurso en la clausura del congreso constituyente. / JORDI COTRINA

Fidel Masreal

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Uno de los efectos colaterales de la refundación de todo el espacio posconvergente es la Crida Nacional per la República, el instrumento cívico y político creado hace once meses por el 'expresident' Carles Puigdemont con la indisimulada intención de superar al PDECat y disponer de una palanca para intentar forzar a ERC y al conjunto del independentismo a la unidad. Unidad que no ha sido tal. Al contrario, ERC se afianza -salvo en las elecciones europeas, lideradas por Puigdemont- en cada elección y la Crida pasa a ser ahora un ente sobre el que cuelga un gran interrogante.

Su actividad pública lleva semanas al ralentí. Y tras prometérselas muy felices con cifras de adheridos superiores a los 54.000, ahora los que pagan la cuota son unos 6.000. No es una cifra menor, pero tampoco representa la gran ecolisión que arrastre al resto de actores del soberanismo a su seno. Cuando Puigdemont presentó a la organización lo hizo para "superar instrumentos caducos", en una alusión velada a partidos como el suyo, el PDECat. Lo hizo a las puertas del convulso congreso posconvergente, el que sirvió para defenestrar a la líder Marta Pascal.

Ahora la Crida esá en el diván. "Ha de ser un espacio de reflexión, de acción cívica...pero no un actor electoral", afirma uno de los integrantes de la dirección. "El debate está abierto, decidirán los socios", apunta otro de los miembros de la cúpula, que pide un análisis "ordenado". Un tercero apunta que la Crida tendrá o no textura en función de que se recomponga todo el espacio posconvergente. Y cita a Puigdemont como figura determinante tras haber asumido definitivamente el liderazgo de este espacio.

"Mientras pedimos unidad, ellos [ERC] van ganando... Quizás ya es suficiente", reflexiona en voz alta otra de las personas que integran el núcleo de la Crida, que deja abiertas todas las posibilidades de cara al futuro. Uno de los que impulsaron la Crida durante sus primeros meses de vida, Agustí Colomines, ha escrito, en elnacional.cat que la Crida nació para "superar la resistencia del PDECat a morir" pero denuncia que el sector "oficial" de la entidad "solo quisiera representar un nuevo ejercicio de travestismo polític" y por ello explica que ya no es ni asociado a la asociación.

Las críticas

Mientras, los cargos territoriales del PDECat -los que critican a sus dirigentes y 'consellers' por ir a hacerse la foto en los actos de la Crida pero después criticar a esta organización- siguen sin ver sentido a la plataforma de Puigdemont, que creen que no ha hecho otra cosa que generar más confusión en la sopa de siglas de lo que anteriormente era Convergència.

Así pues, como en el conjunto de la ecuación posconvergente, está en manos de Puigdemont "poner orden" a su espacio político. Mientras, lo único que tiene en marca la entidad es una asamblea para constituir su estructura territorial y sectorial. La dirección sigue reuniéndose con periodicidad, pero tras un arranque ambicioso y un congreso básicamente festivo y mitinero, las intervenciones públicas de la organización son cada vez menores  y su impacto, ínfimo.