LA CEREMONIA

Quim Torra, un 'president' simbólico

Daniel G. Sastre

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Quim Torra ha inaugurado este jueves un mandato que se prevé atiborrado de gestos simbólicos con una toma de posesión muy particular. En una ceremonia pensada para transmitir la máxima austeridad, el nuevo presidente de la Generalitat ha eludido las tradicionales promesas de lealtad al Estatut, a la Constitución y al Rey, y ha rechazado colgarse la medalla que distingue a los jefes del Ejecutivo catalán.

La sombra del enfrentamiento con el Gobierno, que lleva meses tutelando la acción de la Generalitat en virtud de la aplicación del artículo 155 de la Constitución, ha condicionado todo el acto. La disputa ya había provocado que la hora de la ceremonia no se concretara hasta poco antes de que tuviera lugar, y ha dejado sin representación del Ejecutivo central la toma de posesión.

"Perfil secundario"

Fuentes de la Generalitat aseguraron que ofrecieron al Gobierno que tuviera una presencia "de perfil secundario" en el acto, porque buscaban "un perfil sobrio para evidenciar la no normalidad del momento político". Por contra, la Moncloa considera que la toma de posesión ha sido "un esperpento" que ha "degradado la dignidad" de la institución de la Generalitat.

El PP también ha sido crítico con las palabras empleadas por Torra para prometer el cargo. El nuevo 'president' ha elegido la fórmula que ya empleó su antecesor, Carles Puigdemont, en el 2016, en una nueva muestra de que lo sigue considerando el líder legítimo. "Prometo cumplir fielmente las obligaciones del cargo de presidente de la Generalitat, con fidelidad a la voluntad del pueblo de Catalunya representado por el Parlament", ha dicho él mismo.

En la toma de posesión anterior, fue la entonces presidenta del Parlament, Carme Forcadell, la que enunció los votos. En esta ocasión, Roger Torrent se ha limitado a ejercer de testigo de un acto que ha abierto el secretario del Govern, Víctor Cullell, con la lectura del decreto de nombramiento sancionado por el Rey y por Mariano Rajoy.

Los populares coinciden con el PSOE en que habría que estudiar cambios legales para que, a partir de ahora, se especifique el acatamiento de la Constitución en las tomas de posesión. La portavoz socialista en el Congreso, Margarita Robles, ya ha hablado con el ministro de Justicia, Rafael Catalá, para consensuar una postura común.

El TSJC no vio delito en el 2016

A pesar de las críticas de los partidos, nadie ve futuro a una eventual impugnación del acto. El Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) ya desestimó en el 2016 que se hubiera cometido un delito en la toma de posesión de Puigdemont, y recordó que ni el Estatut ni el reglamento del Parlament prevén fórmulas concretas para este tipo de ceremonias.

Apenas una decena de personas, casi todas familiares, han asistido a la consagración de Torra como 'president'. Como habían anunciado fuentes de su entorno, la ceremonia ha durado menos de cinco minutos: se trataba de escenificar el pesar que siente el soberanismo catalán por el hecho de que los impulsores de la declaración unilateral de independencia del pasado octubre estén ahora mismo en prisión preventiva o fuera de España.

Por el mismo motivo, el nuevo presidente de la Generalitat ha tomado posesión en el modesto salón Verge de Montserrat. En ocasiones anteriores, la ceremonia se celebraba en el salón Sant Jordi, y congregaba a cientos de invitados. Tras finalizar la toma de posesión, Torra ha prometido a una representación de los trabajadores del Palau que trabajará por un "país nuevo, libre y republicano" y que colgará un lazo amarillo en la fachada del edificio.

Visita a los presos

La ceremonia tampoco ha contado con el traspaso de la medalla de 'president', que el antecesor suele colocar al cuello de su sucesor desde que Adolfo Suárez y Josep Tarradellas recuperaran la tradición en la Transición. La realización de Palau se ha recreado en los planos cortos de esa medalla, que ha permanecido en todo momento sobre la mesa en la que tenía lugar el acto.

Torra insistirá en los gestos simbólicos el próximo lunes, cuando visitará a los políticos catalanes presos, con quienes consultará los flecos pendientes del nuevo Govern. Aunque, en un principio, planeó acudir este viernes, la visita se ha aplazado "por razones organizativas y logísticas", a petición del Ministerio del Interior.

El Gobierno espera que, a diferencia de Puigdemont, Torra no pase de las palabras a los hechos: el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, ha advertido de que vigilará que se cumpla con la legalidad y ha pedido "recuperar la normalidad y la concordia" en Catalunya.