LAS NEGOCIACIONES DE LAS CUENTAS
El PNV anticipó a PDECat y ERC que permitiría tramitar los Presupuestos

Los portavoces del PDECat y el PNV, Carles Campuzano y Aitor Esteban, el pasado noviembre en el Congreso. / periodico
Gemma Robles / Juan Ruiz Sierra
El PNV mantiene viva la incógnita sobre su voto este miércoles en el último trámite del Congreso de los Presupuestos del 2018, la única garantía que tiene en estos momentos Mariano Rajoy, gobernando en minoría y con serios problemas en el PP, de garantizarse una legislatura hasta el 2020 si desea agotarla. De salir aprobadas, las cuentas podrían prorrogarse un año más. La mayoría de los grupos del Congreso dan por hecho en estas horas previas que los cinco diputados nacionalistas vascos votarán a favor del dictamen del proyecto presupuestario (este martes votaron con los populares todas las secciones del mismo) aunque siga vivo el 155 en Catalunya, donde la Moncloa pone trabas al Govern designado por Joaquim Torra, que incluye a dirigentes presos y huidos.
Entre los que apuestan por que los vascos darán sus bendiciones a los números del Ejecutivo del PP están buena parte de los diputados independentistas catalanes. Y además dicen "entenderlo", justificando que el PNV no puede echar por la borda los beneficios conseguidos tras meses de negociación con los populares por defender la autonomía catalana a un precio tan alto.
Los nacionalistas de Euskadi llevan tiempo preparando a los soberanistas de Catalunya ante la llegada de esta situación. Según explicaron fuentes conocedoras de estas conversaciones a EL PERIÓDICO, los peneuvistas anticiparon a los exconvergentes y a los republicanos que permitirían que los Presupuestos iniciasen el camino parlamentario votando en contra de los vetos de la oposición, insistiendo en que seguirían condenando el 155 a la espera de que JxCat y ERC llegasen a un acuerdo e impulsasen un Govern que pusiera fin a la intervención desde Madrid.
Las conversaciones en torno a las cuentas públicas, la situación catalana y la vigencia del 155 han sido habituales en estas semanas. Y se ha respetado el deseo de los vascos de no ser criticados públicamente por sus compañeros catalanes en las Cortes por su aproximación al Ejecutivo de Rajoy para negociar contrapartidas a cambio del apoyo (está por ver en unas horas si es total) al Presupuesto. Este martes, la diputada de JxCat Gemma Geis pidió al PNV que se mantenga "firme" y niegue respaldo al PP si no se frena la intervención en Catalunya, pero sus palabras son una excepción.
El portavoz del PDECat en el Parlamento, Carles Campuzano, ha ido escuchando los argumentos y datos que sobre su estrategia parlamentaria le iba dando su homólogo del PNV, Aitor Esteban. A nivel de partidos también ha habido una interlocución semejante entre la coordinadora general de los exconvergentes, Marta Pascal, y el presidente de los nacionalistas vascos, Andoni Ortuzar.
Presión de Bildu
Los nacionalistas vascos quieren mantener la incógnita sin despejar hasta el límite que marque el reloj para, de esa forma, aguantar mejor la presión que le llega desde la izquierda aberzale para que rompa con los populares. La portavoz de Bildu en el Congreso, Marian Beitialarrangoitia, dijo que si el PNV acaba apoyando las cuentas del Gobierno central, será el "nuevo miembro del club del 155". Desde el Ejecutivo vasco, su portavoz, Josu Erkoreka, señaló que valoran la "estabilidad" que aportaría la aprobación de los Presupuestos, pero consideró "imprescindible" respetar los "marcos de autogobierno".
En Madrid y en Barcelona se reconoce el papel que el PNV ha desempeñado en los últimos tiempos para intentar colaborar en el desbloqueo de la crisis catalana. El lendakari, Iñigo Urkullu, medió junto a un grupo de empresarios en el Palau de la Generalitat y en la Moncloa, sin perder de vista al PSOE, para intentar que el pasado 26 de octubre Carles Puigdemont convocara unas elecciones en Catalunya que frenaran el primer 155 de la democracia.
El efecto en terceros
Se trató entonces de evitar la primera intervención de una autonomía a manos del Gobierno central que afectaría directamente a los catalanes, pero al tiempo complicaría las relaciones de los nacionalistas vascos con el Ejecutivo de Rajoy. Al menos, frente a su electorado. La operación fracasó porque Puigdemont se echó atrás por presión interna y aceleró hacia una declaración unilateral de independencia (DUI), o algo parecido. Llegó el 155 y aún sigue vivo, afectando a la Administración catalana y a los intereses de terceros, como los nacionalistas vascos.
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