VISITA TRAS 32 AÑOS
Sánchez prioriza cerrar contratos con Cuba y no verá a disidentes
Iolanda Mármol
Periodista
Iolanda Mármol
Pedro Sánchez aterrizará este jueves en el aeropuerto de la Habana sabedor de que la primera visita de un jefe de Gobierno español a Cuba en 32 años no persigue conquistar medallas simbólicas sino conseguir los contratos de proyectos empresariales emblemáticos llamados a transformar la isla en la era poscastrista.
En ese pragmatismo que del que Sánchez va impregnándose tras seis meses en la Moncloa, no verá a los disidentes políticos. El presidente tiene en agenda reuniones con la sociedad civil cubana (artistas, intelectuales, periodistas), pero evita hurgar en un tema tan espinoso para el régimen cuando está pendiente de arrancar para empresas españolas atractivos contratos. La historia le ayuda. Ninguno de los líderes internacionales que ha visitado Cuba en los últimos años se ha reunido con el sector crítico.
¿Liberación de presos?
Desde el Gobierno insisten en que, aunque los disidentes no están en la agenda, Sánchez “hablará de todo” con el presidente, Miguel Díaz-Canel, desde la franqueza en la reunión bilateral que tienen prevista. ¿Pedirá la liberación de disidentes políticos encarcelados? El Ejecutivo desliza que prefiere ser prudente para conseguir “eficacia”, respuesta que sugiere que efectivamente el planteamiento está sobre la mesa. Según el último informe de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, hay 140 presos encarcelados por motivos políticos.
Con la misma discreción responde el Gobierno a una eventual visita de los Reyes en el 2019, con motivo de la celebración del 500 aniversario de la fundación de La Habana. “La fecha reclama a gritos presencia española”, indican fuentes gubernamentales que, sin embargo, no quieren comprometer una cita.
Sí admiten en la Moncloa que la ausencia de un jefe del Gobierno español en Cuba era ya una “anomalía” que no se podía prolongar. La última visita fue la de Felipe González en 1986. Con los mandatos de José María Aznar las relaciones se enfriaron y José Luis Rodríguez Zapatero pisó La Habana tras dejar la presidencia.
Sánchez llega a una Cuba en tránsito sin nostalgias ni reproches. Busca reactivar las relaciones comerciales con una isla en tránsito, que estrena presidente sin apellido Castro y renueva su Constitución.
En el Falcon
La misión empresarial es cristalina y permite al presidente tejer alguna complicidad en una esfera en la que su mandato fue recibido con cierta frialdad. El jefe del Ejecutivo compartirá el avión presidencial con veinticuatro representantes de compañías españolas, algunas de las cotizadas (Telefónica, Iberia), pymes y el presidente de la CEOE. No cabían más. El resto viaja por su cuenta y se encontrarán en un foro hispano-cubano que reúne a 200 empresas.
En el Gobierno reconocen que la voluntad es “ayudarlas a ganar algunos proyectos en la isla” y también solucionar condiciones técnicas para que esos contratos sean viables. Un ejemplo. Aunque el Ejecutivo(de Mariano Rajoy)condonó 2.000 millones de los 2.400 millones que Cuba debía a España, el país caribeño ha incurrido en impagos en los últimos meses y es urgente solventar esta situación para permitir la concesión de nuevos préstamos.
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