Análisis

Quim Torra, poeta

En realidad, Torra va a Madrid a mantener hasta donde pueda el perímetro menguante del puigdemontismo

Quim Torra

Quim Torra / BERNAT VILARÓ (ACN)

Xavier Bru de Sala

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Poesía es lo que escriben los poetas y política es todo lo que hacen los políticos. Los poetas salvan su alma y la del mundo con sus versos pero los políticos no, como advertía Max Weber. Si los catalanes refrenáramos la tendencia a confundir política con poesía, masa con liderazgo y convicción con temeridad, el president Torra acudiría a la reunión con el presidente Sánchez con la bandera del referéndum en la mano derecha y la lista de reivindicaciones en la izquierda. Lamentablemente, la izquierda estará vacía.

Los políticos hacen siempre política, también cuando creen que hacen poesía. En realidad, Torra va a Madrid a mantener hasta donde pueda el perímetro menguante del puigdemontismo. Esta y no otra es su misión, sino en la vida sí en la Generalidad. Por eso sólo pide lo que le van a negar. Por eso mismo, si el vicepresident Pere Aragonès quiere salir de los fogones se deberá quitar el delantal de Cenicienta y reunirse de manera inmediata con la vicepresidenta Carmen Calvo y la ministra Meritxell Batet. Si no lo hace Torra, alguien tendrá que negociar la lista de reclamaciones propias y la de ofertas del gobierno central. Sólo así la Generalitat dejará de cubrirse permanentemente bajo el gran paraguas de la impotencia.

La autonomía debe funcionar de la mejor manera posible. Este es el interés inmediato de los catalanes, incluidos los independentistas que no confunden política con poesía y día a día con deseos y objetivos. Este es el interés del estado y el del gobierno de Sánchez. No aprovecharlo sería el primer error que el independentismo podría pagar caro. En la pugna entre ERC y el PDECat gana quien con más contundencia y a mayor velocidad contribuya a echar al Puigdemontisme en brazos de la CUP. La doble OPA de Puigdemont los dos partidos comenzó muy bien con el resultado de JxCat pero está condenada al fracaso. Poesía es poesía y política es política.

Cuando Quim Torra hace política simulando que es poesía, ya no épica sino lírico-sentimental, coadyuva más que nadie a este fracaso. JxCat se hunde porque sólo vive de la vía de agua poética que llena sus bodegas. Al paso que vamos, tendremos que empezar a pensar que la perspicacia política de Elsa Artadi es bastante inferior a la de su estratosférico IQ. Y si Pere Aragonès no toma el relevo de Junqueras en su vistosa relación con la ex vicepresidencia del gobierno central y ahora lideresa popular, habrá desperdiciado parte de las opciones de ERC, que serán óptimas mientras dure la sumisión, tiempo atrás forzosa pero ahora ya casi letal, del PDECat a Puigdemont.

Hablando de la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. Contra las acusaciones que minusvaloran su finísima inteligencia, Pasqual Maragall sabía, y así lo escribió, que con la reforma del Estatut ponía en marcha una rueda que unos han presionado y otros han visto como rodaba hasta el borde del barranco. Los convencidos que la quieren seguir empujando más y más en vez de preservarla sí son unos irresponsables.

La poesía, para los poetas.