Homenaje a Pérez Rubalcaba

Luto en Solares por Alfredo

Vecinos y militantes socialistas de la localidad cántabra en la que nació el político fallecido le recuerdan como un paisano ilustre

Minuto de silencio Solares por Pérez rubalcaba

Minuto de silencio Solares por Pérez rubalcaba / J.J. Fernández

Juan José Fernández

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En un fichero de chapa cerrado con llave, los socialistas de la pequeña localidad cántabra de Solares guardan celosamente la ficha de afiliado del militante Alfredo Pérez Rubalcaba, que, como los 41 miembros de la agrupación, pagaba religiosamente los seis euros al mes de cuota. "Ahora que ha muerto, esa ficha firmada por él es nuestro principal documento histórico", dice Borja Sañudo, el secretario general local.

Su partido convocó en la tarde de este viernes ante su sede un minuto de silencio en homenaje al profesor, exministro y exsecretario general fallecido, Alfredo a secas para los militantes, que se reunieron después en la única y estrecha sala del local, sentados en corro con las sillas pegadas a la pared, como en una casa que celebrara un velatorio. Solo que, en este caso, se hablaba alto y muchos sonreían recordando anécdotas, como lo cachazudamente madridista que era, o, en fin, el último mitin de su carrera.

Pérez Rubalcaba, natural de Solares, dio su última charla política pública en la pista deportiva Monseñor de Cos, en el centro de la localidad, ahora en obras con fondos de apoyo regional y europeos. Fue hace cuatro años. El político que lo había sido casi todo quiso apoyar en la campaña de las municipales de su pueblo. "Ahí cerró su carrera política cara al público", relata Sañudo.

"Somos una agrupación pequeña, ya ves. Qué digo agrupación, ¡casa del pueblo! -enfatiza Eusebio Ceballos, obrero de la siderurgia cántabra ya jubilado y secretario de Organización del PSOE local-. Pero con esta casa del pueblo estuvo muy comprometido. Alfredo era un modelo de socialista, siempre pendiente de los demás".

Un lazo negro

Una foto enmarcada del histórico dirigente vizcaino Ramón Rubial, que fue presidente del PSOE, preside la estancia. Y pronto colocarán sus inquilinos otra del paisano que acaban de perder. Entre tanto han recuperado un viejo cartel electoral de Rubalcaba para sacarlo a la calle en el homenaje. Y, modesta y apresuradamente, han retorcido un cartón y un trapo negro para hacer un lazo y ponerlo en la puerta con un clavel rojo pegado con cinta celo.

En 2005 el político desaparecido decidió cambiar su afiliación de Madrid a la pequeña sede de Solares. Ahora se cuentan como privilegiados los vecinos que acudieron a una cena-coloquio que hace cuatro años dio el PSOE del pueblo a Rubalcaba en el hotel Los Guardeses, su preferido del lugar, vieja y noble casona de los marqueses de Valbuena "donde paraba cuando venía", corrobora el jardinero.

"Aquella vez se presentó a sí mismo como un servidor de España, y nos habló de la unidad, de un país cuya gente trabaje en la misma dirección, y del valor del diálogo", recuerda Antonia Rubalcaba, prima hermana de Alfredo, integrante de la rama familiar esparcida por Bilbao, a la que, los veranos, el abuelo juntaba con los parientes cántabros. "Teníamos once, doce, trece años. Jugábamos por aquí".

Apenada, Antonia Rubalcaba define a su primo con tres palabras: "Alfredo era familiar, era social y era ecuánime. Y nunca tuvo en cuenta las cosas malas que dijeron de él, que fueron muchas ¿eh?".

Último wasap

Con los ojos enrojecidos ha estado recibiendo pésames y abrazos Diego Aja, primo segundo del político homenajeado, que se ha venido al homenaje con un niño pequeño de la mano, su hijo. "Es que quiero que vea esto -explica-. Espero que los niños alguna vez puedan leer quién fue Alfredo Pérez Rubalcaba en los libros de texto". 

Aja solía chatear con su pariente para bromear sobre cosas de fútbol. Y, menos, para hablar de política. De eso versó la última comunicación que tuvo con él. Fue un corto mensaje de Whatsapp enviado desde Madrid, en la madrugada del 29 de abril. "Esto se encarrila", le dijo el exlíder del PSOE. "Estábamos muy contentos con el resultado electoral, ya ves. Una noche de alegría, ya te digo. Y ahora, mira".

La noticia del fallecimiento de Pérez Rubalcaba cayó este viernes como la lluvia con que amenaza un nubarrón de los muchos que sobrevuelan Solares, apareciendo por encima del Pico del Castillo, un imponente cerro cuya falda se paseó de joven el político desaparecido.

"Un ictus, joder, es que eso es grave", dice Alfonso, vecino un año menor que él, que solía jugar al tenis con él "hace ya muchos años -aclara-. Y no crea que se dejaba ganar". Alfonso recuerda que a Rubalcaba -"de la avenida Calvo Sotelo, como yo", explica- le gustaba jugar en La Mina, un bosque aledaño al pueblo, y en el viejo ferial. "Era muy deportista, ¿sabe?", dice antes de despedirse.

Pueblo arriba, unas grandes placas de bronce colocadas en las esquinas dan el nombre de Alfredo Pérez Rubalcaba a una calle de Solares, una tranquila avenida flanqueada de chalecillos con jardín y seto, algunos con huertas desde las que se ve todo el pueblo colina abajo.

Un ayuntamiento de Medio Cudeyo (que así se llama el municipio en el que se incluye Solares) gobernado por el PP le dio la calle a Rubalcaba, con el voto unánime de PSOE y el Partido Regionalista de Cantabria, ambos en la oposición. Fue después de que dejara de ser ministro del Interior, después de ser vicepresidente del Gobierno, y después del derribo de ETA, para el que fue tan decisivo.

José, vecino de la zona, paseaba este viernes a su perro al poco del óbito, en la calle silenciosa. "Le conocí, claro -comenta al pasar-. Mi madre compraba en la carnicería del abuelo, que está allá abajo. Era un hombre importante. ¿Cuántos pueblos han tenido alguien como él? A los de Solares nos van a tener envidiuca".