Aquí empezó todo

Visitantes foráneos pasean por el Born y el Museu d¿Història de Catalunya buscando información sobre los orígenes de nacionalismo

Visitantes en el Museu de Historia en la recreacion del balcón de la Generalitat con Francesc Macià proclamando la Republica Catalana.

Visitantes en el Museu de Historia en la recreacion del balcón de la Generalitat con Francesc Macià proclamando la Republica Catalana. / JULIO CARBÓ

Ernest Alós / Barcelona

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Si en algún lugar, en lo que en circunstancias normales sería un día de reflexión, puede pasearse uno para decir un 'aquí empezó todo' (desde el conflicto Catalunya-Espanya hasta el discurso sobre el conflicto Catalunya-Espanya), quizá sea en ese kilómetro cero que es el Born. O el cercano Museu d’Història de Catalunya. Eso debieron pensaron ayer algunos visitantes foráneos que aprovecharon para intentar comprender algunas claves del 'procés'. En el Museu d’Història de Catalunya, la pieza seleccionada que recibe estos días al visitante, es lo que queda de la estelada que la Unió Catalanista entregó en 1915 a los voluntarios catalanes que partían a las trincheras de Francia. Allí empieza el recorrido, igual que en el relato de la historia de Catalunya "el nacimiento de la nación" va de los siglos VIII a XIII.

Benjamin, alemán, interesado en la historia del anarquismo en la transición, concluye que el museo «tiene una narrativa nacional, que empieza con la bandera y acaba con la pregunta hacia dónde va Catalunya», y añade que en Alemania la principal inquietud es «que si Catalunya se separa, sale de la UE, y eso es un problema». Ha venido desde Sant Pol para ver qué sucede este fin de semana en Barcelona, y también para un encuentro de tatuadores. "Salimos y de golpe fuera, en la calle, todo eran banderas. ¿Dentro? No, no, tatuadores con banderas no, era un ambiente muy internacional", explica.

"300 años luchando por la independencia"

Philip Dixon, profesor jubilado de arqueología de la Universidad de Nottingham, ha sintonizado en cambio con el discurso del museo, que además considera magnífico didácticamente. «Lo que más me ha impresionado es ver que Catalunya lleva 300 años luchando por su independencia. 300 años, y sigue», repite.  También se ha paseado por la ciudad: «He visto mucha gente joven, orgullosa, con banderas. Y está bien que quieran seguir en Europa y no cometer esa estupidez que hemos cometido en mi país. Deseo lo mejor para Catalunya».

Alguno de los (no muchos) visitantes del museo han venido expresamente por ser el día que es y para entender qué está sucediendo. Neus acompaña a Iñaki que, llegado del País Vasco, encuentra que una buena manera de entender "un momento tan especial" es visitar el museo. Está sorprendido porque esperaba más tensión. "La visión es muy distinta a la que dan los medios españoles, esperaba encontrarme más tensión pero hay tranquilidad y esto parece una fiesta. Aunque como soy vasco, ya estoy acostumbrado", comenta.

"Trato de entender"

Aún más metódica es la visita de una pareja instalada hace un mes en Barcelona por motivos laborales: Max Parra, mexicano, que visita el museo para «conocer la historia del separatismo, algo complejo y fascinante a la vez», y Consuelo Soto Balcells, cubana de Miami, nieta de un republicano de Lleida que murió en el exlio porque se negaba a regresar «hasta que muriese ese perro de Franco».

"Estoy tratando de entender lo más posible. Si le irá mejor a Catalunya siendo una república no soy quién para decirlo», dice, pero le sorprenden las «medidas drásticas del Gobierno español». Tanto como le extraña a Max Parra la «hostilidad hacia los catalanes» que ha visto en las otras ciudades de España que ha visitado. «Y el planteamiento de que es necesario someterlos. Quizá eso –añade– explique mejor la actitud defensiva de la gente aquí, en Barcelona». Ambos, por cierto, empiezan este mes a estudiar catalán.

En el Born

Pasémonos por el Born. De allí sale un grupo de parejas maduras venidas de Guipúzcoa. «Somos espectadores muy atentos de este gran ejercicio de desobediencia, tan cabal», dice Elena Berazadi, a la que no le sorprende «la poca visión política del Gobierno de España». «Se está llevando adelante un proceso modélico, y eso nos da envidia», añade el arquitecto Ganix Larratxe.

Están sorprendidos tras haberse cruzado con la manifestación antiindependentista plagada de banderas de España. «Nos ha extrañado bastante, no sé si eso aquí es más normal, pero bueno, también está bien que ellos se manifiesten...» También les impresiona el atrevimiento con el que la gente se les sube a las barbas a los guardias civiles, sin miedo a recibir a cambio un culatazo.

¿Y en el Pueblo Español?

Pero de la misma manera que no se puede pulsar el ánimo del país a partir de los movilizados para mantener las escuelas abiertas hasta que lleguen las urnas, y se deberían buscar a quienes ni hoy velan ni mañana votarán), también deberíamos equilibrar la muestra con otro tipo de visitantes menos voluntariosos. ¿Dónde? No se nos ocurre otro lugar más alejado de las ruinas del Born que el Poble Espanyol de Monjtjuïc. Y allá vamos. Willy, un belga, tras  cuatro o cinco visitas a Barcelona finalmente ha venido aquí. «Porque me gusta mucho España», dice. No está muy al tanto de la situación política. ¿Y el ambiente en la ciudad? «A diferencia de Grecia, aquí todo está muy limpio», añade. Bueno, no hablábamos precisamente de eso... «Ah, sí, las banderas, algo muy típico de Catalunya», concluye.    

Priscila y Diego, costarricenses, llegaron el viernes desprevenidos. Ya en el trayecto del Aerobús encontraron la primera mani. «Muy pacífica, muy centrada», destacan.  Preguntan si mañana sería una especie de «fiesta nacional». «En Costa Rica los días en que se vota se celebra tener el derecho de votar, hay fiestas y banderas. ¿Aquí será así?», pregunta Priscila. Bueno, según cómo lo miremos. ¿Y esto del Poble Espanyol». «Es vacilón», sentencia.

Milagro. Alguien que habla en catalán. Ella, Sandra, de Terrassa, trabaja aquí. «Yo, más española no puedo ser. ¿Mañana? Se va a liar la de Dios y no va a votar nadie», dice. Él, Toni Abad, inspector retirado de Bombers, lleva una camisa conllamas y debajo, una fosforito con un Sí a la independencia. «Si alguna escuela está cerrada, que digan que hay humo y los bomberos irán a abrirla», dice. Parecen una muestra representativa del país...