DESDE MADRID

Arrimadas y el giro españolista del PSOE

Los dirigentes de Ciudadanos Inés Arrimadas y Albert Rivera, el pasado 17 de febrero.

Los dirigentes de Ciudadanos Inés Arrimadas y Albert Rivera, el pasado 17 de febrero. / periodico

José Antonio Zarzalejos

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Estamos entrando en una inflación españolista. El PSOE presentó el martes pasado su lema de precampaña'La España que quieres'. Abundaron los adjetivos euforizantes: una España "iluminada", una España "optimista", una España "plural", una España "abierta". Nada que reprochar a los socialistas. Por el contrario, alabar su perspicacia en admitir que la política del Gobierno de Pedro Sánchez respecto a la Catalunya separatista pudo haber sido un éxito pero, al final, terminó en fracaso. Obrar en consecuencia, sobre todo después del aviso andaluz y con la derecha hurgando en la herida, es una muestra de inteligencia. Nada hay más abstruso que la persistencia en el error.

Sánchez no pactó su moción de censura con los independentistas, pero quiso prolongar la legislatura cerrando un acuerdo presupuestario con ellos. Dudó antes de hacerlo; llegó a descartar la negociación de las cuentas públicas, pero se adentró en la exploración del separatismo catalán hasta introducir la sonda en la zona sensible. Sucedió en Pedralbes el pasado 20 de diciembre. Allí el presidente perdió pie y aceptó una declaración errónea que convertía el concepto de "seguridad jurídica" en un eufemismo de la Constitución, expresión que se obvió para contemporizar con Quim Torra, que jugó sucio al filtrar en el peor momento de la negociación presupuestaria el documento de los 21 puntos.

Sánchez debió dar publicidad, de inmediato, al documento del presidente de la Generalitat. No lo hizo y quiso templar gaitas con el relator que, por su parentesco con el mediador que reclamaba Torra, provocó una explosión por simpatía en su partido y alzaprimó a la oposición. En ese ambiente de ruptura, con dos enmiendas de devolución de los Presupuestos presentadas por republicanos y neoconvergentes, y el inicio del juicio oral del proceso soberanista, la Moncloa tomó la decisión de convocar elecciones.

España y la emotividad

El bandazo españolista del PSOE debía estar tan preparado como el libro del presidente porque no había trascurrido una semana y los socialistas han comenzado a ventear la españolidad de su lema sobre un fondo rojo que incorpora un corazón. España y la emotividad. El PSOE -y es lógico- no se sustrae al 'marketing' sentimental después de su adustez nacional en la relación con los separatistas. Los sabuesos de la estrategia electoral socialista tienen la pituitaria fina.

La precampaña pensada por Ferraz y la Moncloa adelanta que el tema catalán va a ser central. Y el salto de Inés Arrimadas al Congreso de los Diputados agudiza la crisis catalana como tema estrella de la campaña y sitúa el foco del debate sobre la política gubernamental de estos últimos meses. La presencia electoral de la líder catalana de Ciudadanos, introduce una variable de gran trascendencia y establece una competición directa entre el PSOE y Cs.

No haber tenido por central el asunto catalán en Andalucía desmovilizó a una parte importante de la izquierda que, renuente a cambiar de voto, masculló su disgusto en la abstención. Para los independentistas, Sánchez también ha tenido prontuario argumental. Les ha lanzado dos torpedos dialécticos: "tienen pavor al diálogo" y "están cómodos en el conflicto". Con 'La España que quieres' y esas actas de acusación política, después del 28 de abril los socialistas no van a tener fácil entenderse con ERC y PDECat. Por una razón: la España que quieren la inmensa mayoría de los españoles -y buena parte de los catalanes entre ellos- es la que está en la Constitución con las debidas y sensatas adaptaciones. Nada de aventuras balcánicas.

Sánchez ya ha lanzado dos torpedos dialécticos: los independentistas no quieren negociar y están cómodos en el conflicto

El 28 de abril en Catalunya no es cosa -al menos, no del todo- del PSOE, sino del PSCMiquel Iceta no va a poner un corazón sobre el rojo socialista e imprimir la palabra España. Veremos cómo el primer secretario de los socialistas catalanes se escabulle del giro españolista de Sánchez  y lo hace complementario, porque no sería entendible que fuera contradictorio. Los socialistas catalanes tienen la responsabilidad de procurar allegarle al PSOE un buen suministro de diputados de los 47 que se eligen en Catalunya, lo mismo que Susana Díaz -le guste más o menos Sánchez- debe aportarle muchos de los 67 de su comunidad. De ambas comunidades depende que los socialistas se sitúen en el cajón más alto del podio.

La terapia alternativa

Aunque Sánchez, como escribí la semana pasada, no tendrá piedad en "limpiar" el grupo parlamentario renovando las listas al Congreso en al menos un 70% respecto de las actuales, ha conseguido en la precampaña y antes que los demás partidos, aventar inquietudes en su partido: 'La España que quieres', con un corazón incorporado -para así reforzar la vibración emocional- era justamente la terapia alternativa a la política catalana del ibuprofeno. Y por si fuera poco, antes de que la batalla por el voto comience formalmente, Sánchez ya tiene en la recámara otra decisión: Josep Borrell  será el cabeza de lista para el Parlamento Europeo. En Bruselas, el actual ministro de Exteriores y Cooperación se moverá como pez en el agua y, ya sin la disciplina del Consejo de Ministros, será inmisericorde con los independentistas.

En el País Vasco, el PNV disimula pero no puede evitar ofrecer gestos de reprobación ante la precampaña socialista, como tampoco los evitan los secesionistas. Pero Sánchez -oportuno y oportunista- se une a la procesión españolista de esta primavera y apela a España. "Decíamos ayer", podrían exclamar Alfonso Guerra y Felipe González (referentes superados, según el secretario general del PSOE) como Fray Luis de León, que no San Juan de la Cruz, mi apreciada Irene Lozano.