Choque entre Rufián y Borrell
Pastor pide bajar el diapasón
Miguel Ángel Rodríguez
Periodista político, especializado en la información parlamentaria del Congreso y el Senado
Miguel Ángel Rodríguez
De ahora en adelante, elaborar el Diario de Sesiones del Congreso será todavía más difícil de lo habitual. Ana Pastor, la presidenta de la Cámara Baja, cansada de la escalada de insultos y tras la bronca entre Gabriel Rufián y Josep BorrellGabriel Rufián, no permitirá a los diputados llamarse 'fascistas' o 'golpistas' y pedirá quitar esas palabras del acta. Un cometido que queda muy lejos de ser una tarea fácil.
El clima de confrontación y descalificaciones que se vive en el Hemiciclo cada vez que se reúnen los diputados empieza a ser reiterativo. Los insultos, agravios y ofensas lanzados con ligereza e impunidad van perdiendo, poco a poco, su significado, acostumbrando a los diputados a escuchar acusaciones de todo tipo. Un camino que Pastor quiere reconducir. "Esta es la casa de la palabra, pero no se puede utilizar para insultar", les espetó a todos los diputados que escuchaban su llamada de atención.
Sin embargo, la tarea que se autoimpuso es ardua. Pastor tendrá que discernir cada vez que alguien utilice palabras como 'golpista' si se emplean con el ánimo de ofender o tan solo de describir un hecho, como señalaron PP y Cs. "Es [una palabra] descriptiva, no es un insulto", aclaró el portavoz de la formación naranja, Juan Carlos Girauta. Una idea similar a la expresada por Dolors Montserrat, la representante conservadora, para quien "una cosa es decir la verdad y otra cosa es faltar al respeto". Todo apunta que los dos partidos seguirán usándola tan a menudo como hasta ahora.
Con esta decisión la presidenta del Congreso se sitúa en una posición difícil: exhortar a los partidos a terminar con los insultos en el Hemiciclo y, a la vez, no llamar la atención al PP, formación a la que pertenece, algo que parece imposible.
El anuncio de Pastor vino acompañado de una llamada a la responsabilidad de los diputados y al legado que dejarán. "Estos diarios de sesiones se leerán dentro de 100 años", les recordó antes de lamentar que "esta generación", que probablemente tendría que "representar lo mejor de la historia España", no utiliza "bien la palabra". Un alegato por el respeto que emocionó a la propia Pastor.
A modo de colofón a su discurso, la presidenta lamentó que algunos medios de comunicación se refirieran a ella como "la institutriz" cuando pide silencio o llama al orden por los murmullos, algo que consideró que se trata de un "insulto machista". Dejando atrás este descalificativo se dirigió a la Cámara para afirmar, con lágrimas en los ojos, que "no hay honor mayor que presidir este pleno". Sin embargo, Pastor se despidió con una última advertencia a los diputados: "No voy a permitir que cosas como las que han ocurrido esta mañana vuelvan a ocurrir en el Hemiciclo".
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