'SUPERDOMINGO' 26-M

El suflé de Vox baja en las elecciones locales y cae en las europeas

El presidente de Vox, Santiago Abascal, en la sede del partido la noche electoral del 26-M.

El presidente de Vox, Santiago Abascal, en la sede del partido la noche electoral del 26-M. / Emilio Naranjo EFE

Juan José Fernández

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El vaticinado y cumplido descenso de voto de Vox no le ha impedido cumplir con su objetivo de que, en palabras de su presidente, Santiago Abascal, "una nueva y consolidada alternativa política a la izquierda, beligerante y valiente" tenga "tribunas en todas las instituciones" para que su mensaje llegue "nítido,  sin tergiversaciones".

Allá donde Vox se haga decisivo en negociaciones, "no admitiremos cordones sanitarios de ningún tipo, ni insultos, estigmas o etiquetas de aquellos que para gobernar tendrán que pactar con nosotros", ha dicho Abascal en esta noche electoral. En Madrid, por ejemplo, donde son decisivos para la alcaldía, están dispuestos al pacto con PP y Ciudadanos, pero exigirán, según fuentes de la dirección del partido,  que el partido de Albert Rivera se siente en la mesa de negociación, no como ocurrió en Andalucía.

La formación de extrema derecha ha conseguido 655.983 votos en elecciones locales, tres pequeñas alcaldías castellanas, 530 concejales, 25 escaños en cámaras autonómicas y tres asientos en el europarlamento, además de llaves de variada importancia en 16 capitales de provincia. Y eso es lo que más han celebrado Santiago Abascal y su equipo en esta noche de superdomingo electoral. 

Apuesta madrileña

Si en el PP confiaban en que los votantes de Vox devolvieran parte del voto que emigró de Génova para paliar los daños del 28-A, en Vox esperaban una pérdida de sufragios no tan intensa como para no ser decisivos en lugares clave. Y esa previsión se ha cumplido en Madrid, el territorio en la que la formación de extrema derecha había hecho su principal apuesta: el secretario general, Javier Ortega Smith, candidato a alcalde; y candidata a presidenta Rocío Monasterio, fundadora del partido y esposa del vicesecretario y número tres, Iván Espinosa de los Monteros. 

"La alcaldía de Madrid es más importante que muchos ministerios", comentaba un grupo de dirigentes durante el recuento del superdomingo. Y Javier Ortega-Smith ha celebrado sus cuatro concejales clamando por el fin del "gobierno de la izquierda sectaria" y augurando: "¡A partir de mañana se acabó Madrid Central, se acabó el expolio para los madrileños!"

Santiago Abascal ha resaltado que con su partido se trendrá que contar para las alcaldías no solo de Madrid, también Burgos, Santander, Zaragoza, Badajoz, León, Almería, Palencia, Guadalajara, Alicante, Jaén, Granada, Córdoba, Teruel, Ceuta y Melilla. El equipo de Abascal se mostraba satisfecho de su irrupción significativa en las asambleas de Madrid (12 escaños) y Murcia (5), pero más moderamente de su entrada modesta en Aragón, Asturias, Cantabria y Castilla y León, a cuyos parlamentos llevarán "la voz de la España sin complejos" –en palabras de Abascal- mínimas parejas de diputados, cuando no uno solo. 

Sabor agridulce

Pero hay otros síntomas puntuales de una tendencia al remanso de votos: las tres localidades del sur con numerosa población inmigrante en las que Vox arrasó en las generales, ha registrado en las municipales una pérdida media de ocho puntos. En Torre-Pacheco (Murcia), su pueblo emblema -que visitó hasta el candidato de las europeas, el catalán Jorge Buxadé-, ha pasado del 24,9 al 16,9 por ciento. En El Ejido y Níjar (Almería) ha registrado pérdidas similares.

En Algeciras, otro feudo predilecto para los de Abascal, donde el 28-A llegó al 20 por ciento, se ha quedado en un 8,1 por ciento. En general Andalucía es una muestra, por más que los resultados en elecciones distintas sean en ocasiones difícilmente homologables. La autonomía por donde irrumpió Vox con 395.978 sufragios, un 11 por ciento, en las andaluzas de 2018, aún le dio en las generales del 28-A 611.220 votos (13,38 por ciento) , pero en las europeas sus votantes han caído a 288.154 (7,55 por ciento).

Hay una señal también en el municipio-hito de Guadiana del Caudillo (Badajoz), donde Vox presentaba al candidato Antonio Pozo, alcalde sempiterno, ex del PP, avalado por la Fundación Francisco Franco, que se resistió a la aplicación de la Ley de Memoria Histórica. El 26-M, Pozo ha perdido el gobierno local en favor del PSOE.

Vox ya no es el fenómeno electoral que auguraron las encuestas antes del 28 de abril, ni siquiera el que reflejó el recuento de las elecciones generales. La medida más equiparable de su desinflamiento electoral la dan los comicios europeos. La formación de Abascal obtiene tres diputados, un cinco por ciento de los 54 que corresponden a España, muy lejos del triunfo de la extrema derecha francesa. Han votado a Vox en clave europea 1.326.305 españoles, la mitad de los 2,67 millones que le votaron el 28-A.

Los resultados de este domingo no han sido suficientes como para descorchar tres botellas de espumoso (extremeño, no catalán) que en la sede de Vox se guardaban en una mesa entre bambalinas, tras los banderines, las letras verdes de corcho con el nombre del partido y los paraguas rojigualdas del merchandising sobrante de la campaña.