EN EL EUROPARLAMENTO

Sánchez pide a la derecha que no se deje "embaucar" por los ultras

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Iolanda Mármol

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Pedro Sánchez subió a la tribuna del Parlamento Europeo este miércoles caminando sobre ese fino alambre que, diría Gramsci, une el pesimismo de la inteligencia con el optimismo de la voluntad: si los nubarrones de la ultraderecha auguran un horizonte oscuro, ha llegado el momento de que Europa se movilice y recupere sus valores fundacionales para frenar una oleada regresiva.

El presidente del Gobierno argumentó que, con los rigores de la crisis, la UE es a ojos de la ciudadanía más un tribunal de castigo que un lugar de cobijo y esa imagen -alega- ha espoleado el desencanto social, una desafección que han aprovechado los ultras para agitar ese coctel tan seductor como peligroso que mezcla resentimientos y miedos con la identidad «excluyente» como panacea de seguridad.

Lo traía bien aprendido. De casa, porque en mientras él hablaba, Andalucía investía a Juan Manuel Moreno (PP) Juan Manuel Moreno (PP) como presidente de la Junta, con el placet de Ciudadanos y Vox, un acuerdo que Sánchez dice temer no tanto por el peso proporcional del partido de Santiago Abascal, sino porque las derechas se contagien de su discurso radical. Del exterior, porque, también mientras el presidente del Gobierno intervenía en la Eurocámara, el Parlamento británico seguía en convulsión tras su ‘no’ al acuerdo del ‘brexit’, una decisión que, lamentó, «es una desgracia».

Cantos de sirena

En su defensa de una Europa social que proteja a los ciudadanos en lugar de amenazarlos, Sánchez pidió ante el pleno fortaleza «para resistir los cantos de sirena del autoritarismo»,  y reclamó, durante una -fugaz- rueda de prensa posterior, que no incluyan la retórica ultra en sus agendas. «Me gustaría que el centroderecha volviera a la moderación y a la sensatez, y que no se dejara embaucar», anheló.

A nadie se le escapa que las elecciones municipales y autonómicas del próximo mayo dibujan un mapa político especialmente fragmentado en el que partidos como el de Albert Rivera -aparentemente incómodo por la cercanía de Vox en Andalucía- podría repetir el acuerdo de la Junta o inclinarse por gobernar con el PSOE en algunos territorios. «Lo que ha pasado en Andalucía», señaló, «es una involución» porque «no se puede pactar con la ultraderecha». «Me preocupa la influencia sutil en la agenda de otros partidos políticos, es importante hacer un llamamiento para que fuerzas políticas moderadas no se apoyen en fuerzas antieuropeistas para gobernar», apeló.

Sus planteamientos levantaron aplausos en la bancada socialdemócrata y críticas especialmente duras de los conservadores, que le afearon criticar a Vox pero pactar con «independentistas, antiguos terroristas y extrema izquierda», en palabras del europarlamentario del PP Esteban González Pons.

Catalunya lo tapa (casi) todo

Sánchez no anhelaba especialmente ir a Estrasburgo a hablar de Catalunya, pero no le quedó más remedio. Los conservadores le reprocharon su trato con ERC PDECat, y media docena de eurodiputados -algunos exhibían en sus escaños imágenes de los dirigentes presos- pidieron su excarcelación, de modo que al presidente no le quedó más remedio que batirse con unos y sus contrarios: defendió que los líderes independentistas tendrán un juicio justo porque en España hay "democracia plena" y explicó que el único camino que ve el Gobierno es el diálogo entre catalanes. Una "convicencia" que reclamó, también, el eurodiputado del PSC Javi López en un bello alegato en pos del respeto entre catalanes.  

El presidente del Gobierno no dijo nada nuevo, en realidad, pero tuvo que responder a múltiples interpelaciones. Expresó ante la Eurocámara que si los dirigentes están en prisión es por la «quiebra» de la legalidad tras el incumplimiento de varias sentencias del Tribunal Constitucional y por su empeño en la vía unilateral. «Defender la segregación de una parte de España es legítimo, lo que no es legítimo es la unilateralidad», respondió a una periodista que le preguntó por las garantías democráticas. 

Los conservadores le reprocharon que hable de líneas rojas con los ultras y luego intente pactar los Presupuestos con independentistas. Optimista, el presidente dijo que espera tener las cuentas públicas para el 2019 aprobadas en primavera.

«Vamos a aprobar los Presupuestos en abril. Creo que los vamos a sacar», se aventuró. No aportó datos que sustenten esas expectativas, como si el Gobierno ha avanzado en la negociación con ERC y PDECat. «Fui deportista en un pasado lejano. Uno sale a ganar», zanjó.