EL ÓRDAGO INDEPENDENTISTA

El policía que armó la bronca en Barcelona es un inspector jefe que manda a 250 antidisturbios

zentauroepp41230706 jaf policia nacional171207195225

zentauroepp41230706 jaf policia nacional171207195225 / periodico

Guillem Sànchez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En la bronca que un grupo de policías armaron en un bar del barrio del Born de Barcelona el pasado 25 de octubre había uno de ellos con rango de inspector jefe. Se trata de J. A. F., responsable de la quinta UIP (Unidad de Intervención Policial), un cargo desde el que tiene a sus órdenes a 250 antidisturbios.

J. A. F., de 39 años, llegó a Catalunya a finales de septiembre y se marchó a principios de noviembre. Fue uno de los miles de agentes desplegados en suelo catalán, durante los días previos y posteriores al referéndum independentista del 1-O, que se alojaron en el puerto de Barcelona.

Agarró a un camarero por el cuello

Junto a otros policías, J. A. F. abandonó la mañana del 25 de octubre el crucero 'Rhapsody', atracado frente al que coloquialmente se bautizó como "Piolín". Era un día de fiesta y el grupo de agentes comió en el barrio de la Barceloneta y siguió la jornada en un bar del Born. Allí se quedaron hasta que anocheció, entre las 19.00 horas y las 22 horas. Se tomaron 4 o 5 rondas. Siempre lo mismo: cuatro Voll-dammdos cañas y una cerveza sin alcohol. J. A. F., según testigos presenciales, tuvo un papel preponderante en la trifulca que se desencadenó al final de la velada. 

Su actitud, no obstante, incomodó a los clientes enseguida. Lanzaba gritos de "¡Viva España!" en cada ronda, dejó claro públicamente que ellos eran policías -aunque estaban fuera de servicio- y fue uno de los que afearon a los camareros que hablaran catalán estando en España -en realidad lo que hablaban era italiano-. Lo grave ocurrió hacia las 22.00 horas, después de que el camarero tuviera que salir a la calle a buscarlos porque se iban sin pagar la última ronda. J. A. F. y otro agente entraron a regañadientes, pagaron y, a continuación, exigieron otra más. El camarero, al intuir que la cosa podría acabar mal, les respondió que ya era hora de cerrar. J. A. F. reaccionó gritando: "¡En Barcelona soy la puta ley y se cierra el bar cuando lo diga yo!". A continuación, rodeó la barra y agarró al camarero por el cuello.

Insultos a los Mossos

Varios de los agentes que ya estaban fuera del local, volvieron a entrar al escuchar el griterío. Hubo uno que levantó un taburete --que no llegó a tirar-- y otro que levantó una botella --que no llegó a romper--. En cualquier caso, los policías rodearon a dos de los camareros durante 15 minutos. Hasta que llegaron los Mossos, alertados por personas de la calle que vieron la bronca, no se deshizo el entuerto. A los agentes catalanes, algunos policías los recibieron con graves insultos.

Los mossos los encajaron sin rechistar. Más o menos entonces, J. A. F. aseguró que el barullo -que hizo público al día siguiente la emisora RAC1- se debía a que le habían intentado robar el móvil y trató de demostrarlo 'descubriendo' que estaba detrás de la barra, del lado del servicio. Según testigos presenciales, sin embargo, fue el propio policía quien lo había dejado allí durante el acorralamiento de los dos camareros.

El asunto se resolverá en los tribunales. Hay dos denuncias cruzadas. Una de los camareros contra los policías. Otra de los policías contra los camareros, por intentar robar el móvil de J. A. F.

Malestar en el seno de la policía

El caso generó un gran malestar en el Cuerpo Nacional de Policía. Uno de los responsables del dispositivo policial desplegado en Catalunya, según fuentes policiales, llegó a decirle a J. A. F. que no podían permitirse actitudes "de niñato" como la suya en una situación tan delicada como la que se respiraba en Barcelona. La investigación interna del episodio está a la espera de la resolución del proceso judicial que enfrenta a policías y a los trabajadores del bar. Un local en el que, por cierto, otros policias nacionales han tomado copas durante estos meses -antes y después de este incidente- con total normalidad.