OPERACIÓN MILITAR

Malí, cóctel tóxico de amenazas

Una niña pasa por la mezquita Djingareyber en Tombuctú, en Malí, en junio del 2015, durante una operación antiterrorista del ejército francés en el Sahel.

Una niña pasa por la mezquita Djingareyber en Tombuctú, en Malí, en junio del 2015, durante una operación antiterrorista del ejército francés en el Sahel. / periodico

Iolanda Mármol

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Las fronteras políticas de un país rara vez coinciden con sus fronteras de seguridad. En el caso de España, la línea que garantizaría la estabilidad está situada en el Sahel, la inmensa franja entre el sur del Sáhara y la sabana africana, que abarca casi 4 millones de kilómetros cuadrados. La tranquilidad en Europa solo será posible si este territorio vive cierta paz, pero los analistas advierten de lo contrario: se ha convertido en un polvorín con visos de empeorar.

El Gobierno de Mariano Rajoy admite su preocupación. La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedalreconoció el miércoles ante el Congreso el impacto negativo que puede tener ese incremento de "hostilidades". Ese día obtuvo el permiso parlamentario para aumentar el contingente en un país clave, Malí, donde las tropas españolas (292 efectivos) asumirán el mando de la misión de la Unión Europea (UE) para asesorar y entrenar a un ejército de apenas 8.000 malienses que deben proteger a un país que duplica el tamaño de España. "No estamos en un combate directo, pero hay, se llame como se llame, una situación de conflicto bélico", asumió Cospedal.

Se prevén más ataques

No solo los ataques yihadistas van en aumento,ataques yihadistas van en aumento sino que se prevén más atentados contra intereses internacionales, espoleados por una situación tan híbrida como compleja. La población, empobrecida, crece exponencialmente sin expectativas de futuro y es especialmente vulnerable para ser captada por extremistas que promueven la narrativa del agravio y la venganza. Para los expertos es objetivo prioritario asegurar la zona para potenciar el crecimiento económico y evitar una escalada terrorista.

En ese contexto, España asume el próximo miércoles el mando en la operación militar de la UE en Malí. Se trata de una misión para formar y asesorar a las tropas del país africano, un ejército de apenas 8.000 soldados que deben proteger un país que duplica el tamaño de España (1 millón de km2). En total, 292 efectivos españoles forman el contingente bajo el mando del general Enrique Millán Martínez.

Buscan espectacularidad

"Hemos vivido en una burbuja de seguridad. La situación se va a degradar. Los terroristas van a buscar acciones de impacto estratégico, lugares donde haya europeos o soldados occidentales que son, para ellos, objetivos más rentables porque tienen mayor impacto internacional y en los medios de comunicación", advierte el coronel Ignacio Fuente Cobo, analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE).

La situación en el Sahel, explica, es un cóctel tóxico de amenazas: bandas armadas, terroristas islámicos, mafias, grupos insurgentes, traficantes (drogas, armas, personas) y una población pobre que crece con índices de natalidad exponenciales negocian sus intereses.

El contexto, ya complicado, empeoró el pasado marzo con el pacto de diferentes fuerzas yihadistas asociadas a Al Qaeda, que se unieron en el grupo Nusrat Al Islam para contratacar a las misiones de la ONU (MINUSMA, la operación con más víctimas mortales en la historia de Naciones Unidas) y Francia (Barkhane) que tratan de frenar el terrorismo en la región.

No existen cifras oficiales, pero se estiman en varios miles el número de yihadistas en el Sahel, número que va en aumento con el regreso de los guerrilleros del Estado Islámico que buscan refugio tras combatir en Siria. "Malí, el norte de Níger y el sur de Libia es el paraíso para los retornados, como su isla de los piratas, donde no les controla nadie en una tierra sin ley", explica Fuente Cobo.

La bomba demográfica

El arraigo del terrorismo no se puede explicar sin atender a otro factor crítico: el aumento exponencial de la población, que, según los expertos, constituye una "bomba demográfica" que crece con índices de natalidad que rondan los 7 y 8 hijos por mujer. A menor alfabetización, más natalidad. "Es la tormenta perfecta: un tsunami demográfico deja a una población empobrecida, y a una juventud fácil de radicalizar por grupos yihadistas", reflexiona el coronel Juan Mora, analista del IEEE, que destaca la necesidad de asegurar el Sahel para garantizar, también, la paz en Europa.

A juicio de los especialistas, si la región no se estabiliza, los conflictos y el aumento demográfico desencadenarán una oleada migratoria sin precedentes que Europa no será capaz de absorber ni de contener.