PLENO DE INVESTIDURA

Quim Torra, vuelta a las andadas

Quim Torra, durante el pleno de investidura en el Parlament

Quim Torra, durante el pleno de investidura en el Parlament / RICARD CUGAT

Jose Rico

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En 'Good Bye, Lenin!', un joven Daniel Brühl construye un mundo imaginario para hacer creer a su madre, que despierta del coma poco después de la caída del Muro de Berlín, que nada ha cambiado y su amado comunismo sigue pujante en una RDA que acaba de extinguirse. Como si nada hubiera pasado desde aquel 27 de octubre, el explosivo día de la DUI y el 155, Joaquim Torra presentó este sábado ante el Parlament una copia de las credenciales que provocaron la intervención del autogobierno catalán. El candidato a 'president' cumplió las directrices de Carles Puigdemont y prometió un mandato de choque, por lo supuestamente transitorio de su encargo y porque se erigió en continuador del 1-O y de la vía unilateral, palabra que sin embargo evitó pronunciar. En el Parlament volvieron a dibujarse dos bloques irreconciliables ante un duro discurso que reactivó las alarmas en la Moncloa, justo cuando prepara el epílogo del 155. Y para rematar la sensación de regreso al pasado, la investidura vuelve a ser rehén de la CUP, que este domingo decidirá si aboca a Catalunya a pasar de nuevo por las urnas.

Moderado en las formas y eucarístico en el tono, Torra se enfrentó al debate parlamentario con el reto de amarrar las cuatro abstenciones anticapitalistas que le pueden dar la presidencia el lunes. Solo a ellos, además de a los suyos, podía gustar una alocución en la que planteó retomar el camino hacia la independencia desde el punto en el que lo dejó abruptamente Puigdemont. Tras el referéndum unilateral tocaba el "proceso constituyente" para cumplir el mandato de "construir un estado independiente en forma de república". Y tal cual salió de la boca del presidenciable, quien se comprometió incluso a redactar un proyecto de "constitución catalana". Pero al mismo tiempo Torra tuvo la difícil tarea de convencer a los 'cupaires' de que para romper con España hay que formar ahora un Govern autonómico. Adujo que solo así se podrá levantar el yugo del 155 y recuperar las riendas de la Generalitat para reemprender la senda hacia Ítaca.

Una semana de margen

Pero los pretextos de Torra ahondaron los recelos de la CUP. En el mensaje del portavoz cupero, Carles Riera, se vislumbraba más disgusto que agrado, pues ninguno de los ingredientes de su receta, "unilateralidad y desobediencia", aliñaron las explicaciones del candidato de JxCat. Esta incertidumbre dominical recuerda demasiado a aquel primer domingo del 2016, cuando la CUP neutralizó la investidura de Artur Mas una semana antes de que expirase el plazo para evitar las elecciones. Ese margen de siete días también se da ahora y podría servir a los anticapitalistas como baza para extremar la presión (y los nervios) a JxCat y ERC.

Los republicanos, claro, aplaudieron a Torra, pero sembraron de cuñas su pista de aterrizaje. Abanderada de un Govern "efectivo" que no vuelva a cruzar líneas rojas, Esquerra recalcó que su plan pasa por una legislatura estable y duradera, lo que chirría con el aviso que Puigdemont, marcándole el paso a su elegido, lanzó desde 'La Stampa' italiana: Torra podrá convocar elecciones a partir del 27 de octubre si el Estado sigue con su "persecución". El republicano Sergi Sabrià se afanó en prometer una Catalunya sin exclusiones por razón de origen, afeando a su velada manera los tuits xenófobos del aspirante a 'president', por los que reiteró sus disculpas y que fueron la principal munición de una enervada oposición.

Insólito movimiento

En el bloque no independentista se jugaron, como siempre, dos partidas. El tono mesurado del PSC y los 'comuns' contrastó con la lucha entre Ciutadans y el PP por fustigar con más vehemencia al soberanismo. En un insólito movimiento, el Gobierno central remitió a los pocos minutos del discurso de Torra una contundente nota en la que acusaba de "frentista" y "sectario" a quien ni siquiera es aún 'president'. Y hasta dejaba entrever la amenaza de reactivar el 155 si se vulnera otra vez la Constitución. Un tono muy alejado del que acababa de usar Mariano Rajoy, pidiendo juzgar a Torra "por sus hechos", más allá de las palabras. La inquietud en el PP es máxima por el auge sin control de Ciudadanos, en una semana en que Albert Rivera ha escenificado una guerra sin cuartel.