VISITA A LA CÁRCEL DE LLEDONERS

Oriol Junqueras, lejos de Estremera

Vista de la prisión de Lledoners

Vista de la prisión de Lledoners / MARC VILA

Xabi Barrena

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El Centro Penitenciario Madrid VII, en Estremera, y el de Lledoners se inauguraron el mismo año, 2008. Aunque no lo parezca. El centro madrileño es y parece una cárcel desde el momento en que se pone el pie. El del Bages forma parte de ese diseño civil catalan que, sea una guardería, una escuela o un centro cívico, acaban pareciéndose irremediablemente. Los políticos recluidos hallan más confort. También en el paisaje. El verde y ondulado centro de Catalunya proporciona mayor paz que la estepa mesetaria. En todo, los presos están lejos, física y mentalmente, de Estremera

Este diario observó cambios en Oriol Junqueras, en comparación con su visita de diciembre en el centro madrileño. Quizá solo fuera el contraste entre el General Invierno, a bajo cero de la meseta, y el pertinente resfriado del reo, y su aparición en plena forma, aun sudado tras jugar a baloncesto y mostrando, orgulloso, unos  gastrocnemios (alias gemelos, en las piernas). Quizá fuera porque el tono quedo, cauto y apagado de su voz se tornó, en esta ocasión, en resuelto, firme y decidido.  Quizá fuera porque el hombre que se amoldaba a un medio hostil le ha tomado ya la medida. 

Y no hay duda. Junqueras lo manda todo en ERC. A los colaboradores les llena de deberes. Las visitas son un continuo “haz esto, haz lo otro”. Riñe con gracejo (“¡Qué ganas de que alguna día os dejen entrar grabadoras y así no se os olvide lo que os digo!”, dice). Solo la ausencia de la familia, a la que ve en cuentagotas, menoscaba su entereza.

Agrupados por actitud

El centro de Lledoners clasifica a los presos según comportamiento, no según sus faltas. Así, los políticos se hallan en el mismo módulo y se relacionan con reclusos en cárcel preventiva o bien ya condenados por todo tipo de delitos, también de sangre. Junqueras duerme solo en una celda. Se relaciona con los otros políticos y los ‘Jordis’, especialmente con Raül Romeva y también con Quim Forn, excompañero de celda en Estremera.

Ha ganado vehemencia y ha dejado un poco de lado su retórica de equilibrista. Suelta su discurso político sin ambages convencido de que “la sentencia” del juicio por el 1-O “está dictada”. Y pone el acento en el camino a la independencia, que es irrenunciable. 

“No podemos caer en la dinámica de frentes. Hay que esquivar la tentación de replicar a Ciudadanos con sus propias armas porque eso es lo que buscan. Hay que tejer complicidades con los que se alinean con la democracia, aun cuando no sean independentistas” afirmó muy en la línea del artículo que publicó días después en EL PERIÓDICO.

El exvicepresidente hace oídos sordos a cualquier insinuación sobre el papel jugado por Carles Puigdemont, en las 72 horas después a la declaración de independencia. Mantiene que el ‘expresident’ juega su papel y que puede ser complementario al que se realiza en Catalunya. Tanto por el Govern “como por los presos”. Se refiere al Consell de la República que el exlíder del Executiu quiere lanzar en Bélgica, por un lado, y a la gestión del Govern, pero también a las visitas que reciben los recluidos, por el otro. No dice nombres, pero Junqueras señala el paso de delegaciones del mundo “político, sindical, cultural y empresarial”. El Govern "legítimo" se halla en Bruselas y en Lledoners, Puig de les Basses (donde está Dolors Bassa). “Nosotros ya funcionamos como un Consell de la República”, asevera con humor.