LA NUEVA LEGISLATURA

Sánchez confía en que Cs pinche el 26-M para gobernar sin Podemos

Pedro Sánchez y Albert Rivera, el pasado 7 de mayo, en la Moncloa.

Pedro Sánchez y Albert Rivera, el pasado 7 de mayo, en la Moncloa. / periodico

Iolanda Mármol / Juan Ruiz Sierra

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Pedro Sánchez quiere gobernar en solitario, pero que pueda hacerlo o se vea obligado a ceder a la coalición que le pide Pablo Iglesias dependerá en buena medida del resultado que obtenga Albert Rivera en las elecciones del 26-M. Bienvenidos a la nueva geometría variable. El Ejecutivo ha llegado a la conclusión de que si Ciudadanos no logra imponerse al PP en los territorios clave este domingo, adoptará una posición algo más colaborativa con el PSOE. Ese apaciguamiento, sostienen, otorgaría a Sánchez margen para aprobar leyes sin la necesidad de encadenarse a una coalición con Unidas Podemos. Si Rivera conquista la plaza simbólica de líder de la oposición, los socialistas prevén una actitud antagónica, de sables en alto, que empujaría hacia una coalición con Iglesias para poder salvar los grandes proyectos de la legislatura. Dicho de otro modo: los podemistas no dependen de sí mismos para entrar en la Moncloa, sino que necesitan un buen marcador el domingo y un mal resultado de Pablo Casado.

"Un Ciudadanos no envalentonado ayudaría a la gobernabilidad", señalan fuentes socialistas, que recuerdan que los de Rivera, pese a sus continuos ataques a Sánchez, apoyaron 19 decretos del Gobierno socialista, se abstuvieron en 11 y solo votaron en contra de cuatro. Tampoco se le escapa al PSOE que el presidente de Cs transmitió a sus diputados en la primera reunión del grupo parlamentario que deben ser "útiles" a la ciudadanía, no enrocarse solo en la crítica, sino llegar a acuerdos de Estado con Sánchez en materias como el empleo, la despoblación, la educación, el terrorismo, la inmigración o el cambio climático.

Expectativas moradas

En el Gobierno miran de reojo la evolución de las marcas electorales afines a Podemos en las encuestas para valorar cuánto peso pueden tener las reclamaciones de Iglesias y cuántas plazas puede ofrecer para intercambiar poder. En principio, el horizonte no es halagüeño para el líder morado. Tras la alianza de Manuela Carmena con Íñigo Errejón en Más Madrid, Podemos no tiene grupo en el ayuntamiento de la capital. Si la alcaldesa es reelegida, como prevén las encuestas, ya ha anunciado que su intención es gobernar en coalición con el PSOE, de modo que esa pieza no es algo que Iglesias pueda ofrecer. Algo similar ocurre en Barcelona. A pesar del acercamiento del jefe podemista a Ada Colau, ella juega en su carril propio, no es una fuerza subalterna de los morados. En la Comunidad de Madrid, los socialistas temen que el auge de Errejón que pronostican los sondeos deje a la candidatura podemista en los huesos. Empieza a preocuparles que quede por debajo del umbral del 5% de los votos, no obtenga representación y frustre las posibilidades de gobierno progresista.

Mientras tanto, en el PSOE sigue abierto el debate de los pros y contras de formar un gobierno de coalición. Algunas voces consideran que incluir a Iglesias aporta ventajas. La principal sería mantenerle atado. Hacerle partícipe de las políticas del Ejecutivo implica, también, que esté sometido a su a desgaste, sin dejarle libre el espacio más a la izquierda para crecer. Otros dirigentes socialistas recelan de tener a Iglesias tan cerca. Desconfían de él; creen que es mejor situarle fuera del Gobierno y seguir en una línea de colaboración como la de los últimos meses.

En todo caso, nada está escrito. La decisión última depende de Sánchez y el presidente en funciones no la tomará hasta ver la correlación de fuerzas, en la madrugada del domingo al lunes. Ahí podrán empezar a vislumbrarse acuerdos y fechas: fuentes gubernamentales empiezan a situar la investidura en la primera semana de julio.