DESDE MADRID

Pedro y Pablo, una coalición temeraria

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, recibe en la Moncloa al líder de Podemos, Pablo Iglesias, el pasado 7 de mayo.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, recibe en la Moncloa al líder de Podemos, Pablo Iglesias, el pasado 7 de mayo. / periodico

José Antonio Zarzalejos

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La reticencia de Pedro Sánchez y del PSOE a formar un Gobierno de coalición con Pablo Iglesias ha mostrado este viernes su razonabilidad. Los dos miembros de la Mesa del Congreso por Unidas Podemos –Gerardo Pisarello y Gloria Elizo– han votado contra la suspensión temporal de las funciones de diputados de Oriol JunquerasJordi SànchezJosep Rull y Jordi Turull, sin secundar así a la presidenta Meritxell Batet y a los otros dos representantes socialistas. Si esa discrepancia –la primera nada más comenzar la legislatura– se produce en un asunto tan sensible y, por otra parte, tan jurídicamente indicado, ¿qué cohesión de un Gobierno conjunto PSOE-Unidas Podemos podría esperar el actual presidente en funciones? En círculos muy próximos a la Moncloa se considera "temerario" que la legislatura se aborde con un Ejecutivo en el que estuviesen incrustados "ministros militantes" de Unidas Podemos y, eventualmente, que "uno de ellos sea Iglesias".

La formación de un Gabinete en solitario no depende enteramente de la voluntad de Sánchez. Los 42 escaños de Unidas Podemos (la suma con los del PSOE es de 165) resultan estratégicos, aunque no llegan a la mayoría absoluta. Si para el próximo presidente del Ejecutivo gobernar con Iglesias representa un riesgo de radicalización y otro no menor de "entrismo" en la sala de mandos del Estado, para el secretario general del partido morado implicaría un salvoconducto político dentro y fuera de su organización en la que él sabe está cuestionado. Es evidente que los resultados de Unidas Podemos este 26-M van a ser determinantes para la capacidad de presión de Iglesias sobre Sánchez.

Ahora, los escaños morados están apoyando a presidentes autonómicos socialistas en Castilla-La Mancha (Emiliano García-Page), en Aragón (Javier Lambán) y en Extremadura (Guillermo Fernández Vara). En AsturiasJavier Fernández obtuvo la presidencia de la Junta del Principado con la abstención de los de Iglesias, que no fueron relevantes en otras comunidades como Cantabria, Navarra, Murcia, La Rioja, Madrid,  Castilla y León, Ceuta y Melilla. Si el poder territorial de Unidas Podemos disminuye en las comunidades en las que propiciaron gobiernos socialistas y el PSOE tiene que sumar con otras fuerzas (previsiblemente con Ciudadanos), el arsenal de Iglesias será más escaso todavía para exigir a Sánchez un Gobierno de coalición. Las encuestas no pintan bien para Unidas Podemos en estos comicios en los que se juegan varios ayuntamientos que se adjetivaron "del cambio". El desafío del 26-M es para Iglesias de mayor envergadura que para Sánchez.

El reparto de carteras

Parece fuera de duda que el presidente del Gobierno en funciones no asignaría en ningún caso a Unidas Podemos ministerios que se consideran 'de Estado' como Defensa, Asuntos Exteriores, Justicia, Hacienda, Fomento y Presidencia. Otra cosa serían departamentos sectoriales de menor importancia estratégica. Este tipo de coalición ya sería de gran calado e inauguraría una nueva etapa en la democracia española en la que no se ha registrado esta forma de desarrollar el poder ejecutivo, aunque tanto Felipe González como José María Aznar ofrecieron ministerios a la CiU de Jordi Pujol, oferta siempre rechazada por el que fuera presidente de la Generalitat de Catalunya.

Se baraja solo una coalición 'blanda', en la que no se incluyen los ministerios 'de Estado'

Cunde la sensación de que si, como las previsiones de los sondeos apuntan, Iglesias no aumenta su capacidad de presión tras los resultados de este 26-M, se pueda producir una 'coalición blanda' que consistiría en la atribución a Unidas Podemos de ministerios con titulares independientes pero próximos a su ideario y programa y, tal vez, alguna secretaría de Estado (ahora en la estructura orgánica del Gobierno son 24), completada la oferta con otros puestos de relevancia en organismos autónomos, empresas públicas y agencias estatales. Y aunque este pacto pueda resultar insuficiente a Iglesias, ¿qué otra alternativa podría manejar? No es pensable que su grupo parlamentario frustre la investidura de Sánchez porque el remedio sería para Unidas Podemos mucho peor que la enfermedad. También es cierto que un acuerdo insatisfactorio para Iglesias provocaría inestabilidad parlamentaria al Gabinete de Sánchez.

Unidas Podemos e Iglesias no están en ese punto de maduración política y de adhesión institucional que permitan a Sánchez y al PSOE presentar en la muy plural sociedad española un Gobierno de coalición plena. Los socialistas, aunque con heterodoxias, persisten en un modelo socialdemócrata que no inquieta a los muchos intereses sobre los que debe operar un Ejecutivo, sean estos económicos, culturales, políticos o internacionales. De otra parte, la cuestión catalana reclama en el poder ejecutivo líneas argumentales y de comportamiento inequívocas que, como se comprobó en la Mesa del Congreso, no concurren en los dirigentes de Unidas Podemos.

Madrid, en el foco

Ocurre, además, y Sánchez y el PSOE lo tienen muy presente, que la organización de Iglesias sigue en crisis. Una crisis que se va a dirimir este 26-M en un escenario esencial de la política española: Madrid. En la comunidad, la candidatura de Íñigo Errejón parece con más posibilidades que la lista alternativa de Isabel Serra. Y en la capital, Manuela Carmena, disidente por completo de los criterios de Unidas Podemos, es una candidatura ganadora (no es seguro que pueda repetir en la alcaldía) frente a la muy minoritaria de Carlos Sánchez Mato a la que, a última hora, Iglesias ha cometido el error de apoyar. En otras palabras: no es fácil que Iglesias se presente ante Sánchez con más munición política tras los comicios del 26-M, ni con su partido más ordenado y pacificado. En estas circunstancias, el Gobierno de coalición resulta poco probable e, insisto, para muchos también "temerario".