JUICIO DEL 'PROCÉS'

Marchena regaña a la defensa por "perder el tiempo" con hechos sin trascendencia

Los acusados con sus abogados en el juicio al procés en el tribunal Supremo

Los acusados con sus abogados en el juicio al procés en el tribunal Supremo / periodico

Ángeles Vázquez

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Los agentes que comparecieron en el Supremo este miércoles volvieron a dejar patente los universos paralelos que se vivieron el 1-O en Catalunya. Lo hizo un subinspector al recordar los insultos que recibió y las consignas a favor de la votación que oyó. "Una señora me dijo 'queremos votar' y le contesté 'pero no me lo diga a mí, que esto es una orden judicial". Aunque sin duda esa sensación de vivir realidades dispares y simultáneas fue la reprimenda del día del presidente del tribunal, Manuel Marchena, a las defensas por "perder el tiempo" con hechos sin trascendencia. 

La regañina, previsible desde que empezaron a declarar policías y guardias civiles, porque qué es exactamente "hechos sin trascendencia" se dirigió en esta ocasión contra uno de los abogados de Jordi Cuixart, Benet Salellas, cuando preguntó al testigo si se había interesa por el estado de salud de una de las personas que resultó lesionada, después de abandonar un colegio. "El sentimiento del agente no tiene ninguna trascendencia jurídica", empezó a hablar el magistrado, mientras el abogado le decía que preguntaba porque eso también figuraba en su escrito de defensa. 

"En su escrito de defensa también ha incluido hechos que tienen trascendencia jurídica-respondió el juez-. Preguntar el sentimiento piadoso del agente no tiene trascendencia. Está usted perdiendo el tiempo y nos lo hace perder a nosotros".

La sensación de bronca no se rebajó hasta un rato después cuando el abogado de Jordi Sànchez, Jordi Pina, alertó de que un testigo había sido citado dos veces. "Sí, declaré ya el jueves por la tarde", confirmó el agente. Marchena tiró del humor y dijo: "Estese atento, señor Pina, para no incurrir en 'non bis in idem' (juzgar dos veces a una persona por los mismos hechos). No es fácil gestionar a 500 testigos; como ha ocurrido solo una vez todo va bien". A continuación se comprobó que otro policía había sido citado tanto tanto por la mañana como por la tarde, pero al ser el mismo día el error no tenía trascendencia alguna.

Ello dio pie a que luego hubiera hasta bromas. Cuando uno de los testigos dijo que en los colegios había "personas mayores", Pina le preguntó que a qué se refería con esa expresión y el agente respondió que a personas "de 50-60 años". La cara y el movimiento de cabeza del letrado lo dijo todo. "Perdone si se ha sentido ofendido", rectificó el policía. "Siempre hay una primera vez", continuó con sorna el letrado.  

Organizados

Varios de los policías que declararon destacaron que la resistencia que encontraron en los colegios estaba "claramente organizada". Fue una de las pocas veces que una pregunta de la acusación que ejece Vox, empeñado en interesarse por armas y personas embozadas, obtuvo una respuesta afirmativa. El testigo justificó su respuesta en "la disposición de la gente, en que había gente esperando para 'dar el agua' y avisar de que llegábamos". Por la tarde un oficial también atribuyó organización a un grupo de personas de entre 17 y 30 años que se concentraron frente a la comisaría al grito de "A por ellos que son menos", "Vamos a tomar la comisaría". Él recibió una pedrada que le dio justo en el escudo de la gorra. 

También mostró su extrañeza porque al llegar a los centros había niños entre las personas que les impedían la entrada. En el primer centro, la Escuela Oficial de Idiomas de Lleida, en la que el subinspector 76.7523 actuó contó que los agentes hicieran un pasillo para que "una señora sacara a un niño y otra a una niña". Se preguntó por qué no les sacaban antes sabiendo que ellos ya habían llegado. "Yo con mis hijos no haría eso, no los pondría en peligro, por lo que pueda pasar", precisó. Ya por la tarde otro agente explicó que tras el 1-O los niños de 8 o 10 años de un colegio se concentraban frente a la comisaría insultándoles con gritos de "asesinos" y gestos.

"Turba violenta"

Como han ido declarando otros agentes, la situación más complicada se vivía cuando intentaban abandonar el centro. "Era todo acoso y hostigamiento para que no pudiéramos marcharnos", dijo. Según su relato, en uno de los centros no le dejaron ni hablar, lo que no le había ocurrido ni en el 15-M. Otro de los agentes fue aún más allá y calificó lo que se encontró de su salida de "turba violenta". 

El juicio en el que se había oído hasta cómo quitaban el pasamontañas a uno de los agentes y los concentrados le gritaban "mira, esta es la cara del fascismo" también permitió momentos con un punto surrealista, como cuando un agente contó cómo una señora regañó a su marido por dejar de ofrecer resistencia y el subinspector que contó que identificó a una persona que le había seguido por Lleida, mientras trataba de encontrar una clínica donde le miraran su mano. Pese a recriminarle que le siguiera, dando a entender que se trataba de un mosso, acabó diciendo que fue "amable", porque le terminó indicando cómo ir a urgencias.