Celebración del Dos de Mayo en Madrid

Primerizos y veteranos se cruzan en la Puerta del Sol

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Juan José Fernández / Miguel Ángel Rodríguez

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Se contarían con los dedos de una mano los festejos en Madrid que reúnen a más vieja guardia del PP que un Dos de Mayo en la Casa de Correos.

Veteranos de las arrasadoras mayorías de Aguirre y Álvarez del Manzano, matrimonios asíduos de las cenas de las sedes del barrio de Salamanca Chamartín, han hecho maniobras de aproximación para saludar al joven Pablo Casado, por primera vez presente en la fiesta como líder del PP, cuando, tras el desfile y la colocación de coronas, la comitiva oficial ha entrado al cóctel ofrecido por la Comunidad de Madrid.

"¡La cabeza, alta, Pablo!", le ha jaleado un exconcejal de distrito de Arganzuela. "No te preocupes, confiamos en ti", le ha consolado una señora con todo el aire de militar desde los tiempos de Fraga. Y luego se han ido los dos a saludar al cardenal Osoro, arzobispo de Madrid, que flotaba por el salón liberado de que hoy la prensa, atareada con la crisis del PP, le preguntara por el definitivo emplazamiento de la tumba de Franco.

En un Madrid aún tan azul, que Casado desea que siga siendo "dique de contención de las políticas de la izquierda", ser un veterano del PP da derecho a decir estas cosas al líder con tono paternal, pero tiene sus servidumbres, que se abocetarían con la imagen del exalcalde de Madrid José María Álvarez del Manzano de puntillas en una de las aceras de la Puerta del Sol, tras filas de VIP, para ver al menos por un resquicio el desfile de los caballotes de la Guardia Civil.

Solo faltaban unos minutos para que acabaran los actos institucionales, y Ángel Garrido, nuevo candidato de Ciudadanos, se diluyera en el cóctel hasta hacerse invisible. Se fue sin avisar, como del PP.

Nuevas entradas en política

Quienes sí han estado presentes y muy visibles fueron los dirigentes de Vox. La ultraderecha ha entrado en la Casa de Correos en formación de a tres, con el secretario general, Javier Ortega Smith, en cabeza, flanqueado por Iván Espinosa de los Monteros Rocío Monasterio, pareja y candidatos a la Asamblea y al Ayuntamiento de Madrid.

Al principio, semblante serio ante el respeto que supone entrar por primera vez en las instituciones con representación parlamentaria. Tan solo ha habido algún comentario en voz baja, alguna mirada furtiva al resto de presentes, pero poca cosa. No ha sido hasta el cóctel cuando se ha visto a los tres primeros espadas de Santiago Abascal a gusto, relajados, saludando a la gente e, incluso, charlando con los periodistas. Espinosa ha llegado a regalar unas cuantas frases en catalán a la prensa de Barcelona, un idioma que, dice, ha aprendido en sus veranos en los Pirineos. 

Ha debutado también en su primer gran acto como político Pepu Hernández. El día a día del ex entrenador de la Selección Española de Baloncesto parece haberse convertido en una sucesión de primeras veces. Y esta vez tocaba la primera fiesta del Dos de Mayo como candidato al Consistorio por el PSOE, una cancha muy distinta a la que está acostumbrado. Hernández ha estado contenido, sonriente, sin grandes aspavientos y defendiendo las bondades de su proyecto.

El maremágnum de partidos a la izquierda del PSOE completa el arco político y su fragmentación no ha podido ser más gráfica. La alcaldesa Manuela Carmena e Íñigo Errejón, tándem de Más Madrid al Ayuntamiento y al Parlamento regional, separados de Carlos Sánchez Mato, líder de Madrid en pie, haciéndole la competencia a la exjueza y aún compañera en el Consistorio y, por último, miembros de la candidatura de Unidas Podemos a la Comunidad de Madrid -Isa Serra, cabeza de lista, no acudió porque se premiaba a El Corte Inglés-. Y todos ellos han combatido por ser el voto útil de la izquierda.