voto particular

Un traje a Trapero en el Supremo

El juicio dedica su cuarta semana a hacerle un ajustado placaje al mayor de los Mossos, que en esta causa solo es un testigo más

El mayor Josep Lluís Trapero se dirige a la Audiencia Nacional, ayer.

El mayor Josep Lluís Trapero se dirige a la Audiencia Nacional, ayer.

Carles Cols

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Cuarta semana del juicio del ‘procés’. Al ritmo actual, si el magistrado Manuel Marchena no lo remedia, no acabará el 10 de abril, qué pena, no por aquello de que la causa no cabalgue con la campaña electoral de las elecciones generales, en las que hasta cuatro de los acusados pueden encabezar listas electorales (Oriol Junqueras, Jordi Sánchez, Josep Rull y Jordi Turull), sino por el juego que daría para estas crónicas que durara exactamente nueve semanas y media. Sentencia BDSM. Probablemente nadie ha titulado jamás así. En noticias como esta, no es fácil poner los codos y hacerse un hueco.

Esta cuarta semana ha sido, aunque no solo, la de Josep Lluís Trapero, al que no se juzga en esta sala. Las declaraciones el lunes del exsecretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, el martes del exdelegado del Gobierno, Enric Millo, el miércoles del coordinador del operativo policial del 1-O, Diego Pérez de los Cobos, y este jueves de los máximos mandos aquel día de la Guardia Civil y la Policía Nacional, Ángel Gozalo y Sebastián Trapote, le han hecho un ajustado 'traje' acusatorio al jefe de los Mossos d’Esquadra.

La arquitectura de este caso es a la justicia lo que la plaza de las Glòries al urbanismo

La tesis de la fiscalía, eso parece, es que Trapero formaba parte de un modo u otro del llamado estado mayor de Puigdemont, al que, según los ‘procesólogos’, no había sido invitado jamás Joaquim Forn, ‘conseller’ de Interior. Este juicio, lo habrán oído ustedes ya por ahí, es a la arquitectura procesal lo que la plaza de las Glòries es al urbanismo. Un despropósito. La mitad de aquel estado mayor puigdemonista ni está siendo juzgado ni está citado a declarar, una parte está fuera de España, con el ‘capo di tutti capi’ entre ellos, y Trapero, si es que tenía hilo directo con Carles Puigdemont para poner en modo sumiso a la policía autonómica cara al referéndum (eso apunta la fiscalía), lo juzgarán por rebelión en la Audiencia Nacional, o sea, al otro lado de la plaza de la Villa de París, sede del Tribunal Supremo. En su ausencia, esta semana le han hecho un traje. Acudirá el próximo jueves en el Tribunal Supremo, ¡como testigo, no como acusado!, todo estos después de que este jueves, en una declaración explosiva, uno de sus subalternos, Manel Castellví, haya revelado que la cúpula de los Mossos d'Esquadra avisó a Puigdemont, Forn y Oriol Junqueras de que el 1-O podía ser un día de violencia. No se pierdan la crónica principal del caso.

Gozalo y Trapote, esto se resume rápido, han retratado a Trapero como alguien reacio a impedir el referéndum, antes y durante el 1-O. Esto no ha causado sorpresa. Ni un murmullo entre el público. Eso, un tímido ¡oh! de pasmo (Marchena no pasa ni una y las muestras de estupor son muy contenidas) lo ha logrado un detalle que tal vez haya pasado más desapercibo. Ha ocurrido cuando el benemérito teniente general Gozalo ha explicado al tribunal que aquellos agentes que partieron de sus pueblos al grito de “a por ellos” (despedida de la que nadie se acuerda en este juicio, ni las defensas) recibieron a su llegada a Catalunya unas “sesiones formativas” para situarles sobre lo que se iban a encontrar en su día a día en las calles, por si venían mal informados. Parece que aquello fue como una pequeña introducción a qué son los catalanes y, como diría Mariano Rajoy, qué cosas hacen. Qué lástima no haber podido asistir de oyente a una de aquellas sesiones.

La fiscalía sonríe por fin, aunque insiste a veces en tener esos momentos Thalberg

De Irving Thalberg, el chico maravilla de la Metro-Goldwyn-Mayer en los años 20, se cuenta una anécdota para enmarcar. Se empecinó en que en una película ambientada en París, una de las escenas transcurriera en una playa. Le hicieron ver que era un error. “No podemos limitarnos por los cuatro gatos que conocen París”, respondió. No es solo que a aquellos guardias civiles les contaran que Lleida no tiene playa, es que en algunos momentos de estas primeras cuatro semanas de juicio, la fiscalía ha tenido varios momentos Irving Thalberg, el que más, sin duda, Fidel Cadena, que si las notas no fallan, ha preguntado en cuatro ocasiones por la votación de la declaración de independencia del 10 de octubre del 2017. Ese día no se voto nada. Fue la jornada en que Puigdemont declaró y 'desdeclaró' la independencia en menos de siete segundos, pero parece que para Cadena solo cuatro gatos estaban atentos aquel día a los acontecimientos del Parlament.

La cuarta semana en cartel de ‘Procés’ ha concluido. Con suerte, quedan solo cinco y media.