Puigdemont, el 26-O: "Para que se entienda, no tenemos nada"

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zentauroepp40201795 barcelona 20 09 2017 pol tica el president de la generalitat180312154803 / RICARD CUGAT

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"Para que se entienda: no tenemos nada. No tenemos estructuras de Estado, no tenemos a los Mossos, no tenemos ningún fondo económico, no tenemos ningún mediador internacional". Así contestó el 26 de octubre el entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, cuando la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, le pidió proclamar la República catalana y después convocar elecciones, según recoge el periodista Oriol March en su libro 'Los entresijos del procés' (Catarata).

En el libro, el autor detalla la presión que ejercieron sobre Puigdemont algunos 'consellers' del PDeCAT para que no anticipara elecciones y permitiera la declaración unilateral de independencia (DUI). March (Barcelona, 1988) rememora, con fuentes que vivieron de primera mano esas horas, las escenas de tensión que tuvieron lugar en el Palau de la Generalitat en la víspera de la declaración de independencia aprobada por el Parlament.

Aquella mañana, Puigdemont reunió en el auditorio del Palau de la Generalitat a sus 'consellers' y a los diputados de Junts pel Sí para argumentarles su decisión de convocar elecciones sin aprobar antes la DUI: se trataba de evitar, dijo, que el Estado sacara los "tanques" a la calle y hubiese "sangre" e incluso "muertos".

Según relata el periodista de 'Nació Digital', la decisión contrarió a dos pesos pesados del PDeCAT en el seno del Govern, Jordi Turull y Josep Rull, que al término de la reunión se acercaron a Puigdemont -que se disponía a anunciar públicamente la convocatoria de elecciones para el 20 de diciembre- y le espetaron: "No nos puedes hacer eso".

Turull, en ese momento 'conseller' de la Presidencia, llegó incluso a plantearse publicar un tuit crítico, aunque finalmente no lo hizo, señala March, a diferencia de otros diputados del PDeCAT, que se apresuraron a anunciar su renuncia al escaño y su baja del partido.

La decisión de frenar la DUI y convocar elecciones tampoco gustó a la entonces titular de Ensenyament, Clara Ponsatí, ni a gran parte de los 'consellers' y diputados de ERC, especialmente su secretaria general, Marta Rovira, aunque sí contaba con el visto bueno de la cúpula del PDeCAT y de miembros moderados del Govern, como Santi Vila.

Sin "garantías" de Rajoy

Ante las presiones de sectores del independentismo, que empezaban a acusarlo de "traición" por abortar la DUI en el último momento, Puigdemont buscó obtener "garantías" de que el Gobierno de Mariano Rajoy no aplicaría el 155 si se convocaban elecciones en Cataluña.

Hubo llamadas, señala March, entre el director de la oficina del 'president', Josep Rius, y el jefe de gabinete de Rajoy, Jorge Moragas, pero Puigdemont no logró arrancar un compromiso explícito de la Moncloa y dio un nuevo golpe de timón que lo llevó a descartar la convocatoria de elecciones y a dar luz verde a la DUI.

Horas antes de que al día siguiente, 27 de octubre, el Parlament proclamara la independencia, un grupo reducido de empresarios, entre ellos Joaquim Coello y Marian Puig, trataron a la desesperada de desactivar la DUI reuniéndose con Oriol Junqueras, vicepresidente del Govern de Puigdemont, pero según March se llevaron un portazo.

Junqueras, a los empresarios: "El país no os importa nada"

"No tengo nada que hablar con vosotros", les dijo Junqueras, que les recriminó su escaso compromiso con los intereses de Catalunya: "A vosotros el país no os importa nada".

La inquietud empresarial había ido a más desde la jornada del 1-O y Puigdemont incluso habría recibido presiones de empresarios afines al soberanismo para que anticipara comicios: "Puedo ser un patriota, pero no quiero que hagáis el imbécil", le soltó uno de ellos, según menciona el libro.

March cita diversas fuentes políticas y empresariales que aseguran que en esas semanas Junqueras defendía en privado la convocatoria de elecciones y aconsejaba al empresariado que se concentrara en intentar convencer a un "desbocado" Puigdemont.

Dos figuras de relieve del mundo convergente, el 'exconseller' de Economia Andreu Mas-Colell y David Madí, antigua mano derecha de Artur Mas, se arremangaron para que Puigdemont se ablandara.

El 26 de octubre, todas esas gestiones parecían haber surtido efecto, pero las presiones de los sectores independentistas menos dispuestos a la renuncia frustraron el frenazo y propiciaron una DUI que derivó en la aplicación del artículo 155 de la Constitución.