ELECCIONES GENERALES

Sánchez sale a comprobar su techo electoral

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Juan Ruiz Sierra

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La sede del PSOE lleva dos meses en obras. Los socialistas, como cualquiera que haya reformado su casa, no saben cuándo acabarán. Ni siquiera si la amplia sala Ramón Rubial, donde se celebran las ejecutivas y los comités federales, estará lista para la noche electoral o tendrán que desplazarse a un hotel. "Cada mañana bajo a preguntar a los obreros cómo van –explica una trabajadora del partido-. Nos dejaría mal sabor de boca desplazarnos a otro sitio, para una vez que vamos a tener algo que celebrar".

El PSOE no gana unas elecciones generales desde el 2008, con José Luis Rodríguez Zapatero de candidato. Con Alfredo Pérez Rubalcaba en el 2011 y Pedro Sánchez en el 2015 y el 2016, el debate era dónde se situaría el suelo de los socialistas. Ahora es el contrario. ¿Dónde está el techo de este PSOE, que tras pasar por uno de los momentos más traumáticos de su historia, con la destitución de Sánchez y la abstención en la investidura de Mariano Rajoy, parece llamado a volver ocupar el primer lugar tras la moción de censura que le llevó de vuelta a la Moncloa? Las encuestas lo sitúan entre los 130 y los 140 escaños, a mucha distancia del PP, su principal competidor.

Pero los socialistas no se fían. Primero, porque no solo dependen de sí mismos, sino también de sus posibles aliados, con Unidas Podemos, el PNV y Compromís en un lugar preferente: esperan poder sumar solo con ellos, sin necesitar al independentismo catalán. Después, por el elevado número de indecisos a dos semanas de las generales, un colectivo que ahora representa al 25,3% del electorado según el último CIS, superior al de otros comicios. Y por último, porque no dejan de pensar en el precedente de las elecciones andaluzas de diciembre, cuando ninguna encuesta se acercó a lo que acabó sucediendo: un resultado del PP, Cs y Vox capaz de desalojar al PSOE tras 36 años de poder ininterrumpido en la autonomía.

Un lugar simbólico

De ahí que Sánchez eligiese este jueves Dos Hermanas para iniciar la campaña. El municipio sevillano, histórico bastión contrario a Susana Díaz dentro del socialismo andaluz, ocupa un lugar simbólico en la trayectoria del presidente del Gobierno. Aquí fue donde anunció que intentaría recuperar el liderazgo del partido. Esta vez, sin embargo, Sánchez y Díaz compartieron escenario, dejando a un lado sus conflictos pasados, presentes y probablemente futuros.

Los socialistas han diseñado una campaña muy conservadora, tanto en los espacios elegidos para los mítines (este se celebró en un modesto recinto ferial ante unas 1.500 personas) como en los discursos, centrados en los avances sociales y en el miedo a la derecha. La consigna es no caer en errores que puedan comprometer su dominio.

"Hay dos certezas bien claras –señaló Sánchez-. Si la derecha suma, se van a entender y volverá la confrontación territorial, la corrupción y los recortes. Hay un riesgo evidente. Por eso es importante que no nos relajemos. Y la otra es que si hay alguna fuerza capaz de hacerle frente es el PSOE. Tenemos que ampliar, tenemos que ir los socialistas convencidos, pero también tenemos que hablar al conjunto de españoles”.