JUICIO AL 'PROCÉS'

Equilibrios ante el juez

Jordi Turull declara en el juicio del 'procés'

Turull afirma que Junts pel Sí se refería al sí a la independencia. / periodico

Daniel G. Sastre

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El juicio a los líderes del ‘procés’ en el Tribunal Supremo está obligando al independentismo a un complicado ejercicio de equilibrismo. En la primera fase de la vista, la de los interrogatorios, los acusados intentan desvincularse de los delitos que se les imputan y, a la vez, tratan de evitar mediante circunloquios u omisiones admitir que, tras el referéndum, no hicieron nada por llevar a cabo la secesión.  

Los 12 procesados se enfrentan a largas penas de prisión por graves delitos, y es lógico que se defiendan de las acusaciones. Pero también son dirigentes políticos, muchos de ellos en activo. Lo es, por ejemplo, Jordi Turull, el primero de los declarantes de esta segunda semana de juicio. El ‘exconseller’ de Presidència se postuló hace unas semanas para liderar la candidatura del espacio posconvergente a las elecciones europeas de mayo.

Por eso Turull –que, a diferencia del otro interrogado del día, Raül Romeva, eligió responder a las acusaciones- se extendió mucho en el carácter pacífico del pueblo catalán o en la violencia policial del 1-O, pero el fiscal tuvo que extraerle con sacacorchos precisiones sobre la declaración de independencia del 27 de octubre. Sin embargo, Turull admitió finalmente el carácter simbólico de la DUI. En realidad, todos los que han declarado hasta el momento han hecho lo mismo.

La declaración de independencia fue, según dijo a preguntas del fiscal Jaime Moreno, solo “una expresión de voluntad política” que buscaba recoger “el sentir mayoritario del pueblo”. Es más: aseguró que si el Govern llevó los resultados del 1-O al Parlament no fue porque lo obligara la Ley del referéndum que se aprobó en la Cámara –y que luego suspendió el Tribunal Constitucional-, sino “por cortesía”.

Independencia en el preámbulo

De hecho, Turull accedió a la sala pertrechado con una copia del documento que el Parlament aprobó el 27 de octubre, el día de la DUI. Lo hizo para subrayar frente al tribunal que le juzga que, pese a que la Generalitat repitió cientos de veces antes del referéndum que el resultado sería “vinculante”, la parte en la que se declaraba la independencia estaba en el preámbulo, que no se votó.

Como en el caso de Forn, que declaró la semana pasada, la enjundia política de la declaración de Turull estuvo en la admisión de que los grandes hitos que han quedado en el imaginario colectivo independentista del mes de octubre del 2017 fueron poco más que fuegos de artificio para intentar que el Estado se sentara a negociar. Si el ‘exconseller’ de Interior afirmó que el 1-O fue “ilegal”, el de Presidència, que llegó a ser candidato a presidente de la Generalitat, rebajó la DUI en varias ocasiones a la categoría de “declaración política”.

También se condujo con mucha cautela cuando el fiscal se interesó por saber de dónde salieron las urnas –que él mismo presentó en rueda de prensa dos días antes del referéndum-, quién elaboró el censo o cómo se puso en marcha el sistema informático que permitió que los ciudadanos pudieran votar en cualquier colegio electoral. No sabe nada de eso.

Tono desafiante y eslóganes

Turull intentó sepultar el reconocimiento de que todo fue un trampantojo bajo un tono desafiante contra el fiscal y bajo varias decenas de las ideas que el independentismo ha puesto en circulación en los últimos años. Sostuvo en el Supremo varias de las afirmaciones más escuchadas en Catalunya durante el ‘procés’, como la de que el movimiento independentista va “de abajo a arriba”, la de que un 80% de la población pide un referéndum, la de que cualquiera que cuestione la influencia del relato del Govern en el apoyo de los ciudadanos al soberanismo los está tratando de tontos –“los catalanes no son ovejas”, dijo- o la de que votar “nunca puede ser un ilícito” en una democracia.

Pronto se verá qué opinan los ciudadanos de este desdoblamiento de discurso. A pesar de que desde los entornos de la Crida y de Junts per Catalunya se trata de poner en valor la parte épica de las declaraciones de Turull y de Forn –que aspira a convertirse en alcalde de Barcelona-, la razón de ser de ambas marcas políticas es la necesidad de “restituir” al Govern cesado por el 155 y la legitimidad emanada del 1-O. Ese referéndum que, según han admitido los dos candidatos ante el juez Manuel Marchena, en realidad no facultó a la Generalitat para declarar la independencia.

Turull subrayó muchas veces que no hubo violencia alguna en las movilizaciones independentistas del 2017, y sufrió algo más cuando le tocó defenderse ante el supuesto desvío de dinero público para financiar el referéndum. También admitió que, en la disyuntiva entre hacer caso a las prohibiciones del TC o cumplir su "compromiso con los ciudadanos", el Govern hizo un "ejercicio de ponderación" a favor del segundo camino. Fuentes de las defensas asumían ayer que cabe la posibilidad de que los acusados sean condenados por desobediencia –que no comporta penas de cárcel- o malversación, pero nunca por rebelión o sedición, los delitos más graves.

Romeva, también "preso político"

En cuanto a Romeva, ‘conseller’ de Exteriors cuando se produjeron los hechos, calcó el interrogatorio de Oriol Junqueras. Como él, solo respondió a su abogado –que es el mismo, Andreu Van den Eynde-, y como él se declaró “preso político” y se presentó como un hombre de paz que no ha cometido ningún delito y nunca ha promovido la violencia.

Sí fue algo más explícito que el ‘vicepresident’ cuando admitió también que la declaración de independencia fue “política”, y que buscaba “iniciar un proceso de negociación” con el Estado. Tendrán ocasión de confrontar esa versión, entre otros, Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, Artur Mas o Íñigo Urkullu, cuya comparecencia como testigos se ha programado para la semana que viene.