La España vacía manda en las urnas el 28-A

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Iolanda Mármol

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Pablo Casado acaricia un ternero. Explica que su abuelo iba en burro. Albert Rivera se sube a un tractor. Pedro Sánchez aprueba una estrategia nacional por el reto demográfico. Unidas Podemos abre la precampaña en Valladolid. Ser de pueblo está de moda. Las élites políticas madrileñas han abandonado las moquetas y se calzan las botas de campo dispuestas a conquistar los escaños más difíciles de predecir en la campaña de las generales, los de una España vacía que va a ser determinante.

Hay 28 provincias que reparten cinco escaños o menos. Constituyen el mapa endiablado de en los cuarteles generales de todas las fuerzas políticas en el mes escaso que queda por delante hasta el 28-A porque un puñado de votos hace saltar los escaños de una fuerza política a otra, porque un puñado de votos regala un diputado o manda la papeleta a la basura de los restos. La España vacía, que se siente abandonada, se hizo visible este domingo en la manifestación de Madrid manifestaciónMadridy va a continuar siéndolo, por lo menos, hasta las legislativas. Después, es una incógnita.

En esa España vacía PP y PSOE buscan mantener sus feudos. Ciudadanos, Unidas Podemos y Vox necesitan arrancar escaños. Rivera es quien más acaricia la posibilidad de robar alguna de las butacas conservadoras que bailan por escasos votos, de ahí la pugna rural entre PP y Cs que vemos en los últimos días. 

Feudos del bipartidismo

La España despoblada ha sido bastión tradicional de conservadores y socialistas. Más del primero que del segundo, pero siempre necesaria para mantener vivo al bipartidismo en el Congreso de los Diputados. En las últimas elecciones generales, los dos viejos partidos consiguieron resistir en la mayor parte de estas circunscripciones (aguantaron ahí mejor que en las ciudades y dejaron a los dos nuevos partidos fuera de doce provincias) pero Unidos Podemos y Cs lograron arañar algunos escaños. Parte los conquistaron por un estrecho margen y otros no los alcanzaron también por diferencias exiguas. Ahora, Cs cree que puede obtener aquellas plazas, para preocupación del PP, que teme que la dispersión del voto le penalice.

En circunscripciones despobladas el voto no es proporcional al número de habitantes. Nuestro sistema electoral es más equitativo en los grandes núcleos urbanos que reparten más escaños y en los que fácilmente los cinco partidos tendrán representación (por eso resulta también más sencillo predecir el resultado) y más desproporcional en la España vacía. La tendencia, mimada por una ley electoral elaborada en la Transición para primar la estabilidad frente a la fragmentación, favorece a PP y PSOE. Con cinco partidos en una horquilla del 15% al 30% de los votos, la batalla en esas 28 provincias despobladas se anuncia de infarto. Es decir, la fragmentación del voto hace más difícil obtener un escaño.

“En estas circunscripciones la pelea va a ser por el tercer o cuarto puesto. Porque la España vacía es cada vez más la España decisiva. Ciudadanos y Unidas Podemos se juegan ahí muchas posiciones. Parece que es más sencillo que Rivera mantenga los que ganó y esto haría peligrar la hegemonía rural del PP, pero lo relevante es que las diferencias pueden ser enormes en esta distribución de escaños por muy poco margen”, opina el investigador principal de MetroscopiaJuan Pablo Ferrándiz.

Difícil de prever

Para los sociólogos electorales la España vacía es un quebradero que cabeza, porque en esas circunscripciones unas décimas arriba o abajo en la participación puede trastocar el número de diputados. “El concepto de España vacía es bello. Siempre ha sido importante, en realidad, pero ahora es muy difícil de prever porque por muy poco salta un escaño”, explica la directora del Gabinet d’Estudis d’Opinió Pública (GESOP), Àngels Pont.

Lo ejemplifica con el caso de Lleida, que reparte 4 diputados. En el 2016 ERC, Convergència, los ‘comuns’ y el PP obtuvieron un escaño cada uno. El PSC se quedó a las puertas, por menos de 2.000 votos. Calcular ahora cómo va a quedar esa circunscripción es un dilema.

Todo apunta, explica Pont, a que los populares perderán su representante, que podría recoger el PSC, pero tampoco está claro que resistan los ‘comuns’. Y todo esto se dirime en un dos o tres por ciento del voto. En situaciones similares están las 28 circunscripciones de la España vacía.

Si el número de escaños que reparte cada provincia fuese proporcional a su población, por ejemplo, Madrid elegiría a 48 diputados y Soria a ninguno.El sistema electoral hace que las circunscripciones vacías repartan menos escaños pero que resulten más baratos. En Madrid conquistar uno cuesta 96.000 votos mientras que en Soria se necesitan solo 24.800 papeletas.

Coste del voto

En las provincias que reparten entre 1 y 5 diputados los candidatos necesitan conseguir entre el 50% y el 30% de los votos para obtener representación. En las provincias que reparten más de 30, basta con obtener un 15% de papeletas para conseguir escaño.

Los resultados se explican en parte por el sistema electoral y también por factores sociológicos. La España vacía tiene una población envejecida que presenta mayores tasas de fidelidad de voto y con un sesgo conservador. No es baladí que PP y PSOE bloqueasen durante la última legislatura todo intento de Unidos Podemos y Cs para reformar la ley electoral y actuasen como cancerberos de un sistema que les favorece.