LA ENCRUCIJADA CATALANA

La estrategia de Casado amenaza con dar la puntilla al PP en Catalunya

Alejandro Fernández y Pablo Casado durante el congreso en Sitges.

Alejandro Fernández y Pablo Casado durante el congreso en Sitges. / periodico

Pilar Santos / Júlia Regué

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Hace unas semanas, Pablo Casado admitía en privado y con palabras crudas que sabía que es casi imposible rescatar al PP catalán. El número de diputados populares en el Parlament ha ido cayendo convocatoria tras convocatoria desde que el ‘procés’ independentista empezó a monopolizar la política catalana: en 2012, ocupaban 19 escaños; ahora, cuatro.

El presidente de los conservadores ve tan difícil frenar a Ciudadanos, el más votado en los últimos comicios, que ha dejado de mirar a los catalanes como posibles electores y prefiere centrarse en los del resto de España, donde la grave crisis territorial es un elemento de movilización (y de enfado) contra el Gobierno de Pedro Sánchez.

Casado, en la oposición, no debe bregar con la grave crisis territorial, como sí hizo Mariano Rajoy en la Moncloa, y ha dado muestras de que no se siente obligado a hacer propuestas políticas para hallar soluciones factibles para este momento de tensión, con el juicio a los dirigentes independentistas a punto de empezar.

Las elecciones municipales, autonómicas y europeas de mayo ya están cerca y Vox sigue creciendo en las encuestas, con un mensaje radical contra el independentismo al proponer la "suspensión de la autonomía hasta la derrota sin paliativos del golpismo y la depuración de responsabilidades civiles y penales".

Al dar por perdidas las siglas en Catalunya, Casado no se siente impelido a medir sus palabras para no herir a posibles votantes, como demostró el jueves cuando afirmó que "la agenda que estamos viendo en Catalunya es la agenda de ETA".

Fuentes de la dirección del PP asumen que la estrategia desplegada estas semanas para protestar contra la vía de diálogo abierta por Sánchez con la Generalitat puede suponer que obtengan la mitad de los 214 concejales en las municipales. Alcaldías solo podrían perder una, la que tienen, Pontons (Alt Penedès), pero puede complicarse la recuperación de los consistorios de Castelldefels Badalona.

A esta posible desaparición en Catalunya se refirió el propio Casado en una entrevista a la agencia Efe que concedió esta semana. "[Wiston] Churchill ganó la guerra y perdió las elecciones. Es que la política es instrumental, los partidos somos meros instrumentos para conseguir un mejor Gobierno y mejor vida para los españoles", afirmó sin referirse en los votos que cosecha en el resto de España gracias a esa posición dura contra los independentistas.

La 'reconstrucción' del PPC

La marcha de Xavier García Albiol, ya despojado de cargos con el abandono de la presidencia del partido en Catalunya y su marcha del Parlament, ha evidenciado la renovación de la dirección catalana. La victoria sin rivales de Alejandro Fernández ofrece a ojos de los afiliados una renovación discursiva con un talante irónico que busca pasar página y superar la debacle electoral del 21-D.  

El nuevo líder se ha propuesto reconstruir el partido, pero no desde el alboroto y la emocionalidad. La dureza de los alegatos de Casado se modula en Catalunya. El terreno en el que cosechar votos es distinto y los tiempos electorales también. Mientras el líder nacional teme una convocatoria a corto plazo, la dirección de Fernández se asienta con unos tiempos más elásticos.

Fuentes del partido aseguran que el calendario interfiere en el discurso y que en Catalunya hay que saber afinar las declaraciones que se lanzan en altavoces nacionales. Las sonadas aseveraciones de Casado equiparando la cúpula del 'procés' con ETA las rebajan a un análisis del propio partido, aunque reconocen que "descontextualizadas" pueden no beneficiarles. "Si el PP del País Vasco fue un muro de contención, el PP catalán también debe serlo ahora. La comparación se hace porque los nacionalistas persiguen el mismo objetivo, no porque usen los mismos métodos", precisan, y achacan la equivalencia a la voluntad del independentismo de desanclarse del resto de España. Aún así, otras voces apostillan que "en Perpinyà (Francia) el separatismo pactó una hoja de ruta con ETA".

Sea como fuere, al líder catalán se le ha encargado arrinconar a Vox y recuperar los votos fugados de Ciutadans para mantenerse en la Cámara catalana. El uso del sarcasmo es su principal herramienta para doblegar el relato de los independentistas y el señalamiento por inacción a los naranjas -a quienes les reclaman una moción de censura contra Quim Torra que saben que perderían en el hemiciclo- su escudo con el votante del centroderecha. A Vox prefieren no mencionarlo y se dirigen al partido como la "derecha identitaria y antiliberal". Fenández librará la batalla consciente que de los resultados de su legislatura señalarán el futuro del partido en Catalunya.