EL HOMENAJE A LA VÍCTIMAS

Un año del 17-A: Recordando el dolor

Las flores, las velas y la emoción vuelven a la Rambla un año después del atentado en un acto compartido por locales y turistas

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jgblanco44677536 graf6605 barcelona 16 08 18 ramos de flores y objetos de180816194511 / Alejando García

Imma Fernández

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"El día antes a esa misma hora, las cinco de la tarde, paseábamos por aquí con la nieta, Julia, de 4 años. Nos podría haber pasado a nosotros. Damos gracias a Dios, pero nos acordamos mucho del crío muerto de Ripoll", cuentan con la emoción contenida las cordobesas Carmen y Gloria mientras fotografían las flores, las velas, los ositos y otros objetos que este jueves empezaban a cubrir el mosaico de Miró en recuerdo de las víctimas'Para que sigáis jugando allá donde estéis', se lee en un balón en el altar conmemorativo. Así lo harán los pequeños que vieron truncada su corta vida por una furgoneta maldita. 

La tristeza empaña las miradas de quienes se aproximan a depositar algún símbolo de un dolor compartido. "Cada domingo paseamos por la Rambla. Aquello fue terrible, no se puede olvidar", declara una pareja de jubilados tras dejar dos velas y una inquietud: "Ya no paseamos tranquilos; imagínese, también querían hacerlo en la Sagrada Família y el Camp Nou".

Emocionada, una señora leonesa deposita un ramo con dos rosas rojas y una amarilla. "Si me hubiera pasado a mí, me gustaría que lo hicieran, y los colores son porque no quiero que se politice: todos estamos en un mismo barco y debemos luchar juntos. Es un acto de respeto, no político", expone Mercedes, cuyo marido vivió, desde un balcón de la calle de L'Hospital, todo "el horror de aquella barbarie". "Oyó ruido, se asomó y vio lo que pasaba hasta que le mandaron meterse dentro. Fue un gran impacto para él. Lloró mucho y ha pasado un año muy afectado".

Memoriales en otras ciudades

Los turistas, que siguen bajando la Rambla a manadas tras el atentado, repiten el ritual de vecinos y locales. Se detienen unos minutos para sumarse al sentimiento de pena colectivo e inmortalizar con sus móviles ese escaparate de condolencias anónimas. "Conmueve ver todas esas flores, pero es necesario recordar", dicen los británicos John y Sarah, que explican cómo los habitantes de Manchester decidieron tatuarse la abeja obrera, símbolo de la ciudad, en tributo a las 22 víctimas mortales del ataque durante un concierto de Ariana Grande. 

Dos jóvenes canadienses verbalizan su "muchísima pena" al saber de la conmemoración: "Solo puedes rezar". Su Toronto natal también vivió un ataque con furgoneta. Llegadas desde Madrid, asimismo golpeada brutalmente (193 muertos en el 2004), Jenny y Puri lamentan el terror global: "Es horroroso ver que cuando vas por las ciudades te encuentras con estos altares, cada vez más. Pero son necesarios porque debe ser reconfortante para las familias saber que se las recuerda". A ellas les pilló en la capital británica el atentado en el Puente de Londres de junio del 2017. 

"A nuestro país aún no han llegado, pero veremos", dicen dos argentinas que desconocían que la furgoneta había arrollado a las personas por el centro peatonal. "Pensábamos que fue por la calzada. ¡Qué brutal!", comentan. "¡En un instante se te va la vida!".

Mónica, colombiana residente en Barcelona, contradice la opinión generalizada. Es más partidaria de los homenajes recogidos, en una iglesia, donde el "gran dolor de las familias" pueda revivirse de manera "más íntima". "No nos merecemos que la Rambla sea recordada por esta gran tragedia. Sacar las lágrimas de los ojos otra vez es muy duro", sostiene.

Hipocresía

Dolors y Alonso, vecinos de Santa Coloma, censuran la "hipocresía intolerante de los políticos" y se explayan en su cabreo: "Vendrá al acto el rey Felipe, que comercia con armas y es amigo del jeque de Arabia Saudí, que las está suministrando para la guerra en Yemen donde están muriendo muchos niños. ¡Es una ironía! ¡El poder no tiene escrúpulos!"