CITA CON LAS URNAS

España decide entre dos modelos antagónicos

Papeletas preparadas para una votación en el colegio La Salle de La Seu de Urgell, en una fotografía de archivo

Papeletas preparadas para una votación en el colegio La Salle de La Seu de Urgell, en una fotografía de archivo / periodico

Gemma Robles

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Fue el pasado 11 de febrero. Ese lunes, como tantos otros, el presidente Pedro Sánchez se reunió con su núcleo duro para analizar la coyuntura política. Apenas restaban unas horas para que diera comienzo el debate de presupuestos, el de las enmiendas a la totalidad. No pintaba bien. Los independentistas catalanes anunciaban veto y colocaban sobre la mesa el debate sobre el referéndum de autodeterminación como precio a pagar para evitar el colapso de la legislatura. La cúpula socialista decidió responder con un adelanto electoral, en medio de los reproches soberanistas por haberse quedado muy cortos y de los gritos en el cielo de los partidos de la derecha por haberse rendido, supuestamente, ante los separatistas. Un PSOE con 84 escaños, llegado al poder por la vía de la moción de censura y sin cuentas públicas garantizadas para el 2019, concluyó que la única salida razonable al embrollo eran unas generales. Y el elegir con acierto 'el cuándo' se invitaría a los españoles a escoger entre dos modelos antagónicos para España, en lo territorial, lo social y lo económico que se iban abriendo hueco en la 'era postRajoy'.

Los más cercanos a Sánchez, cuando llegó aquel relevante cónclave interno de febrero, llevaban horas dándole vueltas al calendario para poner fecha a los comicios. No había unanimidad de criterio. La resaca del fracaso del diálogo en Catalunya, la perspectiva de un juicio largo sobre el 'procés' en el Supremo y, sobre todo, el varapalo recibido en Andalucía con irrupción de la ultraderecha incluída, pesaba en los argumentos de cada cual. Como finalistas, dos sugerencias: la del ‘superdomingo’ de mayo sumándose a las autonómicas, municipales y europeas, que defendían fundamentalmente José Luis Ábalos y Adriana Lastra y la del 28 de abril, bandera que agitaba la vicepresidenta Carmen Calvo y que finalmente se impuso. Que el día anterior las 'tres derechas' hubieran pinchado en la concentración que habían convocado en la madrileña plaza de Colón influyó. Y mucho.

Ahora, transcurridos dos meses desde aquel debate estratégico, los socialistas que participaron en aquella cita intuyen que fue positivo para sus intereses señalar el 28-A como día de examen final. La intención fue coger en lo posible con el pie cambiado al adversario. Que el popular Pablo Casado no tuviera tiempo de matizar en exceso su proyecto de país frente a la propuesta de futuro socialdemócrata. Y que el miedo a su asociación con los más ultras, hecho realidad en suelo andaluz, despertase de su letargo a la izquierda abstencionista y devolviese al PSOE voto exiliado a otras formaciones como Unidas Podemos. Sin embargo y por mucho que los sondeos jaleen las expectativas de los de la calle Ferraz, el final de este episodio no está escrito. Ni mucho menos. Que haya aún un 40 por ciento de indecisos, según el último CIS, y quince jornadas de campaña por delante para intentar gestas políticas le ofrece una oportunidad al bloque PP-Cs-Vox para buscar la sorpresa de última hora. Y a los de Pablo Iglesias para combatir sus bajas expectativas.

Aportar por mano dura en Catalunya

Casado no sale a ganar, ya no, pero sí a intentar sumar mayoría con ayuda de Albert Rivera y Santiago Abascal. Quien lleva las riendas populares desde hace menos de un año, después de que una sentencia por corrupción y una moción de censura obligasen a Mariano Rajoy a tirar la toalla, dice no haber perdido la esperanza. Recorrerá España con unas listas renovadas (y polémicas), las bendiciones de José María Aznar y un discurso neoliberal en lo económico y lo social. En lo territorial en general, no tiene duda: recentralización y mano dura en Catalunya.

Por su lado, Rivera, sale a taponar la fuga de voto de último minuto que ha detectado hacia Vox. De ahí su anunciado cordón sanitario al PSOE en plena precampaña, una operación de máximo riesgo. Esta vez quiere tocar poder, si las urnas le fueran propicias al bloque de derecha. Los de Abascal, con tranquilidad, salen al terreno de juego sabiéndose ganadores de antemano: su victoria estará en llegar a Las Cortes en un momento en que populistas y extremistas se expanden por toda Europa. Desde Podemos, Iglesias trata de quitar la razón a la demoscopia a golpe de denuncia de las cloacas del Estado, que parecen haberse cebado con él. Todos echarán el resto. Se la juegan. Y España con ellos.