CAMBIO EN LA POLICÍA CATALANA

Buch descoloca a los Mossos al cambiar otra vez a su jefe

Guillem Sànchez / Antonio Baquero

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Miquel Buch ha desconcertado a los Mossos d’Esquadra relevando por sorpresa a Miquel Esquius y entregando el timón del cuerpo policial a Eduard Sallent, que había sido ascendido al rango de comisario este mismo lunes. La policía catalana ha cambiado de manos en cuatro ocasiones en un año y medio. Buch ha tomado esta decisión porque da por finalizado el periodo "puente" para el que había sido escogió Esquius. No porque no considere a Esquius "adecuado" para afrontar los "nuevos retos" sino porque quiere que quien los aborde sea Sallent. Un policía cuyo perfil coinciden varias fuentes en definir como independentista y cercano a la órbita de la antigua CDC.

Esta mañana estaba programada una rueda de prensa en la que Buch iba a informar de que ocho nuevos comisarios, que habían acabado su formación en el Institut de Seguretat Pública de Catalunya (ISPC), ensanchaban la cúpula del cuerpo. Lo que no estaba previsto es que uno de los nuevos, Sallent, acudiera a esta rueda para ser presentado como nuevo jefe. Sallent lo supo el jueves, y aceptó. A Esquius se lo habían comunicado un día antes y, tal como admite él mismo en una carta que ha enviado a todos los agentes, la noticia le pilló "por sorpresa". Pero también lo "aceptó", después de diez meses durante los que ha tratado de actuar "desde la neutralidad política". La cúpula policial ha sabido del cambio oficialmente esta mañana. Las explicaciones que ha dado Buch internamente son las mismas que ha dado después ante los micrófonos: "La elección de Esquius fue en su día transitoria y esta etapa ya ha finalizado".

Cuatro jefes en un año y medio

El baile de mandos al frente de los Mossos comenzó de forma traumática tras el referéndum unilateral del 1 de octubre del 2017. O mejor dicho, tras la aplicación del artículo 155 que cesó al Govern de Puigdemont y retiró al major Josep Lluís Trapero. Al comisario Ferran López le tocó afrontar el desagradecido reto de sustituir a Trapero, cuya popularidad en el sector independentista y animadversión entre los cuerpos de seguridad españoles se habían disparado tras los atentados del 17-A y habían estallado tras la crisis política de octubre. Actualmente, Trapero sigue ostentando el rango de mayor, el más elevado que existe en los Mossos, pero está apartado del mando operativo y concentrado en su defensa dado que será juzgado por sedición en la Audiencia Nacional. Ferran López inauguró durante aquellos meses de intervención ministerial en la Generalitat un perfil de jefe policial menos personalista, más alejado de los focos. 

La aplicación del 155 quedó sin efecto formalmente hace un año, con la investidura del president Quim Torra, que designó a Miquel Buch al frente de Interior. López comprendió que si él había sido nombrado por el gobierno español y no por el catalán, debía poner su cargo entonces a disposición de Buch, para que lo ratificara o lo cambiara. Buch eligió lo segundo, una decisión que a López no le quedó más remedio que aceptar. Llegó de esta manera el mandato de Miquel Esquius.

Esquius integró a López dentro de su núcleo de confianza. Durante estos diez meses, Esquius ha mantenido un perfil mucho más parecido al de López que al de Trapero. Las apariciones públicas de Esquius han sido contadas y siempre vinculadas a motivos que concernían estrictamente a motivos de seguridad. No han sido tiempos fáciles pero comparados con los inmediatamente anteriores han parecido balsámicos. Los incidentes más graves han sido por orden público. Pero Esquius ha saltado esos charcos sin mojarse porque Torra chapoteaba en ellos al animar a los CDR a "apretar" mientras daba órdenes a la policía de mantenerlos a ralla, o prometer que habría una purga en al Briaga Móvil (Brimo) después de que los antidisturbios respondieran con cargas durante enfrentamientos con independentistas. 

La sorpresa

Este lunes Buch, diez meses después de prescindir por decisión propia de López, también se ha cansado de Esquius. La elección de Sallent se ha tomado días antes de que se comience a desplegar la polémica unidad de escoltas de Torra, prevista para el 17 de junio, que había incomodado a Esquius dado que el Área de Seguretat Institucional (ASI) dependerá directamente de Presidència.  

El debut de Sallent no supone dar un salto generacional. Tanto Trapero, como López o Esquius, hacía años que son comisarios. Sallent ha sido elevado a ese rango este mismo lunes, minutos antes de que se anunciara que también asciende a la jefatura del cuerpo. Un hecho sin precedentes que ha dejado a más de un comisario sin pestañear varios segundos.

La noticia del cambio al frente de los Mossos no ha dejado menos perplejos a los agentes y a los mandos. No porque disguste la figura de Sallent, que no disgusta, sino porque nadie se esperaba que el mandato de Esquius finalizara tan pronto. "Es cierto que el propio Esquius decía que él entendía que su mandato respondía a una etapa convulsa y que no duraría mucho. Pero nadie, ni siquiera él, podía esperarse que durara tan poco", detallan fuentes de la cúpula.

A los sindicatos policiales, la noticia también les ha cogido con el pie cambiado. Para el SPC, "el tiempo dirá si la decisión se ha basado en criterios técnicos o políticos". De entrada, "los Mossos no pueden estar cambiando de jefe cada seis meses", ha criticado. Desde el SME o USPAC se pide tiempo para asimilar una noticia que digieren "con sorpresa". Del mismo modo que el Sap-Fepol, que incluso habla de cambio recogido con "estupor".

Un filósofo que quiere alejar a los Mossos de la política

Eduard Sallent tiene 47 años, es licenciado en Filosofía y se hizo mosso a finales de los noventa. Antes, en 1992, durante su etapa universitaria, fue secretario general de la independentista Federació Nacional d'Estudiants de Catalunya, donde coincidió con la actual presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, según ha informado 'Nació Digital'.