MÁXIMA TENSIÓN EN LA POSCONVERGENCIA

Amenaza de ruptura entre el PDECat y la Crida de Puigdemont

David Bonvehí y Carles Puigdemont

David Bonvehí y Carles Puigdemont / EFE / STEPHANIE LECOCQ

Fidel Masreal

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La vida de Convergència después de Convergència no está siendo nada fácil. Es más, está en riesgo de muerte, y los padres de la criatura, en especial Artur Mas -Jordi Pujol está fuera del escenario por motivos judiciales, entre otros- se plantean seriamente la necesidad de intervenir para evitar la descomposición definitiva de un espacio que, según los expertos, sigue existiendo en Catalunya pero está huérfano de representación: el centroderecha soberanista.

El penúltimo episodio es la opa de la Crida Nacional per la República, el movimiento creado por el 'expresident' Carles Puigdemont. Un Puigdemont colocado a dedo en el Palau de la Generalitat por parte de Mas en el último minuto, ante la presión de la CUP, y que se ha convertido en un auténtico dolor de cabeza para buena parte de los que reclaman mantener viva la herencia convergente. Quienes apuestan por dar carpetazo al PDECat sostienen que la marca ya no se aguanta y que lo que se impone ahora es prescindir de las siglas y de las estructuras de partidos clásicos para aunar al máximo a sensibilidades distintas.

Para los que tenían alguna duda, la Crida, que este sábado celebra su congreso fundacional en Barcelona, se ha constituido en partido político. Así consta en el registro de partidos del Ministerio del Interior. Sí, sus promotores sostienen que actuará y se registrará como asociación, y que la inscripción como partido es solo un salvoconducto que queda en el congelador en caso de que se presenten a las elecciones. Pero la Crida deja claro en sus documentos que quien quiera entrar en ella deberá hacerlo a título personal y los estatutos del PDECat impiden la doble militancia. Como siempre, existen maneras de interpretar el embrollo en forma de vía de escape: militar en la Crida no sería hacerlo en un partido, sino en una asociación.

Caras visibles

En todo caso, las fracturas son conocidas. Dos terceras partes de la actual dirección del PDECat quieren mantener su propia identidad, frente a los entusiastas de apoyar a la Crida, entre los que sobresale la vicepresidenta del partido, Míriam Nogueras. Las relaciones personales entre las familias internas son casi inexistentes. Y la distancia política y de trayectoria, sideral.

En cualquier caso, quienes lamentan la pérdida del espacio posconvergente se quejan de un elemento clave: el empuje del liderazgo de Puigdemont frente a la falta de eso, de liderazgo, en el espacio de la antigua Convergència. Sí cuentan a su favor con un fortaleza municipal potente. E incluso se habla de alcaldes con cierta proyección, como el de Igualada, Marc Castells, para ocupar responsabilidades de futuro si se decide mantener vivo el espacio posconvergente.

Una posibilidad tampoco descartable es que se posponga la batalla final. Es decir, que la Crida celebre su congreso fundacional y que la comisión del PDECat designada para definir la integración en la Crida -formada por los dirigentes presos en Lledoners junto a Nogueras y el presidente del partido, David Bonvehí- siga dejando para más adelante la decisión definitiva y la consulta a la militancia al respecto. "No le veo fecha a la consulta. Si la Crida no requiere ningún encaje porque solo permite integrarse en ella a título personal, no tenemos por qué tomar una decisión inmediata", resume un dirigente del PDECat.

Intereses electorales

En este escenario, es probable que se llegue a las municipales de mayo sin decisión definitiva, con la tensión latente, pero sin una ruptura que podría perjudicar los intereses electorales de los alcaldables de la formación. El choque definitivo -o no- vendrá cuando la Crida decida, si lo hace, presentarse a las elecciones al Parlament. Entonces se deberá tejer una alianza con el PDECat, dado que la plataforma de Puigdemont difícilmente se presentará en solitario y sin derechos electorales previos, porque de hacerlo así carecería de espacios de propaganda en los medios de comunicación. Debería forjarse, pues, una coalición. O constatar la existencia de dos candidaturas. Ese sería el momento de la verdad.

Hasta entonces, el empuje de los presos y de Puigdemont y Jordi Sànchez en favor de la Crida será notable. En el fondo del debate, aparte de una lucha evidente por el poder y la hegemonía en el independentismo, existen dos concepciones totalmente opuestas de la política. Puigdemont ha dado muestras reiteradamente de su alergia por mantener con cierta estabilidad los proyectos de partido.

En los últimos años, bajo su mandato y previamente el de Mas, Convergència se ha llamado Partit Demòcrata CatalàDemocràcia i Llibertat (en las elecciones generales del 2015, con Francesc Homs como candidato), PDECat y Junts per Catalunya. En la órbita existen otros proyectos, como Lliures, del 'exconseller' Antoni Fernández Teixidó, y Convergents, del también 'exconseller' Germà Gordó, imputado por su presunta implicación en la trama de corrupción del 3%.

El 'momentum'

Fuentes cercanas al 'expresident' Mas transmiten la preocupación de este por la desunión del que era su partido y por la opa de un Puigdemont al que no critica en público pese a no compartir con él nada de lo que hizo a partir del 1-O. En cambio, sí se ha desmarcado ya en una ocasión del 'president' Quim Torra. Pero Mas, vinculado a la etapa del 'caso Palau', difícilmente puede ser la resolución de la ecuación.

A parte de la lucha por la hegemonía, la batalla de ideas seguirá instalada entre quienes reclaman volver a un soberanismo pactista y no rupturista, frente a los que, en el entorno de Puigdemont, se dedican a reclamar una actitud de combate contra el Estado para volver a lograr un 'momentum' como el de octubre del 2017, y así lograr forzar o un referéndum de autodeterminación.

LAS CLAVES

<strong>Doble militancia</strong>