CITA CON LAS URNAS

Maragall descarta el pacto con Colau

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Xabi Barrena

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Presentarse como alternativa a alguien y dar por supuesto que gobernarás con ese alguien acostumbra a ser una táctica de funestos resultados. Así que Ernest Maragall, ya a media campaña, dejó entrever que, de vencer el próximo domingo, gobernará en solitario, por flaca que sea su representación (lejos de los 21 concejales que marcan la mayoría absoluta).

En los últimos días el candidato ha ido madurando está opción y este viernes la proclamó con vehemencia en un acto de campaña en los Encants. Y es que tras 15 días de explicar sus propuestas para la ciudad y de criticar la gestión de Colau, las últimas horas quedan ya para orientar el voto útil.

Voto útil, por encima de todo, independentista, ahora que las fuerzas minoritarias como la CUP y Barcelona és Capital están que si cruzan que si no cruzan el umbral del 5% que les posibilita entrar en el consistorio, y con dos escaños cada uno.

Arma posconvergente

El voto independentista no de izquierdas es, obviamente, anti-Colau, motivo por el que la posconvergencia ha aventado que ese eventual pacto entre los republicanos y los ‘comuns’ estaba hecho. El mismo nivel de fiabilidad que ERC clamando que Colau va a pactar con el PSC del 155 y el de Meritxell Batet suspendiendo diputados electos.   

Maragall, de hecho, vinculó su voluntad por gobernar en solitario a ese supuesto pacto bajomesa entre ‘comuns’ y socialistas, reproducción del que se llevó a cabo en este mandato y que el ‘sí’ del PSC al 155 se llevó por delante.

Así, el republicano rehusó "rebajarse" a pactar con Colau "por imposición obligada de unos pactos más o menos artificiales", al señalar que la oferta de la alcaldesa para negociar "encubre” el pacto con Collboni."Ese acuerdo ya está hecho y a nosotros que no nos busquen, por lo menos mientras no cambien radicalmente las cosas", ha señalado antes de abogar por gobernar en solitario y desde "la centralidad".

Hay otro factor nada baladí, como es el encaje de la política municipal en el escenario catalán y español. Parece difícil que, de precisarlo o desearlo, los republicanos pacten de manera estable antes de la celebración de los próximos comicios al Parlament.

Mantener una alianza con la posconvergencia en el Govern y otra con los ‘comuns’ en el ayuntamiento daría pie a tensiones difíciles de gestionar y podría ser, incluso, una arma arrojadiza en la campaña catalana. Los neoconvergentes podrían emplear ese pacto municipal como prueba del nueve de la poca voluntad real de ERC de sacar adelante el proceso independentista al tiempo que blandería el acuerdo como ‘amenaza' de lo que podría pasar en la Generalitat.

Panorama europeo

Otra cosa son las elecciones europeas. Dado el contexto general, ERC entiende que estos comicios son campo abonado para lo ue los franceses llaman ‘voto lúdico’, es decir, un voto sin repercusión y concierto ‘animus giocandi’. Así, el candidato que mejor responda al perfil de ‘quién molestará más al Estado’ seguramente se lleve el gato al agua.

Eso sí, gane uno o el otro, entienden que estos resultados en concreto son difícilmente trasladables al mapa catalán del Parlament. El gran objetivo, más que factible, es lograr la acta de euro-diputado para Junqueras. Esa sería la forma en que el líder republicano podría participar en la internacionalización del ‘procès’ y compartir, así, un botín de publicidad del que hasta ahora disfruta en solitario Carles Puigdemont.