voto particular

Las entrañas del Supremo son de acero

La defensa 'processista' no le pide al tribunal que parezca honesto como la mujer de Julio César, sino, con perdón, que no sea la de Claudio

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Carles Cols

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Las cuestiones preliminares del juicio a la sala de máquinas del ‘procés’ se antojaban, así de entrada, como los primeros 65 minutos de ‘El tercer hombre’, película que brilla por la interpretación de Orson Welles, pero este, como la declaración de Oriol Junqueras, se hacía de rogar y no aparecía en pantalla hasta que solo quedaban menos de 45 minutos de film. Las cuestiones previas estaban llamadas a ser un ir de aquí para allá jurídico de los abogados de la defensa, primero, y de la acusación, después, una castaña periodística, vamos, y no digamos ya televisiva, puro ‘slow tv’. Junqueras (eso dicen los que entienden) está previsto que declare el jueves. De su presencia en la primera jornada del juicio merece la pena destacar, eso sí, el desganado apretón de manos que le dedicó a Quim Torra. A su lado, Stanley y Linvingstone se saludaron como fogosos pandilleros latinos allí junto al lago Tanganica. Fue un hola muy glacial. A lo mejor el jueves hay que leer entre líneas sus respuestas. Pero lo dicho, la primera sesión del juicio eran los preliminares, que, como los del tálamo, se supone que tienen su función. Fueron una sorpresa.

Aunque algo Dupond y Dupont, al final sí que hay observadores extranjeros en el juicio. Su entrada en el tribunal fue tintinesca

Antes de ir a ellos, una anécdota que viene al caso. Comienza como un chiste, pero no lo es. Estaban un francés y un belga en el Tribunal Supremo vestidos con una toga... Es rigurosamente cierto. Eran dos abogados que venían en representación de dos asociaciones internacionales de defensa de los derechos humanos a observar este juicio, porque, según contaron, como OPNI, objeto procesal no identificado, este caso les parece muy singular. El tribunal, como se sabe, no ha invitado a observadores internacionales, pero los abogados, vengan de donde vengan, tienen pase vip para acudir a los juicios. Total, que decidieron entrar, pero por si acaso se agenciaron unas togas que les prestaron unos colegas de Madrid, buen truco, sí señor, que se desvaneció cuando un funcionario les dijo que no hacía falta el disfraz, como unos Dupond y Dupont cualquieras, que con su acreditación de abogados bastaba. La toga acabó en la mochila.

Otrosí

En cierto modo, las cuestiones previas iban de eso, de apelar a la próxima instancia, al Tribunal de Estrasburgo y a las organizaciones extranjeras celosas de estos temas, pero claro, una cosa es hacerlo con un abuso del "otrosí", el "no es más cierto que…" y el recordatorio de la jurisprudencia de la sentencia número tal, barra lo que sea, y otra, muy distinta, el lanzamiento de penaltis que protagonizaron (por citar los dos más certeros) Andreu Van den Eynde y Jordi Pina, letrado el primero de Junqueras y Raül Romeva y, el segundo, de Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull.

Con esto de las redes sociales, más rápidas que el tren, lo más fácil es que ya conozcan ustedes algunas de las frases de la jornada que ambos pronunciaron. Que si hacer justicia es mantener la civilización en pie, que si esto es una causa contra la disidencia política, que tenemos derecho a vivir en democracia, que ustedes miembros del tribunal están contaminados… Todo esto, además, dicho bajo el lienzo que decora el techo de la sala, hasta cogía más empaque. Se trata de una pintura de Marceliano Santa María , el llamado pintor de Castilla, que para el Tribunal Supremo trabajó una obra titulada ‘La ley triunfa sobre el mal’, que da un poco de repelús, sobre todo la escena en la que una madre estrangula a su hijo.

'La estrategia que sufrimos' tiene título de bolero, pero es lo que se le escapó a un instructor del caso, el cuarto pancho

Pero de las intervenciones de Pina y de Van den Eynde, lo insistente y por ello llamativo fue su referencia a esa frase con título de bolero que el juez Juan Antonio Ramírez incluyó en un auto judicial redactado en los inicios de este caso. “La estrategia que sufrimos”. Eso escribió este magistrado sobre el ‘procéss’, en primera persona, como si fuera el cuarto letrista de Los Panchos, poniéndose por lo tanto, en opinión de los abogados, como juez y parte en la causa.

Ostras y caracoles

¿Recuerdan a la pobre Pompeya? Deberían. Era la mujer de Julio César. Con lo adúltero que fue su esposo, amante de las ostras y los caracoles por igual, y le exigía a ella que no solo fuera honesta, sino que además lo pareciera, y todo porque un patricio muy cantamañanas, Publio Clodio Pulcro, se enamoró de ella. Pues bien, la tesis de la defensa en la cuestiones previas no ha sido que el Tribunal Supremo sea la pobre Pompeya de la que el independentismo duda, sino que, glups, poco menos que es la esposa de otro emperador romano, Claudio, o sea, Mesalina.

Dicho así, suena muy bruto, de acuerdo, pero como ha afirmado este abogado con apellido de medio centro de la etapa de Cruyff, la instrucción de la causa especial 20907/2017 ha sido “un vodevil procesal”, género teatral alegre y disoluto, por decirlo fino.

El abogado Pina le ha hecho al juez Monterde lo que la oposición le hizo a Torra durante su investid..., bueno, no, eso fue peor

A Mesalina seguro que la conocen más. No tanto como la conoció Escila, por supuesto, aquella prostituta con nombre artístico de devoradora de hombres con quien se batió, ¡ejem!, en duelo y  que, derrotada, dijo de la mujer de Claudio que tenía las entrañas de acero. De eso parece que iban las cuestiones preliminares por parte de la defensa, de dejar constancia cara a instancias superiores que las entrañas del Supremo son de acero. ¿Con qué argumentos? Pues además del bolero, que no está mal, Pina se ha entretenido en leer algunos de los tuits que el magistrado Francisco Monterde se supone que suscribe y que aparecen en la cuenta de la Asociación Profesional de la Magistratura. Monterde, vicepresidente de esa asociación, ha decidido sobre algunos de los recursos de la defensa, en contra claro, en consonancia con su vida tuitera. Parece que en uno de esos mensajes de 140 caracteres se tildó a los acusados de “piquete golpista”. Total, que Pina ha hecho con Monterde lo que la oposición hizo con Quim Torra cuando le invistieron ‘president’. Bueno, no, aquello fue mucho peor. El independentismo demostró aquel día tener unas entrañas de titanio.

Este miércoles, por enfilar ya el final, se juega el partido de vuelta. Actúa la acusación. El reto es contarla con las mismas gafas que las empleadas en la primera jornada. No vale cambiar el color de los cristales. Merece la pena subrayarlo porque, en estos tiempos tan epidérmicos, escriba lo que escriba, siempre se ofende alguien. Y este juicio va a durar como poco tres meses, así que echar unas cuentas asusta. Lo normal sería decirlo al final, el último día, pero por si por lo que fuera no hay ocasión de hacerlo, mejor soltarlo ahora. Es lo siguiente. Es una frase deliciosa de Joannes Brahms, gran compositor alemán, pero también un hombre poco dado a morderse la lengua. En una ocasión, tras una discusión con varios frentes de disputa, se despidió así: “Si me he olvidado de insultar a alguien, le pido disculpas”. No es ese el propósito, pero queda dicho.